jueves, 6 de agosto de 2015

LA CLAUSURA DE JAZZ SAN JAVIER PUSO CORAZÓN Y BLUES.

Carles Benavent y amigos rindieron homenaje a Chick Corea, con un concierto de grandísima altura musical. Después, Joe Louis Walker demostró por qué es uno de los mejores bluesmen del momento. El festival murciano se consolida entre los internacionales, con una edición que ha superado los 15.000 espectadores.

Alberto Nieto Director de Jazz San Javier.
La XVIII edición de Jazz San Javier se ha saldado satisfactoriamente, ya que durante sus 13 noches más de 15.000 espectadores han acudido a presenciar sus 24 conciertos; buena parte de ellos eran aficionados extranjeros. El director del festival, Alberto Nieto, en su alocución de la noche de clausura y antes de que comenzaran los conciertos, expresó su deseo de que todos los asistentes se hubieran divertido y disfrutado con todas las actuaciones programadas, destacando que en esa línea trabajan cada año y así van a continuar para el futuro. Su meta es que cada noche sea distinta a la anterior y en ese empeño es lo que intentan en cada nueva edición. La lluvia estuvo cerca de que esta clausura no pudiera celebrarse pero, finalmente, el cielo dio su tregua, se secó el escenario y los conciertos pudieron celebrarse aunque con casi una hora de retraso. 

La lluvia hizo temer lo peor. Al final, sólo fue un chaparrón que retrasó el comienzo de la clausura.
El primero de ellos estaba a cargo del bajista catalán Carlos Benavent, a quien el festival había encargado llevar a cabo un homenaje al pianista Chick Corea bajo el nombre “Our Spanish Heart”. Benavent es uno de nuestros más prestigiosos e internacionales músicos y durante un tiempo era el bajista habitual de Corea. Para la ocasión, Carlos Benavent llegaba con su trío conformado por el baterista Roger Blavia y el pianista Roger Mas. A éstos, el bajista unió la armónica de Antonio Serrano (también es uno de los mejores armonicistas internacionales); una participación que, a última hora, se pudo lograr fue la del trompetista Raynald Colom (que en esta edición participó con su propio grupo en la quinta jornada) y el bailaor Tomasito; una bala, como bien lo definió el propio Carlos Benavent, ya que su aparición en escena fue, exactamente, eso: una bala que atravesó el auditorio haciéndose de inmediato con todos. Pero vayamos por partes. 

El líder de este homenaje, Carlos Benavent, con su característica guitarra de bajos.
El concierto homenaje se inició con una pieza de Benavent titulada “Bluestorius” (homenaje personal a Jaco Pastorius), en la que solamente con su bajo “Barcelona” y la batería del “parlanchín” Blavia (creo que no quedó ni una sola de sus piezas percusivas, sin que participaran en el tema) pusieron ya las primeras emociones en el público que llenaba el auditorio, en esta noche de clausura a pesar de la lluvia caída. A continuación aparecía el pianista Roger Mas, para interpretar, ya en trío, “Bailas”; una creación que nos introducía en los ambientes del homenajeado Chick Corea, con guiños de Mas sobre el teclado eléctrico y una sección rítmica que sólo con Benavent ya es un trueno y se convierte en trallazo, cuando se suman los toques de Blavia, un baterista muy versátil al que ya conocemos bien en este festival. 

Roger Blavia es el baterista habitual de Carlos Benavent.
Roger Mas, piano y teclados, también trabaja con Benavent y Colom.
Tras estas dos cartas de presentación, Carlos Benavent comenzó a llamar a sus invitados. El primero fue el armonicista Antonio Serrano que, al igual que Mas, regresaba en esta misma edición a San Javier para participar en este homenaje. Así que sonó “De perdidos al río”, también de Benavent, que ha formado parte del disco homenaje a Paco de Lucía y en la que Serrano reiteró sus altas dotes interpretativas con la armónica. Tras ello, una nueva llamada “a un músico que he podido pescar a última hora, aunque no se anunciaba en el programa” indicaba el bajista: “Raynald Colom”. Su trompeta es una de las más interesantes y buscadas no ya en España, si no en buena parte de Europa. Colom –que también ha participado en esta XVIII edición con sus propios músicos en la quinta jornada- realizó una preciosa aportación a esta pieza de Chick Corea, “Waltze” (aparecida en su álbum “Again & Again”, de 1983) y que Benavent grabó junto al pianista como miembro de su grupo. A destacar los dúos entre Serrano y Colom y, cómo no, sus solos.  

El armonicista Antonio Serrano, primer invitado de Benavent.
Sin duda, el concierto transcurría por excelentes momentos y caminos. El bajista catalán había sabido escoger tanto a su trío, como a los músicos invitados para la ocasión, que representan tres generaciones: la del propio Carlos Benavent, la de Roger Blavia y Tomasito, para pasar a los más jóvenes (década de los 70) con Serrano, Colom y Mas. Faltaba su tercer invitado, así es que anunció a otro músico –en este caso bailaor, cantante y percusionista- que trabajó con Chick Corea en una de sus etapas: El gran Tomasito (Tomás Moreno Romero). Casi ni tuvo que actuar, porque es tal el recuerdo que este jerezano ha dejado en sus anteriores visitas a Jazz San Javier con Chano Domínguez, que los habituales aficionados a esta cita no lo han olvidado. Tomasito es, en efecto, una bala que te atrapa el corazón de un disparo certero. Posee ese “duende” que sabe cómo conquistarte con gracia y arte. He leído que su participación sobraba en este homenaje pero sin su presencia, el clímax escénico no hubiera subido 30 grados cuando hizo su aparición. Y lo demostró desde los primeros segundos con “Bulería” (primera pieza en recuerdo de Paco de Lucía, cuyo auténtico título es “Alcázar de San Juan”), en la que volvieron a darse una introducción de Colom, dúo con Serrano y, lo que adorna una pieza como ésta, las palmas, el taconeo y, en suma, el jaleo (no faltó un poquito de rap) que pone Tomasito. Y eso que bailó con una herida en uno de sus pies, que el público ni notó.

