viernes, 31 de julio de 2015

LA ELEGANCIA DE CARLA COOK Y EL ESPECTÁCULO ARROLLADOR DE ROYAL SOUTHERN BROTHERHOOD PROVOCÓ UNA NOCHE ÚNICA EN SAN JAVIER

La cantante de Detroit se ha convertido en una de las voces del jazz más importantes del momento. Y desde Nueva Orleans, el mestizaje propio de la ciudad se refleja en la música del grupo que lidera Cyril Neville, con músicos de una enorme calidad.

Carla Cook ha vuelto a repetir éxito en su regreso a San Javier.
El Jazz San Javier, en ocasiones, nos proporciona noches increíbles como la que se vivió el sábado, 25 de julio, en el escenario del auditorio Parque Almansa. Lo habitual, conciertos de contrastes musicales, estaba asegurado. Lo que sobre el papel no se indicaba es que la calidad, elegancia y maestría de los músicos que iban a protagonizar ambos conciertos era sublime. Es una apreciación que no se conoce, hasta que no se celebra el concierto y recibes, a través de la música, esas sensaciones tan excitantes y placenteras a la vez. La primera parte estuvo protagonizada por una de las, para mí, mejores voces que existen en estos momentos en el jazz vocal femenino. Se trata de la cantante de Detroit, Carla Cook, que regresaba al festival tras su primera visita en la edición XIV celebrada en 2011 y como ahora, con el trío del pianista catalán Albert Bover. Elegancia donde las haya sobre el escenario, en todos los sentidos. La segunda parte, aún siendo absolutamente diferente, no por ello bajó en calidad. Todo lo contrario. Se pudo comprobar que haciendo blues, rock o funky se puede ser tan buen músico como otro que practique jazz. Y eso es, exactamente, lo que pudimos ver y escuchar a la banda que lidera Cyril Neville y que atiende al nombre de Royal Southern Brotherhood (Real Hermandad del Sur). Una sólida formación que mezclan esos estilos que he citado logrando, sin que parezca un esfuerzo para ellos, una música resultante que te engancha sin remedio desde la primera nota con una puesta en escena cuidada y festiva. Todo el espectáculo norteamericano, en estado puro.

El pianista catalán Albert Bover.
Jazz San Javier acogió hace, ahora, cuatro años la colaboración que el propio festival ha venido propiciando entre músicos españoles y los de otra nacionalidad. Uno de esos casos fue presentado en 2011 (la XIV edición), entre el trío del pianista catalán Albert Bover y la cantante norteamericana Carla Cook. Aquel concierto dejó un gratísimo recuerdo que lejos de olvidarse, se acrecentó cuando en la segunda parte, la Lincoln Center Orchestra que lidera Wynton Marsalis, invitó a Carla a interpretar un viejo tema de Duke Ellington y confirmamos aún más la calidad de esta cantante, con el respaldo de una big band como la Lincoln. Pues bien. Han pasado cuatro años de aquel concierto y con nuevo repertorio al de entonces, el regreso del mismo trío y cantante se nos presentaba como una de las noches de gran altura musical para, sobre todo, los que denomino “aficionados pata negra” del género. Y así fue. Carla Cook ha crecido en este tiempo, de una manera grandiosa hasta el punto de que se ha convertido en una de las voces habituales de la Lincoln Center Orchestra, en sus conciertos neoyorkinos.

El contrabajista Ignasi González.
El comienzo de este concierto corrió a cargo del trío que lidera el pianista catalán Albert Bover, que se completa con el bajista Ignasi González y el baterista Jo Krausse (alemán, residente en Premiá de Mar desde 1993). Una pieza instrumental, “Evidence”, del recordado Monk, que enlazaron con “Simply Natural” (tema de la cantante que titula uno de sus discos) para que apareciera en escena Carla Cook.
Tras dar las buenas noches y explicar que estaba contenta de regresar al festival, Carla Cook y el trío de Albert Bover abrieron el tarro de sus esencias y éstas se esparcieron por el auditorio, con piezas como “Like a lover”, “Softly As In A Morning Sunrise”, “Honeysuckle Rose” (otro estándar de Fats Waller) o “Salt Song” de Staley Turrentine, con una introducción que Krausser ejecutó limpiamente emulando las congas del original. Piezas en las que Carla Cook fue dejando su impronta interpretativa que ha crecido –y mucho-, en los últimos cuatro años. Sus registros vocales son amplios y limpios; puede lograr notas altas con las que embobar al más pintado, pero luego juguetea con éstas y los graves y medios mientras practica “scat” con una facilidad asombrosa. Lo cierto es que me recordaba por momentos (y salvando las distancias) a Ella Fitzgerald. 

Jo Krausse reside en España desde 1998 y es uno de los más prestigiosos bateristas de Europa.
Después del frenesí de corte brasileño que supuso la pieza de Turrentine, la calma se hizo presente con un tema italiano que hizo popular su compositor y cantante, Bruno Martino: "Estate". Luego, el regreso a Thelonius Monk con "Well, Yo Needn't", en la que Carla Cook imitó en "scat" el sólo del tradicional saxofonista Charlie Rouse, que fue el más habitual de los acompañantes de Monk en su grupo. Maravillosa Carla, que sabe calcular la temperatura del auditorio en todo momento, como demostró en esta pieza a ritmo de bop. Con "Hold To God's Unchanging Hand" (una recreación de un gospeld) llegaba al final de su concierto en San Javier, esta magnífica cantante nacida en Detroit y compañera de estudios musicales de otra virtuosa del violín, que ya visitó este festival: Regina Carter. El auditorio, puesto en pié, solicitaba un poco más. Habíamos estado en la gloria y nadie quería acabar con ese placentero momento. Así es que Carla Cook y el trío de Albert Bover (su familia española, según indicó al presentar a estos músicos) regresaron al escenario para regalar un bis de Duke Ellington: "In a mellow tone". Broche espléndido, para una Señora del Jazz que a sus 53 años posee un potencial increíblemente enorme. 


