jueves, 22 de julio de 2010

¡CÓMO GUSTA EL BLUES EN SAN JAVIER!

El otro día me refería al "blues", como una de las variantes que gustan en Jazz San Javier. Pero lo del domingo 18 de julio -lejos de pretender hacer reivindicación alguna de otros "tintes"- fue una noche completa. La cerveza corrió por todo el auditorio, se bailaba en el foso o en los pasillos, se coreaban estribillos y, en definitiva, la gente se lo pasó "en grande" con esta música. Porque no sé si lo saben pero en San Javier hay que ver cómo gusta el "blues". Los responsables de que todo saliera a pedir de boca fueron los murcianos de Los Bluesfalos y el dúo formado por el guitarrista Robben Ford y el saxofonista Bill Evans.

Anda que no la habíamos advertido. Vayan preparando el cuerpo y el alma para lo que se avecina el domingo, porque de lo contrario acabará mal. Siempre hay algún despistado en la sala al que, guitarra en ristre, se le espabila de inmediato. Y algo así fue lo ocurrido con el concierto que nos ofrecieron Los Bluesfalos; un grupo de Murcia creado en 1987 por su líder, Manolo Gómez, guitarrista, compositor y cantante, alias "Slim Gómez", que está considerado en el tiempo como uno de los primeros que se lanzaron a la piscina para componer "blues" en español.

Los Bluesfalos se conforman, en la actualidad y además de por Slim Gómez, por Carlos Turbina, en los saxos; Chico Moya, bajo eléctrico; Tote Cánovas, batería; y para esta actuación en Jazz San Javier, el regreso de Ramón Climent, piano y Hammond B3. Con estos músicos, los Bluesfalos aparecieron en el escenario interpretando su "Slim boogie", que puso a tono al personal. Después de dar las gracias y las buenas noches, Manolo Gómez atacó "Quédate sola", que produjo el que sus muchos seguidores ya intervinieran coreando el estribillo.


La fiesta del blues no había hecho más que comenzar. El auditorio ya abarrotaba el foso mientras que otros, se habían puesto en pié y calentaban sus piernas al ritmo que Bluesfalos marcaban con los temas de su amplio repertorio. Como la pieza que llegaría a continuación: "Rosa Mari".

“Mi guitarra y el blues” (título de su primer disco), “Perica en dulce” o “Ponme otro whisky” (tema que cuenta las “desgracias” por las que atraviesa el protagonista de la historia, que tiene la nevera vacía, el ascensor no funciona y su chica le ha dejado) eran conocidas por una mayoría de los asistentes.


“Slim Gómez” subió por todo el anfiteatro con su guitarra, con el fin de ser más cercano a quienes le conocen y a los aficionados que hasta esa noche, no habían tenido la ocasión de verles en directo. “Salgo a buscarte ahora”, “Si no estás tú” o “Blues… Cómo me gusta el blues”, crearon más ambiente, si cabe, en un auditorio que se había mostrado dispuesto a disfrutar la noche “a tope”. Manuel Gómez volvió a pasearse por toda la sala saludando a los amigos y los que no lo eran y “provocando” a algún que otro despistado que se mostraba un tanto impasible.

“La Magia”, título de su tercer disco” sirvió para la presentación de los componentes del grupo en los que el saxofonista, Carlos Turbina, se marchó por unos minutos hacia las notas de “Peter Gunn”. “Protuberancias calientes” completó la selección del concierto preparado para la XIII edición de Jazz San Javier por esta banda murciana, Los Bluesfalos, que no defraudaron y superaron las expectativas de quienes se acercaron a verlos por primera vez en directo.


Con un púclico ya "encendido", la banda que capitanean Robben Ford y Bill Evans aparecieron en el escenario del Parque Almansa con tal fuerza, que el público quedó aturdido por unos segundos. ¡Madre mía, qué sonido y qué banda! Es el proyecto que han conformado para este 2010 el guitarrista y el saxofonista, bajo el título de "Soulgrass Meets Blues". Fusiones "por un tubo" y buen rollo entre estos dos líderes musicales del "blues" y el "jazz", que se han adaptado a la perfección con un resultado que en directo es pura dinamita.

El grupo estaba completado por el virtuoso del banjo, Ryan Cavanaugh; Etienne N’Bappe, al bajo eléctrico (que tocó con unos guantes especiales), y el baterista, Toss Panos. Y salieron con una fuerza increíble, atacando “Lateral Climb”, una partitura de Ford cantada por él mismo, que levantó de inmediato al auditorio de sus butacas. Para que el “climax” fuera creciendo, continuaron con una pieza de Bill Evans, “Celtic junction”, en la que el banjo de Cavanaugh tuvo su primer momento de gloria (no sería el único).

El público se mostraba entusiasmado ante lo que se presumía un concierto de clase; de auténtica clase musical, como se iría confirmando a lo largo de las cerca de dos hora que duró. Y llegó el segundo tema cantado por Robben Ford, “Dont worry dont me”, que nos deleitaba dulcemente con su garganta. El ambiente se iba transformando en placentero. Así es que otra pieza de Ford, “Oasis”, terminó de colocar las cosas en su sitio, con duelo previo entre el banjo y el saxo tenor –acorde con el título de su gira 2010- que enferveció a los aficionados a rendir pleitesía a estos grandes músicos.



El bajista camerunés, Etienne N’Bappe, protagonizó el comienzo de “Sweet Tea”, una creación de Bill Evans, que toda la banda desarrolló a continuación con, insisto, una fuerza tremenda. El camino musical prosiguió por terrenos de esas dulces baladas de “blues”, con la pieza “Dont let the sun catch”, que Robben Ford interpretó como los ángeles. Como había que volver a la carga, Bill Evans presentó una de sus partituras más conocidas: “Cool Eddie”, para seguir con otro tema cantado por Ford: “Peace on my mind”.

Bill Evans –que una vez más hizo de maestro de ceremonias- avisó que estaban llegando al final. Primero, una creación de Willie Dixon, “Spoomful”, y otra del propio Evans titulada “Ode to the working man”. El público manifestaba su gratitud y satisfacción tras este derroche de calidad en todos los sentidos e insistieron en que se les regalara un bis. Y la banda que este año capitanean Ford y Evans regresaron con amplias sonrisas (tanto conocen esta sala y a este auditorio), para regalar una pieza más: “Jean Pierre”, de Miles Davis. Tras dar las gracias, Bill Evans –con su amplia sonrisa en la cara- sacó su cámara compacta e hizo una foto a la sala. “¡Éste es de los nuestros!”, pensaría más de uno. Y tienen razón. Lo es. Mientras se vaciaba el auditorio, muchos comentaban: "¡Cómo me gusta el "blues"! ¡Cómo me han gustado, esta hoche, Bluesfalos y Robben Ford con Bill Evans! ¡Qué pasada, tío. Qué pasada!


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