El trompetista Raynald Colom pudo aceptar la invitación de Benavent para este homenaje, a última hora.
Pues ya con todos los invitados sobre el escenario del Parque Almansa, Benavent continuó con otro recuerdo para Paco de Lucía con quien trabajó durante muchos años junto a Jorge Pardo, Pepe de Lucía o Rubén Dantás (excelente percusionista, al que de Lucía le hizo introducir el cajón en su set percusivo), con una de sus composiciones más destacadas y versionadas: “Zyryab”. Aquí, Benavent realizó una introducción con el bajo que utiliza, desde hace muchos años, como una guitarra sacando sonidos que, hoy en día, ya son más habituales pero no así por los 70 del pasado siglo XX. Luego, la armónica de Antonio Serrano y la trompeta de Raynald Colom emulaban la guitarra del siempre presente Paco de Lucía, en una alternancia de sus toques. Una pieza que como bien recordó el bajista catalán, siempre que aparecía Chick Corea en los conciertos de o con Paco de Lucía había que tocarla. 

Tomasito, mirando al cielo buscando a Paco de Lucía, en un momento de su baile.
Armando Anthony Corea (Chick) grabó en 1976 “Mi corazón español”, en el que a través de la música dejaba constancia fehaciente de sus ancestros hispanos. Antes de ello, Corea había escrito una pieza dedicada a nuestro país, que se convirtió rápidamente en un clásico del jazz: “Spain”. Y, claro está, en un homenaje al músico nacido en Chelsea no podía faltar ese buque insignia, como recuerdo para Corea y de Lucía. Antonio Serrano realizó la introducción de casi tres minutos sobre “El Concierto de Aranjuez”, del maestro Rodrigo, antes de que comenzara a sonar la pieza en sí de Corea. Los solos se distribuyeron entre Antonio Serrano (que llevó más el peso de la pieza) y la trompeta de Raynald Colom, con espacio también reservado al líder del grupo, Carlos Benavent. La versión resultó original y el auditorio, a su término y puesto en pié, premió con un unánime y cariñoso aplauso que llegó a los músicos en esa comunicación que cada noche, en Jazz San Javier, se da casi por defecto. Naturalmente pedían más y el sexteto lo dio, con otra pieza de Benavent titulada “Tirititrán Catalán” (único tema del bajista que grabó Corea), con el que ponían el broche a este homenaje de Jazz San Javier al pianista de alma española Chick Corea y al desaparecido guitarrista Paco de Lucía.

Our Spanish Heart al completo.
La segunda parte de esta noche de clausura del XVIII Jazz San Javier, se iba a convertir en una auténtica fiesta de cierre. Su protagonista, el guitarrista, compositor y cantante norteamericano Joe Louis Walker, quien ya visitó el festival en 2011 en la edición XIV. Un decorado musical absolutamente diferente al primero, pero no por ello menos lucido e importante en este broche de platino para una edición, la XVIII, que sitúa a Jazz San Javier en su mayoría de edad y entre los más demandados del panorama internacional. 

Walker desplegó sus amplios conocimientos. Uno de ellos fue el slide, con el que logró verdaderos momentos de lujo.
El concierto se iniciaba, por decirlo así, con unos últimos ajustes de instrumentos en cuanto al sonido. De inmediato, Walker exclamó: “¡Hola! ¡Holaaa!”. El auditorio respondió a esa segunda llamada al unísono y la fiesta del blues comenzó con temas de BB King, Buddy Guy, de su propia cosecha y la música se desplegó por todo el Parque Almansa, más allá de las fronteras de su auditorio, con piezas como “Man Of Many Words”, “Young Girl's Eyes”, “Gospel Blues”, “Don't Let Go”, “Witchcraft” o “In The Morning”, “Soldier For Jesus” y “Hornet's Nest”. Ocho primeras piezas que dejaron al personal muy situado en el concierto y el ambiente que la banda de Joe Louis Walker supo instalar de inmediato. 

Byron Cage mostró contundencia y maestría en la batería.

Lenny Bardford fue la otra parte de la sección rítmica que trazó los raíles del concierto.
Ni que decir del famoso “foso” del auditorio, que se llenó al poco de comenzar su actuación el guitarrista de San Francisco que a pesar de contar ya con 65 tacos, se mueve como uno de 40 en el escenario y lanza sus arengas musicales a todo bicho viviente que se encuentre en la sala. El ambiente estaba ya cargado y Walker dejó sonar “You Don't Love Me Girl”, para sosegar un poquito al público y dejarle tomar aire antes de regresar a los temas más frenéticos, en los que Walker deslizaba sus dedos con una agilidad pasmosa o, en otros momentos, hacía uso de su slade para reivindicar un espacio en la cúspide del género. 

Philip Young fue el multi instrumentista del grupo, al encargarse del piano, Hammond B3 y los saxos.
Philip Young con el saxo.
Con una banda conformada por el bajista Lenny Bardford y Byron Cage, en la batería, que eran las piezas clave de su sección rítmica contundente y segura, mientras desde los teclados eléctricos, el piano, el Hammond B3 o el saxo, Philip Young adornaba o creaba el clímax necesario (el Hammond B3 es indispensable para un ambiente perfecto de blues) que hacía revolotear hasta los escasos grillos que este año se asomaban por el Parque Almansa. Por si esto fuera poco, Walker invitó a marcarse unas piezas con ellos a Antonio Serrano quien elevó aún más, la temperatura de una noche que ardía, literalmente, a ritmo de blues. Serrano estuvo más que a la altura, como lo demostraron los norteamericanos que no salían de su asombro y sorpresa ante tan gran músico. Otro aldabonazo de temas tales como “Blue Guitar”, “Slow Down GTO”, “Eyes Like A Cat”, “Lover's Holiday” o “All I Wanted To Do” y “Rambli'n Soul” colocaban un fin de fiesta apoteósico, que dejó al público con ganas de mucho más aunque se mostraban bastante satisfechos. Joe Louis Walker les había dejado “destrozados” pero contentos. 

Antonio Serrano invitado de Joe Louis Walker, captó la atención del grupo y dejó patente que es uno de los mejores del mundo con su instrumento.
En definitiva, una clausura brillante la del XVIII Jazz San Javier, para un festival que reitera su voluntad de continuidad y prestigio entre los que se celebran en estas fechas veraniegas en toda Europa. Clausura en la que Carlos Benavent e invitados pusieron el corazón en ese homenaje oficial de Jazz San Javier a Chick Corea (y particularmente de los músicos, ampliándolo a Paco de Lucía), mientras que Joe Louis Walker supo cómo divertir al respetable y dejar patente que puede convertirse (está en un momento dulce para ello) en el sustituto del recordado B.B. King, desaparecido este año y uno de los homenajeados en esta edición de Jazz San Javier junto a Joe Sample, Charlie Haden, Jimmy Scott y Tim Hauser (el fundador de Manhattan Transfer), fallecidos el pasado año. Larga vida a este festival, que volverá a su cita dentro de 11 meses. Lo esperamos con impaciencia.   

Todas las fotografías son obra de GOIO VILLANUEVA


El grupo de Joe Louis Walker y su invitado español, Antonio Serrano.

viernes, 31 de julio de 2015

LA ELEGANCIA DE CARLA COOK Y EL ESPECTÁCULO ARROLLADOR DE ROYAL SOUTHERN BROTHERHOOD PROVOCÓ UNA NOCHE ÚNICA EN SAN JAVIER

La cantante de Detroit se ha convertido en una de las voces del jazz más importantes del momento. Y desde Nueva Orleans, el mestizaje propio de la ciudad se refleja en la música del grupo que lidera Cyril Neville, con músicos de una enorme calidad.

Carla Cook ha vuelto a repetir éxito en su regreso a San Javier.
El Jazz San Javier, en ocasiones, nos proporciona noches increíbles como la que se vivió el sábado, 25 de julio, en el escenario del auditorio Parque Almansa. Lo habitual, conciertos de contrastes musicales, estaba asegurado. Lo que sobre el papel no se indicaba es que la calidad, elegancia y maestría de los músicos que iban a protagonizar ambos conciertos era sublime. Es una apreciación que no se conoce, hasta que no se celebra el concierto y recibes, a través de la música, esas sensaciones tan excitantes y placenteras a la vez. La primera parte estuvo protagonizada por una de las, para mí, mejores voces que existen en estos momentos en el jazz vocal femenino. Se trata de la cantante de Detroit, Carla Cook, que regresaba al festival tras su primera visita en la edición XIV celebrada en 2011 y como ahora, con el trío del pianista catalán Albert Bover. Elegancia donde las haya sobre el escenario, en todos los sentidos. La segunda parte, aún siendo absolutamente diferente, no por ello bajó en calidad. Todo lo contrario. Se pudo comprobar que haciendo blues, rock o funky se puede ser tan buen músico como otro que practique jazz. Y eso es, exactamente, lo que pudimos ver y escuchar a la banda que lidera Cyril Neville y que atiende al nombre de Royal Southern Brotherhood (Real Hermandad del Sur). Una sólida formación que mezclan esos estilos que he citado logrando, sin que parezca un esfuerzo para ellos, una música resultante que te engancha sin remedio desde la primera nota con una puesta en escena cuidada y festiva. Todo el espectáculo norteamericano, en estado puro.

El pianista catalán Albert Bover.
Jazz San Javier acogió hace, ahora, cuatro años la colaboración que el propio festival ha venido propiciando entre músicos españoles y los de otra nacionalidad. Uno de esos casos fue presentado en 2011 (la XIV edición), entre el trío del pianista catalán Albert Bover y la cantante norteamericana Carla Cook. Aquel concierto dejó un gratísimo recuerdo que lejos de olvidarse, se acrecentó cuando en la segunda parte, la Lincoln Center Orchestra que lidera Wynton Marsalis, invitó a Carla a interpretar un viejo tema de Duke Ellington y confirmamos aún más la calidad de esta cantante, con el respaldo de una big band como la Lincoln. Pues bien. Han pasado cuatro años de aquel concierto y con nuevo repertorio al de entonces, el regreso del mismo trío y cantante se nos presentaba como una de las noches de gran altura musical para, sobre todo, los que denomino “aficionados pata negra” del género. Y así fue. Carla Cook ha crecido en este tiempo, de una manera grandiosa hasta el punto de que se ha convertido en una de las voces habituales de la Lincoln Center Orchestra, en sus conciertos neoyorkinos.

El contrabajista Ignasi González.
El comienzo de este concierto corrió a cargo del trío que lidera el pianista catalán Albert Bover, que se completa con el bajista Ignasi González y el baterista Jo Krausse (alemán, residente en Premiá de Mar desde 1993). Una pieza instrumental, “Evidence”, del recordado Monk, que enlazaron con “Simply Natural” (tema de la cantante que titula uno de sus discos) para que apareciera en escena Carla Cook.
Tras dar las buenas noches y explicar que estaba contenta de regresar al festival, Carla Cook y el trío de Albert Bover abrieron el tarro de sus esencias y éstas se esparcieron por el auditorio, con piezas como “Like a lover”, “Softly As In A Morning Sunrise”, “Honeysuckle Rose” (otro estándar de Fats Waller) o “Salt Song” de Staley Turrentine, con una introducción que Krausser ejecutó limpiamente emulando las congas del original. Piezas en las que Carla Cook fue dejando su impronta interpretativa que ha crecido –y mucho-, en los últimos cuatro años. Sus registros vocales son amplios y limpios; puede lograr notas altas con las que embobar al más pintado, pero luego juguetea con éstas y los graves y medios mientras practica “scat” con una facilidad asombrosa. Lo cierto es que me recordaba por momentos (y salvando las distancias) a Ella Fitzgerald. 

Jo Krausse reside en España desde 1998 y es uno de los más prestigiosos bateristas de Europa.
Después del frenesí de corte brasileño que supuso la pieza de Turrentine, la calma se hizo presente con un tema italiano que hizo popular su compositor y cantante, Bruno Martino: "Estate". Luego, el regreso a Thelonius Monk con "Well, Yo Needn't", en la que Carla Cook imitó en "scat" el sólo del tradicional saxofonista Charlie Rouse, que fue el más habitual de los acompañantes de Monk en su grupo. Maravillosa Carla, que sabe calcular la temperatura del auditorio en todo momento, como demostró en esta pieza a ritmo de bop. Con "Hold To God's Unchanging Hand" (una recreación de un gospeld) llegaba al final de su concierto en San Javier, esta magnífica cantante nacida en Detroit y compañera de estudios musicales de otra virtuosa del violín, que ya visitó este festival: Regina Carter. El auditorio, puesto en pié, solicitaba un poco más. Habíamos estado en la gloria y nadie quería acabar con ese placentero momento. Así es que Carla Cook y el trío de Albert Bover (su familia española, según indicó al presentar a estos músicos) regresaron al escenario para regalar un bis de Duke Ellington: "In a mellow tone". Broche espléndido, para una Señora del Jazz que a sus 53 años posee un potencial increíblemente enorme. 


Carla Cook y el trío del pianista Albert Bover.
La segunda parte de esta penúltima jornada de Jazz San Javier iba a cambiar el estilo, como cuando se da la vuelta a un calcetín. Pere no por ello, la calidad de sus protagonistas musicales iba a decaer; muy al contrario, la Royal Southern Brotherhood que lidera el cantante y percusionista Cyril Neville nos iba a trasladar a los pueblos y campos sureños, de una Norteamérica variopinta en sus paisajes, personas y músicas. El blues, rock y funky se mezclan para lograr un resultado compacto y bien ensamblado que proporciona, sin duda, un estado placentero donde los haya y en el que la música es el tren que te recorre todo tu ser, sin que puedas parar ni por un momento esa sensación. El grupo, además de Cyril Neville, está conformado por Tyrone Vaughan, guitarra y voces; Bart Walker, con su sombrero y barba, también en guitarra y voces; un buenísimo Charlie Wooton, en el bajo y coros y el baterista Yonrico Scott, que ofreció junto a Wooton, una de las secciones rítmicas más conjuntadas y contundentes que hemos visto en Jazz San Javier. "Reach My Goal" fue su tarjeta de presentación, para continuar a ritmo de funky con "Moonlight Over The Mississippi". 

El cantante y líder del grupo Cyril Neville.
La Royal Sothern Brotherhood se muestra como una banda sólida, en la que hay concesiones para todos sus componentes. Así, los guitarras se van alternando en los solos mientras que el bajo y el batería desarrollan todo el peso rítmico de todas y cada una de las canciones que va interpretando la voz de Cyril Neville y que, en ocasiones, va adornando con sus percusiones. Fue el caso, a ritmo de reggae, de “Don’t Look Back”, otro de los temas que aparece en su más reciente disco del mismo título.

El contundente bajista del grupo Charlie Wooton.
El grupo no da respiro y enlaza un tema con otro, sin apenas esperar unos segundos. No hay presentaciones ni cosas que se le parezcan; prefieren ir directamente a desarrollar todo su potencial musical, al objeto de dejar al aficionado totalmente pegado al concierto y sin que tenga tiempo para un mínimo despiste. Así que buena parte de ese su último disco continuó sonando, a través de temas como “Poor Boy” e “I Wanna Be Free”; dos piezas en el más puro estilo de rock sureño que colocaron a un buen número de aficionados intentando hacerse con un hueco en el ya famoso foso del auditorio.

Bart Walker durante un momento del concierto.
Ya indiqué al principio, que estos músicos poseen una sobrada calidad y maestría. Una muestra fue el comienzo de “Fountain Teller”, un blues pegajoso en el que Cyril Neville tiene momentos sublimes y un solo de guitarra que se mueve lentamente, como si fuera una chica que te quiere enamorar. La fiesta continuaba con otra pieza a caballo entre el blues y el rock (aunque más de éste último) titulada “It’s All Good”. Y apenas unos segundos después, otro cañonazo de este grupo nacido en New Orleans entre rock y funky: “Runnig Water”. Demostración de algunos conocimientos de Charlie Wooton, que utilizó su guitarra de bajos como una solista realizando un solo magistral de siete minutos, que dejó al personal petrificado. Y a continuación (quedaba claro que éste era el tema para la sección de ritmo), el baterista Yonrico Scott hizo lo propio, con otra demostración de su dominio percutivo por espacio de cuatro minutos y medio, reenganchándose su compañero Wooton, retomar todos el camino y fusionar con "Greasy".

Tyrone Vaughan uno de los dos guitarristas con que cuenta el grupo.
Con "Rock and Roll" acababan esta fiesta inequívocamente americana, la Royal Southern Brotherhood en esta su primera visita a Jazz San Javier, que dejaba un imborrable recuerdo en el público y una puerta abierta de par en par, para su futuro regreso con nuevos proyectos a esta cita veraniega. El auditorio, entusiasmado, solicitaba mucho más y la banda regresó al escenario, para regalar dos largos buses: "Yellow Moon" y "The Uptown Ruler/Everyday People/The Uptown Ruler". Los aficionados se dieron por satisfechos, el grupo vendió sus discos y todos, absolutamente todos, tan contentos y felices. 
En definitiva, una penúltima jornada la de este XVIII Jazz San Javier, en la que hubo elegancia y espectáculo dentro de un marco de mucha calidad. La jornada de clausura tendrá también dos partes bien diferenciadas. La primera, un homenaje a Chick Corea con el bajista catalán Carles Benavent, que lidera un grupo de músicos españoles reunidos para la ocasión. La segunda parte, una vez más, el blues que nos dejará uno de los más firmes valores del momento, que regresa a San Javier: Joe Louis Walker.

Todas las fotografías son obra de GOIO VILLANUEVA

El baterista Yonrico Scott.

La Royal Southern Brotherhood.

jueves, 30 de julio de 2015

NOCHE Y DÍA EN SAN JAVIER, CON ENRIQUE HEREDIA “NEGRI” Y NETTWORK


El cantante de Lavapiés ofreció un concierto de calidad, al que invitó a la cantaora catalana Montse Cortés y al trompetista neoyorkino Jerry González. La parte nocturna corrió a cargo de Nettwork; cuatro músicos de excelente altura, que emborracharon al auditorio con sus temas vanguardistas.


Enrique Heredia y su grupo e invitados.
El Festival de Jazz de San Javier ofreció, en su undécima jornada de la XVIII edición, dos conciertos absolutamente diferentes atendiendo a una de sus señas de identidad. Pero fueron, en efecto, como el día y la noche. Los encargados de cada parcela fueron Enrique Heredia “El Negri”, que invitó para la ocasión a la cantaora catalana Montse Cortés y al trompetista neoyorkino afincado en Madrid Jerry González. Después, cuatro auténticos jabatos del jazz conforman el grupo Nettwork, que en su intento de buscar nuevas fronteras musicales “emborracharon” a un auditorio deseoso de poder disfrutar con sus magisterios. Jornada contrastada, de la que les amplío detalles.


El cantante, compositor y guitarrista Enrique Heredia “Negri” visitaba por tercera ocasión Jazz San Javier para regalar un concierto, conformado por una selección de sus temas o los que ha grabado de otros compositores. En sus anteriores visitas, El Negri interpretó las canciones de su álbum “El último beso”, dedicado a Agustín Lara, y colaborar en el espectáculo del pianista murciano Abdón Alcaraz “Bolero Flamenco”, que se estrenó en la edición XVI celebrada en 2013. Para la ocasión, El Negri invitó a la cantaora catalana Montse Cortés (una de sus preferidas, según confesó al presentarla) y al trompetista y percusionista neoyorkino, afincado en Madrid desde hace años, Jerry González. Junto a ello, el grupo que le acompañaba estaba integrado por el guitarrista Carlos Carmona, de la familia de los Habichuela; Ginés Pozas, en la percusión; José María Cortina, al piano; David Bau, en la batería; Antonio Ramos “Maca”, en la guitarra de bajos, y David Espinos, guitarra. Algunos cambios de última hora, en relación a los músicos anunciados, pero que no mermaron en absoluto el resultado esperado por el auditorio.

Enrique Heredia volvió a poner su corazón en su regreso a San Javier.
Este espectáculo que Enrique Heredia presentó en Jazz San Javier, se inició con un martinete pregrabado, con su banda ya en escena, a modo de preámbulo a su aparición que fue recibida con un gran aplauso y calor humano. No en vano, El Negri conquistó a los aficionados de San Javier desde su primera visita a este festival y desde entonces, el público no le ha abandonado. Una canción de su familiar Ray Heredia, “Lo bueno y lo malo” fue su tarjeta de presentación, con la que quiso recordar quién y cómo comenzó el nuevo flamenco del que El Negri es uno de sus valores más importantes. A continuación, una de sus primeras canciones, Sediento” (con letra de Machado) que ya dejaba una clara muestra de por dónde quería andar en la música este cantante, que vino al mundo en el madrileño barrio de Lavapiés en 1972. 

Un miembro más de la familia Habichela, Carlos Carmona en la guitarra flamenca.
El auditorio ya se mostraba entregado con Enrique Heredia, quien indicó que de todos era conocida la importancia que en su vida y trayectoria musical ha tenido Enrique Morente, para quien escribió, por malagueñas, la canción del mismo nombre en su memoria y homenaje. Para recuperar la alegría y las fusiones de las que El Negri ha sido uno de sus más vanguardistas músicos, nos presentaba a la cantaora Montse Cortés para, después de que interpretara la introducción con Carlos Carmona a la guitarra flamenca, recoger ya a todo el grupo y mientras sonaba “La nada” presentar a Jerry González que dejó sonar uno de sus primeros solos de trompeta. Bueno, aquello fue un toque maestro, que puso el auditorio boca arriba.

Jerry González en un momento del concierto.
Naturalmente había que hacer honor a lo anunciado en el programa y por ello, Enrique Heredia nos dejó escuchar, una vez más, uno de los boleros más conocidos del maestro mejicano Armando Manzanero: “Contigo aprendí”. Pero no fue una versión más al uso. El Negri se recrea en esta partitura de Manzanero, en la que no llega a perder la esencia del bolero pero sí lo enriquece introduciendo partes de flamenco, son cubano y una pizca de funky. El resultado es una pieza auténticamente Enrique Heredia “Negri” que el auditorio supo premiar. Tras ello, otro bolero de los que Negri gusta de cantar desde siempre, con el acompañamiento del piano: “Mía”. Es uno de esos boleros en los que su letra nos indica que pueden ocurrir muchas cosas en la vida, pero lo primero siempre quedará como reza esta letra: “Aunque tu vayas por otro camino y jamás nos ayude el destino, nunca te olvides que sigues siendo mía”. Sobran más comentarios.

La cantaora catalana Montse Cortés.
Más aplausos y ya con el grupo, de nuevo, otra pieza de Manzanero titulada “Esta vez que te vas”, que Jerry González enriqueció con su trompeta con sordina impregnándola de un ambiente más íntimo y seductor. El Negri indicó que cuando muchos jóvenes gitanos como él estaban a la búsqueda de nuevas fronteras, de nuevos sonidos, se encontraron con Jerry González que los guió a todos por los caminos del jazz latino. Para Enrique Heredia es una bendición, declaró, el poder contar con un maestro como él. Así es que le indicó que le marcaba la clave de 2/3, para comenzar el huahuancó y dejar sonar una fusión de ritmos caribeños y flamencos que extasió a los asistentes.

José María Cortina, además de tocar el piano, fue el director del grupo.
El concierto llegaba a los 55 minutos y, aunque no lo crean (y está siendo casi una constante en esta edición) estábamos muy cerquita del final. “La luz” es otra pieza que se integra en el último disco de Enrique Heredia y que ha grabado con Andrés Calamaro, para la que demandó, de nuevo, la presencia de Montse Cortés, quien sorprendió por sus fraseos fuera del flamenco. Aunque bien mirado, los nuevos valores no deberían de asombrarnos con estas incursiones en otras fronteras musicales. No en vano siguen en una búsqueda continua de fusiones, con otras corrientes que como el propio Enrique Heredia declaró en una ocasión son, realmente, una misma música que expresa el sentimiento, corazón, fatigas de las que hablan sus letras… En suma, tienen el perfume de la calle; “por eso, enfatiza El Negri, el flamenco es música mestiza que no entiende de fronteras”. Con esta luz musical finalizaba este su tercer paso por Jazz San Javier, Enrique Heredia “Negri”. Un concierto que no sólo al que suscribe, si no a todo el auditorio le supo a poco teniendo en cuenta que aquí los conciertos siempre tienen una duración mínima de hora y 20 ó 25 minutos, más los bises. 

El bajista Antonio Ramos "Maca".
Bueno, no se hizo de rogar. Volvió al escenario, para regalar uno de sus iconos musicales: “La alegría de vivir”, que todo el auditorio coreó y acompañó con sus palmas. Bueno, hora y diez minutos de concierto. Insisto: Una constante que en esta XVIII, se ha dado en varios de los 19 conciertos ofrecidos hasta ahora. Veremos hasta el final cómo resultan los que restan. 

Ginés Pozas se ocupó de la percusión.
El batería David Bau.
La segunda parte de esta undécima jornada se tornó totalmente. Si el día fue Enrique Heredia, la noche fue cosa de Nettwork. Una formación conformada por el bajista Charnett Moffett (que lidera el grupo), Stanley Jordan (que visitaba por primera vez San Javier), guitarra; el belga Casimir Liberski, al piano (también su primera visita al festival) y el batería Jeff “Tain” Watts, que ya actuó en esta cita veraniega formando parte del selecto grupo CTI, del productor Creed Taylor, en la edición XII celebrada en 2009. Cuatro auténticas joyas del jazz actual, que habían despertado mucha expectación y que con el paso del concierto “emborracharían” de esos nuevos sonidos a un auditorio deseoso de poder disfrutar, por ejemplo, de Stanley Jordan, al que poco espacio dejó Moffet. Con las primeras notas de aires aflamencados -más en la línea mejicana, de lo que se suele escuchar en las películas americanas- el contrabajista fue presentando a sus compañeros de viaje, antes de comenzar “Gypsy”.

El bajista y líder de Nettwork Charnett Moffett.
Bueno. Después de este primer aldabonazo de poco más de 16 minutos en los que, sobre todo, se escucharon muchos matices de bajo y algún espacio para el pianista Casimir Liberski, el grupo inició, en esa misma dinámica, su pieza “Mediterranean”, para continuar con “Spirit Free” que hacía honor a lo que el auditorio estaba presenciando. En algunas caras, se adivinaba una cierta decepción de tan cualificados músicos de jazz de los que, a buen seguro, esperaban otro tipo de concierto mucho más alejado de la experimentación que practicaban sobre el escenario del Parque Almansa.  Así las cosas llegaron más creaciones del cuarteto como “Movement Of Freedom”, “Freedom Swing/Bean Me Up”, “Dreams / Seeker Of Truth” o “Nett Man 2”, siempre en la misma línea argumental. Una parte del auditorio se mostraba entusiasmada con el concierto y a cada pausa aplaudían y silbaban como muestra de su agrado y devoción por este cuarteto que, en ocasiones, es trío. 

El baterista Jeff Watts.

El pianista belga Casimir Liberski.
Ciertamente, las piezas en las que intervino más Stanley Jordan resultaron más apropiadas a lo que muchos de los presentes esperaban, a priori, de estos cuatro músicos. En ellas, Jordan dejó constancia de su excelente maestría con las seis cuerdas y su ya famosa técnica del “tapping” que, en efecto, da la sensación de estar escuchando varias guitarras. Así que sonaron temas como “D Raga”, “OC 2”, “For Those Who Know” (con un solo de batería de Watts), “Freedom” o “The Jam” (en la que invitaron a Jerry González), con el que finalizaban este concierto ofrecido en San Javier. El auditorio que había quedado hasta el final aclamaba al cuarteto y demandaba un poco más, así que los cuatro músicos, sin abandonar el escenario y con Jerry González en la trompeta, regalaron un bis: “Love For The People”, que resultó ser uno de los que más conectaron con el auditorio. 

Stanley Jordan dejó una muestra inequívoca de su magisterio.
Jerry González fue invitado a participar del concierto de Nettwork.
En definitiva, noche desigual en la que Enrique Heredia “Negri” nos volvió a regalar una actuación de encanto, aunque escasa, para después adentrarnos en terrenos más propios de la etapa “free” por la que pasó en su momento el jazz, con la vanguardia que pusieron sobre el escenario el cuarteto Nettwork, que lidera el bajista Charnett Moffett, con Stanley Jordan, Casimir Liberski y Jeff “Tain” Watts. Dos estilos que fueron el día y la noche de esta undécima jornada del XVIII Jazz San Javier. La número doce nos anuncia otro regreso: el de Carla Cook con el trío del pianista catalán Albert Bover. Después, rock y blues con algo de funky proporcionado por una banda que posee un enorme potencial: Royal Southern Brotherhood.

Todas las fotografías son obra de GOIO VILLANUEVA

Nettwork durante su concierto.


martes, 28 de julio de 2015

FLAMENCO Y JAZZ SE ABRAZAN ANTE UNA DAMA.

El gaditano Antonio Lizana y su Septeto ofrecen un magnífico concierto en San Javier. La Dama del Jazz, Dianne Reeves recibe el Premio del Festival por toda su trayectoria.


Antonio Lizana, compositor, saxofonista y cantante.
El duende, en el flamenco, es el mayor valor añadido que tiene esta música, porque es el que desata y expande toda la grandeza que encierra. Una especie de locura que se generaliza cuando aparece. Y en la noche del miércoles, 22 de julio, el duende apareció sobre el escenario del auditorio del Parque Almansa de San Javier de la voz, el baile y la música que nos dejaba el gaditano Antonio Lizana y su Septeto. Un tornado musical que fue atrapándonos desde el primer momento absorbiéndonos por completo, con nuestra absoluta aprobación y consentimiento. Y luego vino la calma, que nos proporcionó una de las Damas del Jazz: Dianne Reeves. Su voz resultó un bálsamo apaciguador, que volvió a seducirnos de nuevo como ya hizo en sus anteriores visitas a Jazz San Javier. Tan es así, que el festival le entregó su Premio a Toda una Vida en la música. Una noche muy especial, que les cuento de inmediato.

Antonio Lizana suele actuar descalzo, como se puede apreciar.
En los últimos meses, les he de confesar que me habían llegado diversos comentarios sobre un cantaor, compositor y saxofonista de la Isla de Cádiz (como El Camarón) o San Fernando, llamado Antonio Lizana. Unas fechas antes de que comenzara esta edición del Jazz San Javier, incluso había estado muy cerca de la capital murciana pero no pude ir a verle. Lo cierto es que la curiosidad me recomía por dentro y eso, amigos míos, no es buena cosa hasta que se ha saciado. Pues bien, en la noche de ese miércoles 22 de julio, no sólo el que suscribe sino todo un auditorio, se puso a los pies de Antonio Lizana y su Septeto. El músico dejó patente por qué es uno de los más apreciados nuevos valores del flamenco y el jazz español. Antonio Lizana domina ambas corrientes musicales creando piezas en las que va de una a otra, con una facilidad y naturalidad pasmosas y de manera sublime.

El bajista de Las Palmas Tana Santana.
Les había indicado que el duende es como una especie de quintaesencia. En su libro “El flamenco, vida y muerte”, Fernando Quiñones (recordado estudioso del flamenco ya desaparecido), nos habla del tarab; “una especie de embriaguez que está unida al flamenco (data de los tiempos mozárabes españoles) y que en nuestros días se llama duende. Hace perder la cabeza a quienes llegan a experimentarlo, privándolos pasajeramente de su yo exterior, como si los devolviera a su infancia, a las fuentes de la vida y el mundo”.  Y algo así pudimos vivir en esa noche del 22 de julio, con el concierto que Antonio Lizana nos ofreció en Jazz San Javier. El comienzo de esta perturbación o enajenación consentida, se iniciaba con “Razón”, tras la que el gaditano presentó a su septeto conformado por el pianista santanderino Marcos Salcines; en el bajo, el canario, de Las Palmas, Tana Santana; Michel Olivera, cubano, en la batería; Epi Pacheco, también de San Fernando o la Isla de Cádiz, en las percusiones; Adriano Lozano, en la guitarra flamenca; y los coristas Milagros Expósito y José Mawi Castaño quien, además, se ocupó del baile. 

El santanderino Marcos Salcines al piano.
Antonio Lizana ya dejó una primera muestra de lo que encierra, de su “duende”. Sale al escenario descalzo, como mostrando su caminar por la música que transcurre sin ataduras pero limpiamente. Pasa del flamenco al jazz con una facilidad absoluta, dominando ambos géneros. Lo demostró con los tangos gaditanos “Tú déjalo estar” que ligó con “Destino”, en una fiesta alegre que desataba los malos espíritus y dejaba total libertad a la música. De nuevo, Antonio Lizana se dirigió a los asistentes para indicarles que se había traído uno cuantos ejemplares de su primer disco, que era muy bonito en el diseño y que sería una lástima, subrayó, que se los tuviera que llevar de vuelta a Cádiz. La gracia natural de los gaditanos tampoco le falta. Luego indicó que ya han grabado su segundo disco, pero que está próximo a salir al mercado. No obstante, nos regalarían varias canciones del mismo. La primera, explicó Lizana, se titulaba “Déjate sentir” y no era una arenga a ninguno de los presentes, si no cosas que se escribe Antonio Lizana de auto terapia, a ritmo de bulerías. 

Milagros Expósito y José Mawi coros y baile.
Después llegarían “La Puerta de la Luna” y de vuelta con los tangos flamencos a través de “Con la ilusión de volver” (otro mensaje subliminal a la dirección de Jazz San Javier), que provocó un estallido de aplausos y muestras de homenaje a este músico español, de La Isla de Cádiz, que ha bebido del flamenco desde muy niño y que conoció el jazz, a raíz de su formación musical en el Centro Superior de Música del País Vasco, el Musikene.

Epi Pacheco se encarga de la percusión.
Acabados algunos de los temas del nuevo disco (segundo de su, todavía, corta trayectoria musical en cuanto a estos menesteres de los discos), Lizana y su gente volvieron al tajo para, por alegrías, devolvernos hacia los ambientes de su Cádiz y su San Fernando con “Airegrías” (la introducción del guitarrista Adriano Lozano, nos recordaba el espíritu de Paco de Lucía), mientras José Mawi colocaba el baile con su dibujo arabesco y su arte. Reza una coplilla de “Airegrías”: “Cuando uno entra a Cádiz por su bahía, entra en el paraíso de la alegría”. Puro arte del flamenco mayor, sabiamente fusionado en otros momentos de la pieza con el saxo de Lizana que nos lleva hacia terrenos inequívocamente jazzísticos y enriquecidos, a la vez, por otras corrientes que fluyen sin cesar en su mente. Es la improvisación que permite la música de jazz, su mezcla con otras tendencias con resultados preciosos y ricos como los que nos estaban regalando estos siete músicos de diferentes puntos de España y Cuba.

Adriano Lozano utiliza su guitarra flamenca más allá de los cánones.
Y llegó el final, aunque no nos gustara. Primero con “Raudales de alegría”, para que la fiesta no decayera “Viento de la Mar”. En ésta –con esa gracia natural que tienen los gaditanos-, Antonio Lizana pidió la colaboración del auditorio al objeto de que emularan las olas de la mar. La mitad tenía que decir “Shhhh” y la otra mitad “Ahhh” a modo de exhalación. No hizo falta más que un ensayo general. Mientras el público hacía su parte, la guitarra de Adriano Lozano dejó escapar las primeras notas y Lizana, que canta porque le gusta aunque no es su meta, nos decía “Sopla viento de la mar. Sopla en la madrugá, aquel aire que trae una sonrisa…” Y el saxo soprano del gaditano entraba en acción, una vez más, para deslizarse desde el flamenco hasta el jazz pasando por un poquito de bossa, volver a “La Tarara”, regresar al jazz y dejar su espacio al bajo de Tana Santana que nos situó a todos en una sinfonía multicolor de notas y coros. En definitiva, un concierto que gustó al auditorio de Jazz San Javier y que ha demostrado que Antonio Lizana y su grupo tocan flamenco y jazz, con una maestría fuera de lo común deslizándose por ambas corrientes como un trasatlántico lo hace por un océano, como el que baña la bahía de Cádiz. Personalmente, el de Antonio Lizana me parece uno de los valores más sólidos en estos momentos, en los que el jazz español se debate entre continuar o no con la fusión del flamenco con las múltiples corrientes que se dan en el jazz. Con Lizana está claro que sí se puede y se debe hacer de esa manera.

El arte de José Mawi en el baile.

El septeto del saxofonista Antonio Lizana.
 La segunda parte de esta décima jornada del XVIII Jazz San Javier, nos estaba reservada para volver a escuchar a una de las Damas del Jazz del momento. Dianne Reeves regresaba al festival para ofrecernos buena parte de sus canciones integradas en su disco “Beatiful Life”, que ha logrado el Grammy 2015 al Mejor Disco de Jazz Vocal. En esta su tercera visita, Reeves iba a recibir el Premio del Festival a Toda Una Carrera Musical; premio que fue instaurado en 2002 y cuyo primer ganador fue el acordeonista Richard Galliano.

Dianne Reeves y su grupo.
El concierto comenzó con una versión instrumental de “Summertime” (de la ópera de Gershwin “Porgy & Bess”) a cargo del grupo que acompaña a la cantante y conformado por su pianista y arreglista Peter Martin (quien también ha visitado en varias ocasiones el festival); el gran Romero Lubambo, en las guitarras; Reginal Veal, en el bajo eléctrico y contrabajo, y el baterista Tereon Gully. Una pieza que les sirvió, al tiempo, para ajustar el sonido ya que no pudieron llegar a las pruebas de la tarde. Tras esos doce minutos de ajuste, Dianne Reeves apareció en el escenario del Parque Almansa con las primeras notas de “Dreams”; una de las canciones pertenecientes a ese disco Grammy 2015.

Dianne Reeves volvió a dejar un concierto cautivador.
Tras dar las buenas noches y saludar al público, Dianne atacó varias piezas más como “Who Will Buy” (traía un cierto recuerdo a “Fever”, aunque no lo era), “That’s All” (una introducción en “scat”) e “I’m In Love Again” (una balada casi bossa, en la que Romero Lubambu reiteró su magisterio interpretativo y creativo con las seis cuerdas brasileñas) que pronto resituaron al auditorio en la parcela de Dianne.

El disfrute del contrabajista Reginald Veal.
Con un público ya bien situado, la cantante de Detroit comenzó a desplegar su paraguas interpretativo que, sin duda, ha ido ganando muchos enteros a lo largo de toda su trayectoria. Así es que como el ambiente estaba propicio para ello, se dejó sonar “Our Love Is Here To Stay” (otro bossa con un Lubambu que se salía y que el respetable supo premiar debidamente) y regreso a su disco premiado este año como mejor del jazz vocal a través de una de sus canciones: “Cold”. 

El guitarrista brasileño Romero Lubambo.
Dianne Reeves ha seguido los pasos de las grandes divas del género y así no puede, por menos, que adentrarse en el “scat”; una especialidad vocal difícil donde las haya pero que la cantante norteamericana ha sabido dominar, como demostró en “Tango”, otro de los temas que conforman su premiado álbum “Beautiful Life”. Tras ello, una versión más extendida que la del disco de “Waiting In Vain”, que para el cd grabó junto a Lalah Hathaway. 

El pianista Peter Martin en un momento del concierto.

El baterista Tereon Gully.
Cuando parecía que ya había finalizado el tema, el director del festival intervino para anunciar que se iba a hacer entrega del Premio otorgado en esta XVIII edición, a la intérprete. Para ello solicitó la presencia del alcalde de San Javier, José Miguel Luengo, así como su concejal de Cultura, David Martínez, y la nueva consejera del ramo del gobierno regional murciano, Noelia Arroyo. Dianne Reeves agradeció el premio y acabó la pieza que, por un despiste más que nada, se vio interrumpida en la creencia de que había finalizado. Los músicos ni le dieron importancia y tan es así que después del protocolo, volvieron al tema como si tal cosa. Luego llegó el bis, tras la insistencia de un auditorio totalmente entregado a esta Dama del Jazz que se llama Dianne Reeve, que nació en Detroit hace casi 59 años (los cumplirá en octubre de este año) y que se ha convertido en un referente mundial del jazz vocal. “Beatiful Life” fue su premio a un público fiel y entregado, como el de Jazz San Javier. 

Dianne Reeves recibe el Premio del Festival 2015.
En resumen, una noche de ensueño, de muy buenas vibraciones en todos los sentidos y en la que el flamenco y el jazz se abrazaron, en presencia de toda una Dama. La undécima jornada de esta XVIII edición tendrá, igualmente, dos contrastes. El primero lo pondrá Enrique Heredia “Negri”, que regresa a San Javier por tercera ocasión para ofrecer piezas de su disco “Mano a Mano” dedicado a las canciones del mejicano Armando Manzanero. Le acompaña uno de los impulsores del latin jazz, Jerry González, que aunque nacido en Nueva York vive desde hace años en Madrid. Y también invitada para la ocasión, la gran cantaora Montse Cortés, gitana malagueña, que se sitúa entre las más firmes promesas del futuro cante femenino. 

Todas las fotografías son obra de GOIO VILLANUEVA