Carla Cook y el trío del pianista Albert Bover.
La segunda parte de esta penúltima jornada de Jazz San Javier iba a cambiar el estilo, como cuando se da la vuelta a un calcetín. Pere no por ello, la calidad de sus protagonistas musicales iba a decaer; muy al contrario, la Royal Southern Brotherhood que lidera el cantante y percusionista Cyril Neville nos iba a trasladar a los pueblos y campos sureños, de una Norteamérica variopinta en sus paisajes, personas y músicas. El blues, rock y funky se mezclan para lograr un resultado compacto y bien ensamblado que proporciona, sin duda, un estado placentero donde los haya y en el que la música es el tren que te recorre todo tu ser, sin que puedas parar ni por un momento esa sensación. El grupo, además de Cyril Neville, está conformado por Tyrone Vaughan, guitarra y voces; Bart Walker, con su sombrero y barba, también en guitarra y voces; un buenísimo Charlie Wooton, en el bajo y coros y el baterista Yonrico Scott, que ofreció junto a Wooton, una de las secciones rítmicas más conjuntadas y contundentes que hemos visto en Jazz San Javier. "Reach My Goal" fue su tarjeta de presentación, para continuar a ritmo de funky con "Moonlight Over The Mississippi". 

El cantante y líder del grupo Cyril Neville.
La Royal Sothern Brotherhood se muestra como una banda sólida, en la que hay concesiones para todos sus componentes. Así, los guitarras se van alternando en los solos mientras que el bajo y el batería desarrollan todo el peso rítmico de todas y cada una de las canciones que va interpretando la voz de Cyril Neville y que, en ocasiones, va adornando con sus percusiones. Fue el caso, a ritmo de reggae, de “Don’t Look Back”, otro de los temas que aparece en su más reciente disco del mismo título.

El contundente bajista del grupo Charlie Wooton.
El grupo no da respiro y enlaza un tema con otro, sin apenas esperar unos segundos. No hay presentaciones ni cosas que se le parezcan; prefieren ir directamente a desarrollar todo su potencial musical, al objeto de dejar al aficionado totalmente pegado al concierto y sin que tenga tiempo para un mínimo despiste. Así que buena parte de ese su último disco continuó sonando, a través de temas como “Poor Boy” e “I Wanna Be Free”; dos piezas en el más puro estilo de rock sureño que colocaron a un buen número de aficionados intentando hacerse con un hueco en el ya famoso foso del auditorio.

Bart Walker durante un momento del concierto.
Ya indiqué al principio, que estos músicos poseen una sobrada calidad y maestría. Una muestra fue el comienzo de “Fountain Teller”, un blues pegajoso en el que Cyril Neville tiene momentos sublimes y un solo de guitarra que se mueve lentamente, como si fuera una chica que te quiere enamorar. La fiesta continuaba con otra pieza a caballo entre el blues y el rock (aunque más de éste último) titulada “It’s All Good”. Y apenas unos segundos después, otro cañonazo de este grupo nacido en New Orleans entre rock y funky: “Runnig Water”. Demostración de algunos conocimientos de Charlie Wooton, que utilizó su guitarra de bajos como una solista realizando un solo magistral de siete minutos, que dejó al personal petrificado. Y a continuación (quedaba claro que éste era el tema para la sección de ritmo), el baterista Yonrico Scott hizo lo propio, con otra demostración de su dominio percutivo por espacio de cuatro minutos y medio, reenganchándose su compañero Wooton, retomar todos el camino y fusionar con "Greasy".

Tyrone Vaughan uno de los dos guitarristas con que cuenta el grupo.
Con "Rock and Roll" acababan esta fiesta inequívocamente americana, la Royal Southern Brotherhood en esta su primera visita a Jazz San Javier, que dejaba un imborrable recuerdo en el público y una puerta abierta de par en par, para su futuro regreso con nuevos proyectos a esta cita veraniega. El auditorio, entusiasmado, solicitaba mucho más y la banda regresó al escenario, para regalar dos largos buses: "Yellow Moon" y "The Uptown Ruler/Everyday People/The Uptown Ruler". Los aficionados se dieron por satisfechos, el grupo vendió sus discos y todos, absolutamente todos, tan contentos y felices. 
En definitiva, una penúltima jornada la de este XVIII Jazz San Javier, en la que hubo elegancia y espectáculo dentro de un marco de mucha calidad. La jornada de clausura tendrá también dos partes bien diferenciadas. La primera, un homenaje a Chick Corea con el bajista catalán Carles Benavent, que lidera un grupo de músicos españoles reunidos para la ocasión. La segunda parte, una vez más, el blues que nos dejará uno de los más firmes valores del momento, que regresa a San Javier: Joe Louis Walker.

Todas las fotografías son obra de GOIO VILLANUEVA

El baterista Yonrico Scott.

La Royal Southern Brotherhood.

jueves, 30 de julio de 2015

NOCHE Y DÍA EN SAN JAVIER, CON ENRIQUE HEREDIA “NEGRI” Y NETTWORK


El cantante de Lavapiés ofreció un concierto de calidad, al que invitó a la cantaora catalana Montse Cortés y al trompetista neoyorkino Jerry González. La parte nocturna corrió a cargo de Nettwork; cuatro músicos de excelente altura, que emborracharon al auditorio con sus temas vanguardistas.


Enrique Heredia y su grupo e invitados.
El Festival de Jazz de San Javier ofreció, en su undécima jornada de la XVIII edición, dos conciertos absolutamente diferentes atendiendo a una de sus señas de identidad. Pero fueron, en efecto, como el día y la noche. Los encargados de cada parcela fueron Enrique Heredia “El Negri”, que invitó para la ocasión a la cantaora catalana Montse Cortés y al trompetista neoyorkino afincado en Madrid Jerry González. Después, cuatro auténticos jabatos del jazz conforman el grupo Nettwork, que en su intento de buscar nuevas fronteras musicales “emborracharon” a un auditorio deseoso de poder disfrutar con sus magisterios. Jornada contrastada, de la que les amplío detalles.


El cantante, compositor y guitarrista Enrique Heredia “Negri” visitaba por tercera ocasión Jazz San Javier para regalar un concierto, conformado por una selección de sus temas o los que ha grabado de otros compositores. En sus anteriores visitas, El Negri interpretó las canciones de su álbum “El último beso”, dedicado a Agustín Lara, y colaborar en el espectáculo del pianista murciano Abdón Alcaraz “Bolero Flamenco”, que se estrenó en la edición XVI celebrada en 2013. Para la ocasión, El Negri invitó a la cantaora catalana Montse Cortés (una de sus preferidas, según confesó al presentarla) y al trompetista y percusionista neoyorkino, afincado en Madrid desde hace años, Jerry González. Junto a ello, el grupo que le acompañaba estaba integrado por el guitarrista Carlos Carmona, de la familia de los Habichuela; Ginés Pozas, en la percusión; José María Cortina, al piano; David Bau, en la batería; Antonio Ramos “Maca”, en la guitarra de bajos, y David Espinos, guitarra. Algunos cambios de última hora, en relación a los músicos anunciados, pero que no mermaron en absoluto el resultado esperado por el auditorio.

Enrique Heredia volvió a poner su corazón en su regreso a San Javier.
Este espectáculo que Enrique Heredia presentó en Jazz San Javier, se inició con un martinete pregrabado, con su banda ya en escena, a modo de preámbulo a su aparición que fue recibida con un gran aplauso y calor humano. No en vano, El Negri conquistó a los aficionados de San Javier desde su primera visita a este festival y desde entonces, el público no le ha abandonado. Una canción de su familiar Ray Heredia, “Lo bueno y lo malo” fue su tarjeta de presentación, con la que quiso recordar quién y cómo comenzó el nuevo flamenco del que El Negri es uno de sus valores más importantes. A continuación, una de sus primeras canciones, Sediento” (con letra de Machado) que ya dejaba una clara muestra de por dónde quería andar en la música este cantante, que vino al mundo en el madrileño barrio de Lavapiés en 1972. 

Un miembro más de la familia Habichela, Carlos Carmona en la guitarra flamenca.
El auditorio ya se mostraba entregado con Enrique Heredia, quien indicó que de todos era conocida la importancia que en su vida y trayectoria musical ha tenido Enrique Morente, para quien escribió, por malagueñas, la canción del mismo nombre en su memoria y homenaje. Para recuperar la alegría y las fusiones de las que El Negri ha sido uno de sus más vanguardistas músicos, nos presentaba a la cantaora Montse Cortés para, después de que interpretara la introducción con Carlos Carmona a la guitarra flamenca, recoger ya a todo el grupo y mientras sonaba “La nada” presentar a Jerry González que dejó sonar uno de sus primeros solos de trompeta. Bueno, aquello fue un toque maestro, que puso el auditorio boca arriba.

Jerry González en un momento del concierto.
Naturalmente había que hacer honor a lo anunciado en el programa y por ello, Enrique Heredia nos dejó escuchar, una vez más, uno de los boleros más conocidos del maestro mejicano Armando Manzanero: “Contigo aprendí”. Pero no fue una versión más al uso. El Negri se recrea en esta partitura de Manzanero, en la que no llega a perder la esencia del bolero pero sí lo enriquece introduciendo partes de flamenco, son cubano y una pizca de funky. El resultado es una pieza auténticamente Enrique Heredia “Negri” que el auditorio supo premiar. Tras ello, otro bolero de los que Negri gusta de cantar desde siempre, con el acompañamiento del piano: “Mía”. Es uno de esos boleros en los que su letra nos indica que pueden ocurrir muchas cosas en la vida, pero lo primero siempre quedará como reza esta letra: “Aunque tu vayas por otro camino y jamás nos ayude el destino, nunca te olvides que sigues siendo mía”. Sobran más comentarios.

La cantaora catalana Montse Cortés.
Más aplausos y ya con el grupo, de nuevo, otra pieza de Manzanero titulada “Esta vez que te vas”, que Jerry González enriqueció con su trompeta con sordina impregnándola de un ambiente más íntimo y seductor. El Negri indicó que cuando muchos jóvenes gitanos como él estaban a la búsqueda de nuevas fronteras, de nuevos sonidos, se encontraron con Jerry González que los guió a todos por los caminos del jazz latino. Para Enrique Heredia es una bendición, declaró, el poder contar con un maestro como él. Así es que le indicó que le marcaba la clave de 2/3, para comenzar el huahuancó y dejar sonar una fusión de ritmos caribeños y flamencos que extasió a los asistentes.

José María Cortina, además de tocar el piano, fue el director del grupo.
El concierto llegaba a los 55 minutos y, aunque no lo crean (y está siendo casi una constante en esta edición) estábamos muy cerquita del final. “La luz” es otra pieza que se integra en el último disco de Enrique Heredia y que ha grabado con Andrés Calamaro, para la que demandó, de nuevo, la presencia de Montse Cortés, quien sorprendió por sus fraseos fuera del flamenco. Aunque bien mirado, los nuevos valores no deberían de asombrarnos con estas incursiones en otras fronteras musicales. No en vano siguen en una búsqueda continua de fusiones, con otras corrientes que como el propio Enrique Heredia declaró en una ocasión son, realmente, una misma música que expresa el sentimiento, corazón, fatigas de las que hablan sus letras… En suma, tienen el perfume de la calle; “por eso, enfatiza El Negri, el flamenco es música mestiza que no entiende de fronteras”. Con esta luz musical finalizaba este su tercer paso por Jazz San Javier, Enrique Heredia “Negri”. Un concierto que no sólo al que suscribe, si no a todo el auditorio le supo a poco teniendo en cuenta que aquí los conciertos siempre tienen una duración mínima de hora y 20 ó 25 minutos, más los bises. 

El bajista Antonio Ramos "Maca".
Bueno, no se hizo de rogar. Volvió al escenario, para regalar uno de sus iconos musicales: “La alegría de vivir”, que todo el auditorio coreó y acompañó con sus palmas. Bueno, hora y diez minutos de concierto. Insisto: Una constante que en esta XVIII, se ha dado en varios de los 19 conciertos ofrecidos hasta ahora. Veremos hasta el final cómo resultan los que restan. 

Ginés Pozas se ocupó de la percusión.
El batería David Bau.
La segunda parte de esta undécima jornada se tornó totalmente. Si el día fue Enrique Heredia, la noche fue cosa de Nettwork. Una formación conformada por el bajista Charnett Moffett (que lidera el grupo), Stanley Jordan (que visitaba por primera vez San Javier), guitarra; el belga Casimir Liberski, al piano (también su primera visita al festival) y el batería Jeff “Tain” Watts, que ya actuó en esta cita veraniega formando parte del selecto grupo CTI, del productor Creed Taylor, en la edición XII celebrada en 2009. Cuatro auténticas joyas del jazz actual, que habían despertado mucha expectación y que con el paso del concierto “emborracharían” de esos nuevos sonidos a un auditorio deseoso de poder disfrutar, por ejemplo, de Stanley Jordan, al que poco espacio dejó Moffet. Con las primeras notas de aires aflamencados -más en la línea mejicana, de lo que se suele escuchar en las películas americanas- el contrabajista fue presentando a sus compañeros de viaje, antes de comenzar “Gypsy”.

El bajista y líder de Nettwork Charnett Moffett.
Bueno. Después de este primer aldabonazo de poco más de 16 minutos en los que, sobre todo, se escucharon muchos matices de bajo y algún espacio para el pianista Casimir Liberski, el grupo inició, en esa misma dinámica, su pieza “Mediterranean”, para continuar con “Spirit Free” que hacía honor a lo que el auditorio estaba presenciando. En algunas caras, se adivinaba una cierta decepción de tan cualificados músicos de jazz de los que, a buen seguro, esperaban otro tipo de concierto mucho más alejado de la experimentación que practicaban sobre el escenario del Parque Almansa.  Así las cosas llegaron más creaciones del cuarteto como “Movement Of Freedom”, “Freedom Swing/Bean Me Up”, “Dreams / Seeker Of Truth” o “Nett Man 2”, siempre en la misma línea argumental. Una parte del auditorio se mostraba entusiasmada con el concierto y a cada pausa aplaudían y silbaban como muestra de su agrado y devoción por este cuarteto que, en ocasiones, es trío. 

El baterista Jeff Watts.

El pianista belga Casimir Liberski.
Ciertamente, las piezas en las que intervino más Stanley Jordan resultaron más apropiadas a lo que muchos de los presentes esperaban, a priori, de estos cuatro músicos. En ellas, Jordan dejó constancia de su excelente maestría con las seis cuerdas y su ya famosa técnica del “tapping” que, en efecto, da la sensación de estar escuchando varias guitarras. Así que sonaron temas como “D Raga”, “OC 2”, “For Those Who Know” (con un solo de batería de Watts), “Freedom” o “The Jam” (en la que invitaron a Jerry González), con el que finalizaban este concierto ofrecido en San Javier. El auditorio que había quedado hasta el final aclamaba al cuarteto y demandaba un poco más, así que los cuatro músicos, sin abandonar el escenario y con Jerry González en la trompeta, regalaron un bis: “Love For The People”, que resultó ser uno de los que más conectaron con el auditorio. 

Stanley Jordan dejó una muestra inequívoca de su magisterio.
Jerry González fue invitado a participar del concierto de Nettwork.
En definitiva, noche desigual en la que Enrique Heredia “Negri” nos volvió a regalar una actuación de encanto, aunque escasa, para después adentrarnos en terrenos más propios de la etapa “free” por la que pasó en su momento el jazz, con la vanguardia que pusieron sobre el escenario el cuarteto Nettwork, que lidera el bajista Charnett Moffett, con Stanley Jordan, Casimir Liberski y Jeff “Tain” Watts. Dos estilos que fueron el día y la noche de esta undécima jornada del XVIII Jazz San Javier. La número doce nos anuncia otro regreso: el de Carla Cook con el trío del pianista catalán Albert Bover. Después, rock y blues con algo de funky proporcionado por una banda que posee un enorme potencial: Royal Southern Brotherhood.

Todas las fotografías son obra de GOIO VILLANUEVA

Nettwork durante su concierto.


martes, 28 de julio de 2015

FLAMENCO Y JAZZ SE ABRAZAN ANTE UNA DAMA.

El gaditano Antonio Lizana y su Septeto ofrecen un magnífico concierto en San Javier. La Dama del Jazz, Dianne Reeves recibe el Premio del Festival por toda su trayectoria.


