miércoles, 15 de julio de 2009

Y LA LUZ DE LAS ESTRELLAS CTI ILUMINÓ LA CÁLIDA NOCHE DEL JAZZ SAN JAVIER

Los martes son uno de los días más difíciles de la semana, pero no para el Jazz San Javier. Y lo afirmo con absoluta rotundidad, tras ser testigo de sus doce ediciones. Este último, día 14 de julio, el auditorio del Parque Almansa de pobló, una vez más, de verdaderos aficionados para contemplar lo que se prometía -como así fue- una noche singular. Las estrellas (naturalmente, una selección de ellas) del mítico sello CTI (Creed Taylor Incorporations) Records cuyo responsable, también estuvo presente en este concierto de sus pupilos en el Jazz San Javier. Músicos de calibre superior como el flautista Hubert Laws; Bill Evans, a los saxos; Randy Brecker, trompeta; el guitarrista Russell Malone; el pianista danés Niels Lan Doky; Mark Egan, al bajo eléctrico; Jeff “Tain” Watts, en la batería; y dos puntales brasileños, con un bagaje amplísimo, como el resto de sus compañeros de viaje: Airto Moreira, en la percusión, y su esposa la cantante Flora Purin.
El concierto comenzó con un tema del trompetista, Freddie Hubbar, “Red Clay”, al que siguió una pieza del recordado Wes Montgomery: “Road song”. ¡Qué sonido! ¡Qué banda! Era como si por la megafonía de la sala nos hubieran dejado conectar un giradiscos y hubiésemos colocado en el plato un viejo vinilo del año 1975, perteneciente al extenso catálogo del CTI. Un sonido limpio y redondo, donde nadie suena más que el resto salvo en los solos instrumentales. El saxofonista, Bill Evans, hizo las veces de Maestro de Ceremonia y presentó a la banda. Luego pidió la ayuda de Hubert Laws, quien domina bastante bien el español, para indicarnos que "la música es una bendición divina". Y le llegó el turno al percursionista, Airto Moreira, que dejó una de sus "master class" vocal y percutiva a ritmo de "samba". ¡Qué marhavilla! De qué manera tocaría el pandero, que parecían varios a la vez. Era una antesala para dar paso a su esposa, Flora Purin, a quien los años la han tratado bien físicamente, pero parece que en lo de la voz le han castigado un poco más. Sin embargo, no deslució una noche tan cálida y viva como la que se celebraba en el auditorio del Parque Almansa. El público entraba al juego de la banda sin que ésta se lo pidiera. La comunicación entre músicos y auditorio estaba establecida desde el tema de Hubbard. Y sonó "Río San Francisco", "Corcovado" y "Sugar", de Stanley Turrentine. Después de una hora y 45 minutos, las estrellas se despedían del auditorio con cara de enorme satisfacción. Pero este público no es un público al uso y pidieron más. Las estrellas concedieron un poco más de su luz musical, para terminar de satisfacer al auditorio del Parque Almansa. ¡Qué grande es la música! Y es que, lo hacen tan fácil... Definitivamente, me quedo con San Javier y sus estrellas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario