lunes, 2 de agosto de 2010

CIERRE DE PLATINO PARA UNA EDICIÓN DIFÍCIL DE SUPERAR.

"Probablemente -junto a la décima-, esta decimo tercera edición de Jazz San Javier haya sido la de mejor cartel y resultados, a pesar de los enormes "escollos" que hemos tenido que salvar". Con estas palabras y una cara emocionada, me resumía sobre una tarima del casi desmantelado decorado de Jazz San Javier (a punto de hacernos la foto de familia), su director, Alberto Nieto, a quien podéis ver en la foto que precede a esta líneas realizada -como todas las de estas crónicas- por Marta Pinilla Aldaraví. Un Alberto Nieto que para él se queda todo lo que ha tenido que luchar y sufrir, en un año donde no solamente los recortes presupuestarios por la crisis estaban condicionando muchos detalles de este internacional acontecimiento, sino de otro índole que aquí no voy a citar pero que su equipo conoce muy bien y valoran positivamente el que, finalmente, esta XIII edición de Jazz San Javier haya salido para adelante y su clausura se haya convertido en un éxito, si cabe, más acusado que sus predecesoras.

Porque no recuerdo si lo he indicado alguna vez, pero este Festival de San Javier está considerado no ya como uno de los importantes de Europa, sino del Planeta. Hoy por hoy, muchos músicos del género no ocultan su "entusiasmo" por tocar en San Javier, antes que en otros puntos de España o el continente europeo. Y buena parte de ese prestigio ganado a pulso, año tras año, se lo debemos a su director y su equipo. Es obvio que también, a los diferentes Equipos de Gobierno del ayuntamiento por su decidida apuesta sin la que, probablemente, esta realidad internacional que es Jazz San Javier no lo sería. Por todo ello, nuestra enhorabuena y nuestro agradecimiento a todos los implicados por haber logrado que San Javier hoy esté colocado en el mundo del jazz. Pero vayamos, ahora, con la clausura de esta edición número trece (no somos supersticiosos).


Los conciertos 20 y 21 de esta edición de Jazz San Javier (reservados para la noche de la clausura) resultaron como los buenos caldos: que se reservan para el mejor momento. Algo así es lo que nos había preparado Nieto, para despedir el festival 2010 con dos artistas británicos de primer orden: la cantante, Carol Kidd, y el también cantante, compositor, pianista y un largo etcétera, Paul Carrack.

La primera parte de esa clausura corrió a cargo de la cantante escocesa, Carol Kidd, que en su primera visita a San Javier hizo un repertorio para triunfar desde la primera nota, como así fue. Es una mujer de unos 60 y... largos años, pero con un espíritu jovial, menudita pero potente y simpática donde las haya. Para mí, Carol Kidd resultó "gente Dyck": sin complejos. Y no los tiene porque con su alta profesionalidad puede acometer cualquier contratiempo que pueda surgir. Nada más comenzar, se ganó al público que llenaba el auditorio del Parque Almansa, con una "arrolladora" versión de "Georgia on my mind" que nos dejó "boquiabiertos"; al menos a mí. Porque no es "habitual" que una voz con tantos años físicos, se mantenga tan bien afinada y potente como la de esta mujer.

Pues estábamos en el comienzo y si la cosa iba a ser así, menudo espectáculo que nos esperaba. Así fue, en efecto. Arropada por un sensacional cuarteto -que mantiene muy cerquita de ella, como si estuviera tocando en un clásico club de jazz-, compuesto por el pianista, Brian Kellock; Nigel Clarck, a la guitarra; Mario Caribe da Rocha, en el contrabajo, y el baterista, Michael Bradley, la premiada baladista planteó un concierto repleto de "swing", que iba endulzando a ratitos con esas baladas que le han valido varios premios y el ser considerada como "la mejor intérprete de baladas del Reino Unido". Así, realizó una parte más "íntima y sosegada" con el guitarrista Clark primero y con el contrabajista Caribe después, a través de piezas como "Moon river", "You don't know me" o "The shadow of your smile".

Y entre medias, temas cargados con un tremendo "swing", arrolladores (ya digo), como "It never entered my mind", "I've got you under my skin (increíble su versión)", "Bye bye blackbird" o "Day in, day out". El público (había mucho británico entre el aforo, que habían hecho largas colas horas antes de que se abrieran las puertas del auditorio) se encontraba muy compenetrado con Carol Kidd y sus músicos, que habían logrado esa comunicación entre ambos desde el primer compás. Los estándares continuaron sonando en la voz de esta escocesa universal, como el que los hermamos Gershwin compusieron en 1927 para un musical de Broadway titulado "Funny face": "S' wonderful". O esa otra pieza de Harold Arlen "Happiness is just a thing called Joe", antes de finalizar su actuación con "It's alright with me". El auditorio, puesto en pié, aplaudía sin cesar a Carol Kidd y su grupo, al tiempo que demandaba un bis.

La cantante británica accedió con gusto a ello y acabó su paso por Jazz San Javier como mandan los cánones: con el no menos conocido blues "Kansas City". Soberbia, Carol Kidd.


La segunda parte de esta clausura del XIII Jazz San Javier fue otra historia musical diferente a la primera, pero tan grande y magnífica como su predecesora. Porque si les recordamos que su protagonista comenzó a tocar por esos escenarios y estudios de Dios en 1970 y que desde entonces, su trayectoria es larga y amplia, en la que nombres como Ace, Roxy Music, Squeeze, Nick Lowe, Mike & The Mechanics o Roger Waters son etapas de la misma. Es todo un músico, en el más amplio sentido del término y se llama Paul Carrack. Además de sus 18 discos en solitario, Carrack ha participado en grabaciones de otros artistas que oscilan entre los 80 a 100 discos. Su bagaje, en consecuencia, es amplio y rico. Y con él y una banda compacta, se presentó en el escenario de Jazz San Javier para regalarnos uno de los mejores cierres que el festival ha protagonizado en estos trece años de historia.


El grupo estaba conformado por Chris Garfield, a las guitarras (es uno de los pocos que saben sacarle magníficos sonidos a una Fender); Paul Copley, teclados y coros; Steve Beighton y Ed Collins, saxo tenor y trompeta respectivamente (crearon el "clímax" preciso); Jeremy Meek, bajo eléctrico; el veterano baterista, Dean Duke, y la cantante, Lindsay Dracass. Con esta banda, Paul Carrack encaró su concierto comenzando con "No doubt about it", a modo de "trayazo" para impactar al auditorio y que se engancharan de inmediato. Después -ya logrado ese primer objetivo-, el repertorio continuó con piezas como "Battlefield", "Little Lie", "Loving you tonite", "Who am I?" o uno de sus primeros éxitos: "Tempted".
El público, tanto el británico como el nacional, se había convertido al "carracknismo" e integrado como parte del grupo acompañando, en algunos temas, con sus palmas y coros. Espectáculo en estado puro, para vivir una noche de verano de ensueño, mejor música e inolvidables sensaciones. Paul Carrack alternaba piano, órgano y guitarra, según las canciones que iba desplegando todo su potencial. Temas como "Satisfy my soul", "Heart of the city", "Just four tonite" o una auténtica "fiesta funky" con "Better than nothing", en la que la sección de vientos de la banda hizo un trabajo "perfecto".


El grupo estaba que "se salía" y para calmar un poco los ánimos, Carrack dio paso a dos piezas fusionadas: "Memory" y "Silent". Tras ello, se acabó la tregua y vuelta al "frenesí" y al ritmo con "Living years", "Walk in room" o ese otro icono de Carrack , "How long", aparecido en 1997. Era el delirio general de un auditorio que no deseaba que aquello acabase. Por ello, se insistía con silbidos, aplausos y gritos de "más, más", hasta que el grupo regresó al escenario para dejarnos su clásico "Over my shoulder", que todos coreamos y silbamos. Y como no parecía suficiente para un auditorio que no tenía compasión, Paul Carrack nos evocó a un recordado Marvin Gaye, a través de uno de sus éxitos: "What's going on". Fue un final apoteósico y muy apropiado para el ambiente que se respiraba en toda la sala.
En definitiva, que la clausura del XIII Jazz San Javier fue de "Platino", para una edición que en palabras de su director -y en las de muchos de los que acudimos cada noche a disfrutar de su programación- será difícil de superar, a pesar de todas las dificultades que ha tenido que vencer antes, durante y, suponemos, que al realizar balance general de intendencia.
Tan solo agregaría una cuestión, para que la organización (y este apartado va dirigido más a los políticos) lo tenga en cuenta: este año (¿también la crisis o son otras cuestiones?), las luces y el sonido no han acompañado mucho. Desde el primer día hubo que salvar diversas dificultades, algunas de las cuales no se lograron del todo. Hasta esta edición, ni los fotógrafos ni los medios audiovisuales se habían quejado de las luces y el sonido. Este año, sí. Y otro ruego para futuras ediciones en cuanto a los compañeros de 7 Región de Murcia (la TV autonómica): Por favor, que le indiquen a sus cámaras de escenario que no vuelvan NUNCA JAMÁS, a ser los ¨protagonistas" de las fotos diarias. Los protagonistas son los músicos. Los cámaras deben ser "casi invisibles". Muchas gracias por ello. Y a todos, desde estas crónicas que han intentado reflejar una realidad, gracias por seguirlas.
También, mi más sincero agradecimiento a MARTA PINILLA ALDARAVÍ, por sus fotos diarias, así como a mi buen amigo, GOIO VILLANUEVA, que me ha proporcionado las foticos que he colocado en la columna de la derecha, aunque alguna aparecerá también de Marta. Y, sobre todo GOIO, gracias por tu enorme sentido del humor, tan necesario en los momentos difíciles que a lo largo del mes hemos pasado todos durante algunos conciertos, incluido tú. Eres un "fenómeno" de persona.

domingo, 1 de agosto de 2010

PASIÓN POR EL JAZZ.

En la vida, se puede estar apasionado por diferentes cosas o causas. Por una mujer, por el deporte, por viajar o, como es el caso que nos ocupará en las próximas líneas, por la música y dentro de ella, el jazz. Ese fue el resultado de los conciertos que pudimos presenciar la noche del viernes, 30 de julio del año en curso, en la antesala de la clausura del XIII Festival de Jazz de San Javier, a cargo del Proyecto Colina-Serrano y la invitación de Carmen Rodríguez a que cantara, así como el que protagonizó después el arcodeonista francés, Richard Galliano y su Tangaria Quartet. Dos "delicatessen" del jazz actual.

La primera parte de esta penúltima jornada de Jazz San Javier nos proponía ver y escuchar en directo, el reciente disco que dos grandes músicos españoles han publicado a primeros de este año en el mercado, bajo el título de "Colina-Serrano Project". Se trata de una propuesta seria, bien adaptada y arreglada sobre las músicas que a ambos músicos les gusta pero, es donde se reserva la sorpresa, desde su concepción musical. Y han logrado uno de esos discos que son imprescindibles en toda buena discoteca de un no menos buen aficionado. Pero en lo que a su concierto en San Javier se refiere, su desarrollo resultó todo un exitazo que sin ningún género de dudas no ya es que levantara pasiones, sino que nos dejó unas sensaciones tan sumamente agradables que es difícil de describir con palabras.


Para iniciar la marcha con buen pié, nadie mejor que Stevie Wonder en una de sus creaciones más atrayentes: "Overjoyed". El público ya comenzó a removerse en sus butacas; a adoptar una posición más cómoda y atenta, ante lo que en este primer "aldabonazo" musical lanzado por este dúo de contrabajo y armónica -completado por las no menos expertas manos del pianista, Mariano Díaz, y el baterista, Guillermo McGill-, nos había "impactado" totalmente. ¿Qué era esto? ¡Qué maravilla! Bueno pues no era más que el principio. Porque a renglón seguido, Antonio Serrano nos anunciaba su tema "El blues de la alegría" que haciendo honor al mismo, nos puso a todo el auditorio "las pilas" para disfrutar sin límites de un espectáculo absoluto del jazz español.

Antonio Serrano -que como en ocasiones anteriores ejerce de maestro de ceremonias- continuaba presentando las adaptaciones que conforman este proyecto conjunto con el contrabajista, Javier Colina, como el "Estudio nº 6, de Chopin, o la composición en ritmo de "joropo" venezolano de Colina, que ha titulado "El comandante". En ésta última, a destacar la introducción de Colina demostrando por qué está considerado como uno de los mejores de su instrumento. O la armónica de Antonio Serrano, que se desdoblaba en dos instrumentos para matizar el ambiente hispanoamericano. Una delicia.

Y llegó el momento para recibir a Carmen Rodríguez, una de las componentes del dúo La Plata recuperada para este concierto en Jazz San Javier, que nos dejó "clavados" cuando la escuchamos en el clásico bolero "La mentira (Se te olvida)", para finalizar con "María", una pieza registrada hace años junto a Serrano. Una pena que Carmen Rodríguez no continuara su trayectoria musical en terrenos del jazz y con músicos de este calibre, porque probablemente hoy contaríamos con una excepcional voz.

El punto y seguido a esta actuación del binomio musical Colina-Serrano lo puso un clásico del año 1951 compuesto por otro binomio norteamericano, Rodgers y Hammerstein, titulado "I have dreamed" que ejecutaron con un intelecto musical a la vez que sencillo, para finalizar con una pieza del guitarrista gaditano, Paco de Lucía -Serrano forma parte de su grupo este año-, titulada "Zyriab".

Bueno, bueno. El público "se los comía" insistiendo en su vuelta al escenario para un bis. Y lo hicieron sin ningún esfuerzo ya que ellos quieren tanto a este público, como el auditorio a ellos. El bis no fue otro que "Sweet Georgia brown". ¿Han escuchado la versión que hacen? Pues se la recomiendo. A pesar de que podamos haber conocido más de 30 ó 70 versiones, les aseguro que ésta de Colina y Serrano la van a colocar entre las mejores. Un concierto para el recuerdo y unos músicos que han hecho grande el jazz en España. Sí señor.

Bien. Pues con ese ambiente tan de "regusto musical" que nos dejaron Javier Colina y Antonio Serrano, nos preparamos para acoger el que minutos después nos iba a ofrecer el acordeonista francés, Richard Galliano y su Tangaria Quuartet. Otro de los músicos que en San Javier son muy bien acogidos ya que se ha convertido en una especie de "hermano mayor" de los habituales a esas noches de verano y música, tras varias visitas en el tiempo a este festival. El actual Tangaria (que nació en 2005, cuando la octava edición de Jazz San Javier) está conformado por el violinista, Nicolas Dautricourt; Jean Phillippe Viret, al contrabajo (menuda papeleta le había dejado Javier Colina); y el percursionista venezolano y único mienbro original de Tangaria, Rafael Mejías.

Galliano siempre ha resultado un punto y aparte en Jazz San Javier debido a que no son muchos los acordeonistas que han despuntado en esta música. Pero la mezcla que Richard Galliano practica, entre los toques porteños del bandoneorista argentino Astor Piazzolla y la "mussette" parisina, siempre nos "envuelve" en una placentera nube de sensaciones agradables y viajeras que dan como resultado una pasión, a veces tranquila y otras más frenética. Su concierto de esta visita lo inició con el "Tango para Claude", que nos indicaba cuál sería el hilo conductor de su repertorio preparado para su regreso a Jazz San Javier. Un repertorio que continuó con "Laurita", "Fou rire", "Chat pître" o "Tangaria".

Durante todos esto años he tenido la oportunidad de hablar con músicos que tocan el acordeón. Sin ir más lejos, mi yerno toca el acordeón. Todos coinciden en que el de botonera es el más difícil. Desconozco si es por haberse enfrentado a ese reto o porque su sonido tiene que ver mucho con el bandoneón (fue alumno de Piazzolla y no lo puede negar), el caso es que Richard Galliano optó por ese modelo y, ciertamente, es un maestro en su ejecución además de un auténtico artista componiendo y adaptando piezas conocidas a su personal estilo.
Lo demostró durante toda su actuación, que continuaba con "Sertao" -un bahiao brasileño en el que Rafael Mejía se movió como "pez en el agua", con un dominio absoluto de su pequeño "laboratorio" percusivo-, además de otras partituras como la interpetación que realizó en solitario fusionando su "Aria" (grabada en su más reciente disco dedicado a Bach) con el "Libertango", de Piazzolla. Magistral.
Por si ello no era suficiente, Galliano dejó por unos minutos su acordeón "Victoria" y tomó la "accordina" (es ese instrumento que os mostramos en la foto anterior a estas líneas realizada, como todas las que ilustran estas crónicas, por Marta Pinilla Aldaraví), con la que nos deleitó sobremanera haciéndonos imaginarle a dúo con Antonio Serrano. Por cierto, ese es un aspecto que echamos de menos en las jornadas de Jazz San Javier. En ediciones anteriores, se intentaba que dos músicos que coincidían el mismo día tocasen alguna pieza juntos. Les aseguro que los resultados que se dieron hasta hace unos dos años atrás fueron espetaculares y muy gratificantes. Pero a lo que íbamos. La "accordina" de Galliano nos dejó unas entrañables sensaciones de esquisitez musical, que dificilmente se olvidarán de nuestra memoria.

El programa oficial llegó a su término con "Indifference", tras lo que todo un auditorio puesto en pié y aplaudiendo sin descanso pedía su vuelta al escenario. Richard Galliano y su Tangaria Quartet regresaron para deleitarnos, una vez más, con el inmortal "Las Hojas muertas", que provocó un mayor entusiasmo en el público insistiendo para que se diera otro bis. No se pudieron resistir Galliano y sus músicos y, en consecuencia, sonó para todos y como un gran agradecimiento por sus enormes muestras de respeto y cariño el "New York tango", con el que finalizaba, de manera definitiva, la nueva visita que Richard Galliano hacía a Jazz San Javier.
En suma, una noche "apasionante" de música, sensaciones y buenas, muy buenas sensaciones que nos llevaron al descanso horizontal con absoluto sosiego. Para quitarse el sombrero.