Antonio Lizana, compositor, saxofonista y cantante.
El duende, en el flamenco, es el mayor valor añadido que tiene esta música, porque es el que desata y expande toda la grandeza que encierra. Una especie de locura que se generaliza cuando aparece. Y en la noche del miércoles, 22 de julio, el duende apareció sobre el escenario del auditorio del Parque Almansa de San Javier de la voz, el baile y la música que nos dejaba el gaditano Antonio Lizana y su Septeto. Un tornado musical que fue atrapándonos desde el primer momento absorbiéndonos por completo, con nuestra absoluta aprobación y consentimiento. Y luego vino la calma, que nos proporcionó una de las Damas del Jazz: Dianne Reeves. Su voz resultó un bálsamo apaciguador, que volvió a seducirnos de nuevo como ya hizo en sus anteriores visitas a Jazz San Javier. Tan es así, que el festival le entregó su Premio a Toda una Vida en la música. Una noche muy especial, que les cuento de inmediato.

Antonio Lizana suele actuar descalzo, como se puede apreciar.
En los últimos meses, les he de confesar que me habían llegado diversos comentarios sobre un cantaor, compositor y saxofonista de la Isla de Cádiz (como El Camarón) o San Fernando, llamado Antonio Lizana. Unas fechas antes de que comenzara esta edición del Jazz San Javier, incluso había estado muy cerca de la capital murciana pero no pude ir a verle. Lo cierto es que la curiosidad me recomía por dentro y eso, amigos míos, no es buena cosa hasta que se ha saciado. Pues bien, en la noche de ese miércoles 22 de julio, no sólo el que suscribe sino todo un auditorio, se puso a los pies de Antonio Lizana y su Septeto. El músico dejó patente por qué es uno de los más apreciados nuevos valores del flamenco y el jazz español. Antonio Lizana domina ambas corrientes musicales creando piezas en las que va de una a otra, con una facilidad y naturalidad pasmosas y de manera sublime.

El bajista de Las Palmas Tana Santana.
Les había indicado que el duende es como una especie de quintaesencia. En su libro “El flamenco, vida y muerte”, Fernando Quiñones (recordado estudioso del flamenco ya desaparecido), nos habla del tarab; “una especie de embriaguez que está unida al flamenco (data de los tiempos mozárabes españoles) y que en nuestros días se llama duende. Hace perder la cabeza a quienes llegan a experimentarlo, privándolos pasajeramente de su yo exterior, como si los devolviera a su infancia, a las fuentes de la vida y el mundo”.  Y algo así pudimos vivir en esa noche del 22 de julio, con el concierto que Antonio Lizana nos ofreció en Jazz San Javier. El comienzo de esta perturbación o enajenación consentida, se iniciaba con “Razón”, tras la que el gaditano presentó a su septeto conformado por el pianista santanderino Marcos Salcines; en el bajo, el canario, de Las Palmas, Tana Santana; Michel Olivera, cubano, en la batería; Epi Pacheco, también de San Fernando o la Isla de Cádiz, en las percusiones; Adriano Lozano, en la guitarra flamenca; y los coristas Milagros Expósito y José Mawi Castaño quien, además, se ocupó del baile. 

El santanderino Marcos Salcines al piano.
Antonio Lizana ya dejó una primera muestra de lo que encierra, de su “duende”. Sale al escenario descalzo, como mostrando su caminar por la música que transcurre sin ataduras pero limpiamente. Pasa del flamenco al jazz con una facilidad absoluta, dominando ambos géneros. Lo demostró con los tangos gaditanos “Tú déjalo estar” que ligó con “Destino”, en una fiesta alegre que desataba los malos espíritus y dejaba total libertad a la música. De nuevo, Antonio Lizana se dirigió a los asistentes para indicarles que se había traído uno cuantos ejemplares de su primer disco, que era muy bonito en el diseño y que sería una lástima, subrayó, que se los tuviera que llevar de vuelta a Cádiz. La gracia natural de los gaditanos tampoco le falta. Luego indicó que ya han grabado su segundo disco, pero que está próximo a salir al mercado. No obstante, nos regalarían varias canciones del mismo. La primera, explicó Lizana, se titulaba “Déjate sentir” y no era una arenga a ninguno de los presentes, si no cosas que se escribe Antonio Lizana de auto terapia, a ritmo de bulerías. 

Milagros Expósito y José Mawi coros y baile.
Después llegarían “La Puerta de la Luna” y de vuelta con los tangos flamencos a través de “Con la ilusión de volver” (otro mensaje subliminal a la dirección de Jazz San Javier), que provocó un estallido de aplausos y muestras de homenaje a este músico español, de La Isla de Cádiz, que ha bebido del flamenco desde muy niño y que conoció el jazz, a raíz de su formación musical en el Centro Superior de Música del País Vasco, el Musikene.

Epi Pacheco se encarga de la percusión.
Acabados algunos de los temas del nuevo disco (segundo de su, todavía, corta trayectoria musical en cuanto a estos menesteres de los discos), Lizana y su gente volvieron al tajo para, por alegrías, devolvernos hacia los ambientes de su Cádiz y su San Fernando con “Airegrías” (la introducción del guitarrista Adriano Lozano, nos recordaba el espíritu de Paco de Lucía), mientras José Mawi colocaba el baile con su dibujo arabesco y su arte. Reza una coplilla de “Airegrías”: “Cuando uno entra a Cádiz por su bahía, entra en el paraíso de la alegría”. Puro arte del flamenco mayor, sabiamente fusionado en otros momentos de la pieza con el saxo de Lizana que nos lleva hacia terrenos inequívocamente jazzísticos y enriquecidos, a la vez, por otras corrientes que fluyen sin cesar en su mente. Es la improvisación que permite la música de jazz, su mezcla con otras tendencias con resultados preciosos y ricos como los que nos estaban regalando estos siete músicos de diferentes puntos de España y Cuba.

Adriano Lozano utiliza su guitarra flamenca más allá de los cánones.
Y llegó el final, aunque no nos gustara. Primero con “Raudales de alegría”, para que la fiesta no decayera “Viento de la Mar”. En ésta –con esa gracia natural que tienen los gaditanos-, Antonio Lizana pidió la colaboración del auditorio al objeto de que emularan las olas de la mar. La mitad tenía que decir “Shhhh” y la otra mitad “Ahhh” a modo de exhalación. No hizo falta más que un ensayo general. Mientras el público hacía su parte, la guitarra de Adriano Lozano dejó escapar las primeras notas y Lizana, que canta porque le gusta aunque no es su meta, nos decía “Sopla viento de la mar. Sopla en la madrugá, aquel aire que trae una sonrisa…” Y el saxo soprano del gaditano entraba en acción, una vez más, para deslizarse desde el flamenco hasta el jazz pasando por un poquito de bossa, volver a “La Tarara”, regresar al jazz y dejar su espacio al bajo de Tana Santana que nos situó a todos en una sinfonía multicolor de notas y coros. En definitiva, un concierto que gustó al auditorio de Jazz San Javier y que ha demostrado que Antonio Lizana y su grupo tocan flamenco y jazz, con una maestría fuera de lo común deslizándose por ambas corrientes como un trasatlántico lo hace por un océano, como el que baña la bahía de Cádiz. Personalmente, el de Antonio Lizana me parece uno de los valores más sólidos en estos momentos, en los que el jazz español se debate entre continuar o no con la fusión del flamenco con las múltiples corrientes que se dan en el jazz. Con Lizana está claro que sí se puede y se debe hacer de esa manera.

El arte de José Mawi en el baile.

El septeto del saxofonista Antonio Lizana.
 La segunda parte de esta décima jornada del XVIII Jazz San Javier, nos estaba reservada para volver a escuchar a una de las Damas del Jazz del momento. Dianne Reeves regresaba al festival para ofrecernos buena parte de sus canciones integradas en su disco “Beatiful Life”, que ha logrado el Grammy 2015 al Mejor Disco de Jazz Vocal. En esta su tercera visita, Reeves iba a recibir el Premio del Festival a Toda Una Carrera Musical; premio que fue instaurado en 2002 y cuyo primer ganador fue el acordeonista Richard Galliano.

Dianne Reeves y su grupo.
El concierto comenzó con una versión instrumental de “Summertime” (de la ópera de Gershwin “Porgy & Bess”) a cargo del grupo que acompaña a la cantante y conformado por su pianista y arreglista Peter Martin (quien también ha visitado en varias ocasiones el festival); el gran Romero Lubambo, en las guitarras; Reginal Veal, en el bajo eléctrico y contrabajo, y el baterista Tereon Gully. Una pieza que les sirvió, al tiempo, para ajustar el sonido ya que no pudieron llegar a las pruebas de la tarde. Tras esos doce minutos de ajuste, Dianne Reeves apareció en el escenario del Parque Almansa con las primeras notas de “Dreams”; una de las canciones pertenecientes a ese disco Grammy 2015.

Dianne Reeves volvió a dejar un concierto cautivador.
Tras dar las buenas noches y saludar al público, Dianne atacó varias piezas más como “Who Will Buy” (traía un cierto recuerdo a “Fever”, aunque no lo era), “That’s All” (una introducción en “scat”) e “I’m In Love Again” (una balada casi bossa, en la que Romero Lubambu reiteró su magisterio interpretativo y creativo con las seis cuerdas brasileñas) que pronto resituaron al auditorio en la parcela de Dianne.

El disfrute del contrabajista Reginald Veal.
Con un público ya bien situado, la cantante de Detroit comenzó a desplegar su paraguas interpretativo que, sin duda, ha ido ganando muchos enteros a lo largo de toda su trayectoria. Así es que como el ambiente estaba propicio para ello, se dejó sonar “Our Love Is Here To Stay” (otro bossa con un Lubambu que se salía y que el respetable supo premiar debidamente) y regreso a su disco premiado este año como mejor del jazz vocal a través de una de sus canciones: “Cold”. 

El guitarrista brasileño Romero Lubambo.
Dianne Reeves ha seguido los pasos de las grandes divas del género y así no puede, por menos, que adentrarse en el “scat”; una especialidad vocal difícil donde las haya pero que la cantante norteamericana ha sabido dominar, como demostró en “Tango”, otro de los temas que conforman su premiado álbum “Beautiful Life”. Tras ello, una versión más extendida que la del disco de “Waiting In Vain”, que para el cd grabó junto a Lalah Hathaway. 

El pianista Peter Martin en un momento del concierto.

El baterista Tereon Gully.
Cuando parecía que ya había finalizado el tema, el director del festival intervino para anunciar que se iba a hacer entrega del Premio otorgado en esta XVIII edición, a la intérprete. Para ello solicitó la presencia del alcalde de San Javier, José Miguel Luengo, así como su concejal de Cultura, David Martínez, y la nueva consejera del ramo del gobierno regional murciano, Noelia Arroyo. Dianne Reeves agradeció el premio y acabó la pieza que, por un despiste más que nada, se vio interrumpida en la creencia de que había finalizado. Los músicos ni le dieron importancia y tan es así que después del protocolo, volvieron al tema como si tal cosa. Luego llegó el bis, tras la insistencia de un auditorio totalmente entregado a esta Dama del Jazz que se llama Dianne Reeve, que nació en Detroit hace casi 59 años (los cumplirá en octubre de este año) y que se ha convertido en un referente mundial del jazz vocal. “Beatiful Life” fue su premio a un público fiel y entregado, como el de Jazz San Javier. 

Dianne Reeves recibe el Premio del Festival 2015.
En resumen, una noche de ensueño, de muy buenas vibraciones en todos los sentidos y en la que el flamenco y el jazz se abrazaron, en presencia de toda una Dama. La undécima jornada de esta XVIII edición tendrá, igualmente, dos contrastes. El primero lo pondrá Enrique Heredia “Negri”, que regresa a San Javier por tercera ocasión para ofrecer piezas de su disco “Mano a Mano” dedicado a las canciones del mejicano Armando Manzanero. Le acompaña uno de los impulsores del latin jazz, Jerry González, que aunque nacido en Nueva York vive desde hace años en Madrid. Y también invitada para la ocasión, la gran cantaora Montse Cortés, gitana malagueña, que se sitúa entre las más firmes promesas del futuro cante femenino. 

Todas las fotografías son obra de GOIO VILLANUEVA


viernes, 24 de julio de 2015

LA MÚSICA DE MOMPOU SE HACE JAZZ JUNTO A LA MUSETTE PARISINA.

El trío español compuesto por Picazo, de Lera y Cucciardi realizan una original fusión, como preámbulo al concierto que ofreció el franco-italiano Richard Galliano. 

El trío e invitados durante su original concierto.
La música, en general, ha venido registrando cambios que la han hecho evolucionar y enriquecerse con el paso de los siglos. Y a la de jazz le ocurre tres cuartos de lo mismo, desde su nacimiento como estilo musical. Si repasamos la Historia de esta música podremos observar las diferentes etapas y estilos que se han dado. En España, este género ha costado mucho esfuerzo el reunir a músicos interesados por él; y mucho más el lograr, poco a poco, atraer aficionados. Pero como dijo Machado “se hace camino al andar” y, afortunadamente, hoy gozamos de un excelente plantel de muy buenos músicos de jazz. Buenos y atrevidos músicos que no dudan en experimentar, fusionando diversas tendencias, a la búsqueda de nuevas fronteras y sonidos con resultados que sean aceptados por los aficionados. Pues bien, unos cuantos de esos músicos son el trío conformado por el pianista Daniel Picazo, Diego de Lera en el contrabajo y el baterista Felipe Cucciardi. Su zona de experimentación es Valencia, desde donde proyectan sus experimentos y conocimientos al resto de España y hasta donde puedan llegar. De momento, Jazz San Javier ha contado con su concurso en esta XVIII edición, para ofrecernos un concierto original y brillante. 

Kiko Berenguer puso el toque más jazzístico.
Para la ocasión, el trío invitó al saxofonista Kiko Berenguer y a Voro García, trompeta. También a la cantante Carmen Bou y al cellista David Forés. Con todos ellos, el trío dejó sonar desde el escenario del Parque Almansa una actuación que contó con tres partes diferenciadas pero a cuál de ellas más intensa. Tras ellos, un regreso esperado que gustó pero dejó un sinsabor un tanto amargo por no ceñirse a lo anunciado: el acordeonista Richard Galliano.

Daniel Picazo proviene del clásico y ha sido el adaptador de la música de Mompou al jazz.
Ya durante la década de los años 60 del pasado siglo XX, se tiene conocimiento y grabaciones de músicos que han llevado al terreno del jazz las composiciones de algunos de los grandes nombres de la clásica como Bach. Pero lo que no habíamos tenido ocasión de comprobar es cómo quedaría adaptar las composiciones del músico español Federico Mompou a este apartado. Y, ciertamente, se puede asegurar que nada mal. La música de Mompou conformó la primera parte del trío formado por Picazo, de Lera y Cucciardi –con la participación de Kiko Berenguer y Voro García-, con tres de sus creaciones: “Impresiones Íntimas (I y II)” y “Canción nº VI”. El trabajo realizado por el trío merece todo el respeto y admiración de los aficionados, ya que el resultado es de sobresaliente y al que hay que sumarle el mejor hacer del saxo de Berenguer y la trompeta de García.

El contrabajista Diego de Lera.
La primera pieza estuvo interpretada por el contrabajista Diego de Lera, que puso al público expectante ante lo que allí podía suceder, musicalmente hablando, y que el auditorio premió, al final, con un caluroso aplauso. Le siguió ya todo el trío y el concurso del trompetista Voro García, colocando un punto de bop en la adaptación de la música de Federico Mompou que nos situaba, perfectamente, en los terrenos del jazz. Y la tercera pieza “Canción y Danza nº 6”, nos deslizó por una balada en la que por momentos podía situarnos en aquellas otras que han conformado buena parte de la Historia del Jazz. Aplausos del público para el trío (cuarteto en otro momento) llegados desde Valencia. 

El trompetista Voro García posee una amplia gama de registros.
Daniel Picazo dio las gracias y las buenas noches y explicó cómo habían adaptado estas creaciones del músico catalán escritas para piano. Después, Picazo anunció dos temas estándar del libro jazzístico. El primero formó parte en su día de la primera versión cinematográfica de “El Mago de Oz”, en la que hay una introducción de casi cinco minutos de Felipe Cucciardi en la batería utilizando las mazas. A continuación, se suman el contrabajo, piano y el saxo soprano de Kiko Berenguer, en una versión original en la que el cuarteto se recrea con autoridad. Y después, “Beautiful Love” (tema escrito por Wayne King, Víctor Young y Van Alstine en 1931), en la que destaca la primera parte solista de Voro García a la trompeta, con una recreación a la inversa: Esto es, un tema de jazz llevado a terrenos de la clásica. La participación del saxo de Berenguer volvía a colocar la pieza en sus terrenos originales y obligando a la trompeta y al quinteto, en suma, a regresar a esa parcela. Divertimento musical que el auditorio reconoció con otra ovación.

Felipe Cucciardi en un momento del concierto.
Y, finalmente, los otros dos invitados del trío hacían su aparición sobre el escenario. Se trata de la cantante Carmen Bou y el cellista David Forés, con los que atacaron “Nana in Menor” abriendo el campo musical aún más a través de la voz femenina y la calidez del violonchelo. Todo normal, hasta que irrumpe de nuevo el saxo de Berenguer para llevarse la pieza hasta la música cubana, que refuerza la trompeta de Voro García quien devuelve la pieza al camino de la nana por medio del cello de Forés. 

Carmen Bou interpretando una nana.
Un trabajo imaginativo y bien realizado, que los asistentes supieron premiar con sus aplausos. De nuevo, Picazo presenta a los invitados y al trío, además de explicar que en esta última parte del concierto son temas propios y se ha comenzado con una nana (explica Picazo, que aunque no lo parezca), para continuar con una pieza que el pianista dedicó a su vesícula (la cual ya no disfruta de su cuerpo) y “Song For Eva” (“Canción para Eva”), con la que finalizaban su paso por Jazz San Javier. El auditorio les ovacionaba y ante la insistencia, el trío solo interpretó su versión del tema de Avishai Cohen “Remembering”. Mi enhorabuena personal a estos músicos españoles de Valencia, por su apuesta (no exenta de riesgo) que les suma unos méritos difíciles de lograr en ocasiones.

Otro de los invitados del trío, David Forés.
Para la segunda parte de esta novena jornada del XVIII Jazz San Javier, se nos anunciaba el regreso del acordeonista franco-italiano Richard Galliano, con un homenaje a la que fuera Dama de la Chanson francesa, Edith Piaf, y que, finalmente, quedó en un mero anuncio ya que Galliano puso sobre el escenario un concierto conformado por una selección de su amplia obra musical, además de su homenaje o recuerdo que en cada concierto tiene para quien fuera uno de sus maestros y amigo, Astor Piazzolla.

Richard Galliano durante el concierto de su cuarta visita a San Javier.
No se puede dudar que San Javier tiene querencia por una serie de músicos que han visitado ya su Festival de Jazz. Uno de esos músicos es Richard Galliano, cuyo debut en esta cita se remonta a la edición V celebrada en 2002; año en el que también se instaura el Premio del Festival a Toda una Carrera Musical concediéndosele a Galliano el primero de esta serie. Desde entonces, el acordeonista galo se ha convertido en uno de los preferidos del público de Jazz San Javier y ésta de 2015 es su cuarta visita. Para la ocasión, Galliano se ha hecho acompañar de su New Musette Quartet conformada por el contundente contrabajista Yaron Stavi; Hans Van Oosterhout, a la batería, y el invitado Sylvain Luc, uno de los mejores guitarristas de su país y de la escena europea.

Uno de los mejores guitarristas europeos del género es Sylvain Luc.
El concierto se iniciaba con “L'Hymne A L'Amour” (canción que daba título a su disco de 2007), “A French Touch”, “Laurita” y “Ballade pour Marion”, creaciones todas ellas del acordeonista francés, que nos dejaba a todos un poco trastocados en cuanto, insisto en ello, a lo que nos anunciaba el programa. No así en relación a la interpretación, en la que Galliano es un valor seguro que, ahora, quedaba reforzado no ya por la sección rítmica que le acompañaba (que también), si no por los solos que Sylvain Luc nos ofrecía cuando Richard le dejaba su espacio.

La contundencia del contrabajista Yaron Stavi se puede apreciar hasta en su cara.
En esta ocasión, Richard Galliano ha ido encadenando dos temas en cada ocasión, para no parar el ritmo del concierto. Así, “Fou Rire” sonó pegada a “Ballade pour Marion”, tras una transición delicada del guitarrista Sylvain Luc. A continuación llegaría una balada preciosa, con la accordina como protagonista: “Spleen”. Y tras ella, Galliano y su cuarteto continuarían con “Waltz for Nicky”, su especial recuerdo para Piazzolla a través de “Oblivion” y finalizar el concierto con “Tango pour Claude”. 

Hans Van Oosterhout era preciso y sutil con las escobillas.
El público de San Javier, su público, supo perdonar que Richard Galliano no se atuviera a lo anunciado en el programa. Y aunque muchos nos quedamos con las ganas de conocer su visión del cancionero de Edith Piaf (que no realizó), se le perdonó por el nuevo y magnífico concierto que dejó sobre el escenario del Parque Almansa. Tan es así lo que les cuento, que el público insistió en que regresara al escenario; lo hizo para con la accordina hacer el bis: “Aurore”.

En definitiva, novena noche de Jazz San Javier en la que la música del catalán Federico Mompou traspasó sus terrenos del piano para adentrarse en el jazz, que luego dejó paso a la musette parisina que siempre nos regala uno de los mejores acordeonistas del mundo: el francés Richard Galliano. La jornada décima de esta XVIII edición promete mucho ya que vamos a tener la oportunidad de presenciar el concierto de uno de nuestros valores más prometedores: el cantante, compositor y saxofonista gaditano (de La Isla, como el gran Camarón), Antonio Lizana y su Septeto. En la segunda parte, el Premio del Festival de esta ocasión para una voz femenina que ya está considerada como una de las damas del género: Dianne Reeves. 


Todas las fotografías son obra de GOIO VILLANUEVA

El New Musette Quartet de Richard Galliano.