viernes, 17 de julio de 2009

WYNTON MARSALIS: LA GRANDEZA DE UN MÚSICO

El trompetista de Nueva Orleans, Wynton Marsalis, y la Lincoln Center Jazz Orchestra han dejado sobre el escenario del XII Festival de Jazz de San Javier un regusto por lo exquisito, difícilmente alcanzable. La jornada se prometía muy esperanzadora, a tenor de lo comprobado en las anteriores visitas de la Lincoln y del propio Wynton Marsalis con su Septeto. Pero en esta ocasión, todo ha ido más allá.
Con una partitura titulada "Iñakis Decision", la Lincoln abrió su concierto al más puro estilo norteamericano de las Big Bands, con un sonido perfectamente cuidado y equilibrado, que llegaba a todos los rincones del auditorio del Parque Almansa en su justa medida. Wynton Marsalis hacía de Maestro de Ceremonia presentando a los solistas y temas que conformaban el programa oficial preparado para la presente edición del festival de San Javier, en la que los temas lentos como "Suave en la noche", se alternaban con piezas más rítmicas y trepidantes tal fue el caso de un originalísimo arreglo de "Bolero", de Maurice Ravel, o éstas otras composiciones tituladas “Jason an Jasone”, “Deep Blue” o “Picasso”.
Los cánones en estas grandes bandas están marcados y claros: todos los instrumentos tienen su momento de gloria. Y así fue como, por ejemplo, el de la batería en “Stage West”, un “bop” trepidante que cerraba esta actuación tal y como había comenzado: al más puro estilo norteamericano de las Big Bands.
Pero la noche aún estaba un tanto lejana de su final, porque el director del festival, Alberto Nieto, y la alcaldesa de San Javier, Pepa García, reclamaron la presencia de Wynton Marsalis en el escenario para entregarle el Premio Anual del Festival a Toda una Carrera. El trompetista de Nueva Orleans se mostró emocionado y declaró que "siempre muestran su cultura y su música allá donde van, independientemente de que las salas en las que toquen sean grandes o pequeñas". A renglón seguido -y en formato de Sexteto y después en Quinteto-, Marsalis y sus compañeros de orquesta ofreciero hasta tres bises, porque así se lo demandaba un auditorio extasiado, ilusionado y alegre. Los que allí nos dimos cita con el jazz, no lo olvidaremos jamás. La música, en sí, es grande. Pero mucho más lo es Wynton Marsalis; como músico y como persona.



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