domingo, 19 de julio de 2009

NOCHE DE HERMANAMIENTO ENTRE ITALIA Y BRASIL.


El pianista italiano, Enrico Pieranunzi y su trío, llevó a cabo un concierto de primera categoría especial (utilizando términos ciclistas), durante la primera parte de la octava jornada del XII Jazz San Javier.

Enrico Pieranunzi es uno de los más prestigiosos pianistas europeos y autor prolífico, cuyas partituras han conformado éxitos destacados, como ha dejado constancia en el inicio de su concierto y en las que muestra parte de su creatividad y lirismo.
El trío se conforma con el contrabajista, Luca Bulgarelli, y Mauro Beggio, a la batería. El jazz de Enrico Pieranunzi es elegante y contiene ciertas corrientes norteamericanas pero a la vez, las que han surgido con el paso de los años en la Europa occidental. El pianista italiano está considerado como el Bill Evans europeo y ciertamente –salvo en los vaivenes anímicos que tuvo Evans- no les falta razón a quienes así lo compararon ya que posee una versatilidad para componer y ejecutar poco común.
Y es que viéndoles tocar, se comprueba la comunicación permanente del trío sin la cual, nada de lo que hemos podido escuchar y disfrutar en el auditorio del Parque Almansa hubiera sido posible; al menos, a esos niveles de calidad y perfección.
La noche se completó con un pequeño homenaje a Tom Jobin, a cargo de Brazilian All Stars y el invitado especial: el contrabajista, Eddie Gomez. Una banda reunida para esta ocasión, con Duduka da Fonseca, en la batería y percusión; Toninho Horta, guitarra y voz; el saxofonista, Dick Oatts; Helio Alves, al piano, y la cantante, Maucha Adnet, quien tuvo la suerte de trabajar en el grupo de Jobim. Y sus temas (algunos de ellos) inmortales, como "Chega de Saudade", "Desafinado", "A correnteza", "Aguas de Marzo" o "La chica de Ipanema". Entre ellas, canciones de Toninho Horta y el no menos inmortal de Milton Nascimento, "Veracruz", cuya introducción al contrabajo con Eddie Gomez, fue dedicada a su padre, abuelos y raíces españolas del contrabajista, en una versión bastante original.
Como dije al principio, una noche de hermanamiento entre Italia y Brasil en la que el jazz europeo de tintes norteamericanos triunfó con rotundidad, para sosegar después el ambiente costero del Parque Almansa con el recuerdo -siempre agradable- de Antonio Carlos Jobim.

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