viernes, 29 de julio de 2016

EL SWING DE UNA NOCHE DE VERANO

El londinense Ray Gelato ofreció un concierto divertido y ameno, a orillas del Mar Menor en el Puerto “Tomás Maestre” de La Manga.

El cantante y saxofonista Ray Gelato al comienzo de su concierto en La Manga.
En anteriores crónicas del XIX Jazz San Javier, les he recordado que para esta edición el festival rescató la programación paralela de conciertos fuera de la sede habitual del Parque Almansa. Hace seis años que esta programación paralela tuvo que ser interrumpida, debido a los recortes presupuestarios que sufrieron las administraciones públicas. Hasta aquel momento y en sus dos años anteriores, la experiencia había sido positiva y fue muy triste el tener que suspenderla. Pero el director del festival, Alberto Nieto, siempre mantuvo que en el momento que se pudiera rescatar se haría, como así ha sido en la presente edición. Pues bien, todo ello para indicarles que el cuarto y último concierto de esta programación nos llevaría hasta el Puerto Deportivo “Tomás Maestre”, en La Manga del Mar Menor. Un marco singular para ofrecer conciertos de jazz, que resultó gratamente acogido en su momento por una explanada repleta de público. Y así ha continuado tras su reanudación, el pasado domingo 24 de Julio, con la actuación del saxofonista londinense Ray Gelato y sus Enforcers, que se mostraron dispuestos a divertir a todas aquellas personas que acudieran a esta cita.

Además de estas realidades, también hay que añadir otra como la que hicimos algunas personas de la organización, fotógrafos, periodistas y aficionados: Cruzar el Mar Menor en barco desde La Ribera hasta ese puerto deportivo. Al llegar, cada cual escogió su ubicación entre las sillas dispuestas al efecto. Otros, como los que habitualmente hacemos estas crónicas, elegimos una mesa en el restaurante El Pulpito (pegado a la explanada) para dar cuenta de sus exquisitas viandas y bebidas mientras asistíamos al concierto.

El contrabajista afincado en Barcelona Iván Kovacevic.
Ray Gelato es un músico que desde muy niño tuvo la oportunidad de escuchar los viejos discos que su padre, un soldado norteamericano destinado en el Reino Unido, poseía de cantantes como Frank Sinatra, Louis Jordan, Bill Haley, Louis Prima o las estrellas del rock’n’roll de los años 50 del pasado siglo XX. Y aquellas músicas influenciaron a Gelato que fue haciéndolas suyas, mientras estudiaba saxofón y hacía sus pinitos cantando aquellas canciones con mucho swing. 

El pianista Richart Busiakiewicz en pleno concierto.
Y así comenzó su desfile musical, en una preciosa noche marina que se adornó con esta música que no te deja quieto ni un momento. Ray Gelato y sus Enforcers, conformados por el bajista Ivan Kovacevic, el batería Martí Elías y el pianista Richart Busiakiewicz (que sustituía a Gunther Kurmayr por fallecimiento de su madre) iniciaron el concierto con mucho ritmo a través de “Nosey Joe”, para continuar con una primera tanda integrada por piezas como “Jack You’re Dead”, en la que alternaba el canto con el toque de saxo, “My Last Meatball”, “Smooth Sailin’”, ésta un poco más tranquila de ritmo, “Should I Stay Or Should I Go”, o el inmortal “C’est Si Bon” que intercaló para sosegar un poquito el caluroso frenesí que la música y temperatura ambiente nos “azotaba” a todos los presentes.

Martí Elías es el baterista de Ray Gelato.
Luego llegó “I’ve Found A New Baby” que continuaría relajando un poco el ambiente para que, tal vez, a algunos pudiéramos terminar de cenar con cierta tranquilidad, pero fue poco el sosiego porque de inmediato Ray Gelato y sus chicos preguntaron si nos gustaba el blues y, claro, ya está liada otra vez. “Lonesome Road”, para continuar con “Barnyard Boogie”, de Louis Jordan, de regreso al blues con “Birth Of The Blues” que llevó al éxito, entre otros, Frank Sinatra (¿recuerdan que lo escuchaba de pequeño?) o “Puttin’ On The Ritz”, otro clásico del “show business” norteamericano.

Desde luego, si queremos pasar una velada excelente de swing y hacerlo con alguien que sea un excelente intérprete como cantante y músico uno de ellos es Ray Gelato. Para este músico nacido en Londres, esta música no tiene secretos y domina un amplísimo repertorio que caló en él desde muy niño. Es un estilo que se mueve entre el jazz, el rock’n’roll y el blues y que Gelato domina a la perfección. 

Vean cómo se encontraba de público la explanada del puerto.
En la recta final, Ray Gelato y sus Enforcers nos regalaron un viejo éxito de Jackie Wilson titulado “Doggin’ Around” para, a renglón seguido, continuar con “Tu vou fa’ l’americano”, el éxito mundial de Renato Carosone, para finalizar el concierto con el clásico de Louis Prima “Just A Gigolo/Ain’t Got Nobody”, que terminó levantando al personal de sus sillas, aplaudiendo sin cesar y agradeciendo el que Ray Gelato y sus Enforcers les regalaran un concierto tan alegre y divertido. Obviamente pidieron un poco más y Gelato interpretó “Five Guys Named Moe”, que terminó por dejar al público plenamente satisfecho y con una moral por las nubes.

El cuarteto de Ray Gelato en pleno concierto ofrecido en el Puerto Deportivo "Tomás Maestre", de La Manga del Mar Menor.
En suma, una noche preciosa a orillas del Mar Menor con el Mediterráneo a nuestras espaldas, en la que un cantante, músico y showman londinense, Ray Gelato y sus chicos de Enforcers, nos dieron el swing de una noche de verano. La próxima cita encara la recta final de esta XIX edición de Jazz San Javier, con la jornadas que se celebrarán el viernes 29 y el sábado 30 de Julio. El viernes nos llegará Sarah McKenzie, compositora y cantante australiana, que ha surgido con cierta fuerza de entre las nuevas generaciones del género. Y en la segunda parte góspel con The London Community Gospel Choir. Una jornada que promete emociones y sensaciones de primer orden. Ya les contaré.  

Las fotografías son obra de Goio Villanueva

Gelato es, además de cantante, un excelente saxofonista.

FLAMENCO FUSIÓN Y EL ARTE DEL ARCO, FRENTE A LA MISTERIOSA IMAGEN DE MELODY GARDOT

El pianista Dorantes, el contrabajista galo de origen español Renaud García-Fons y la cantaora Esperanza Fernández regalaron una fusión de duende, embrujo y capacidad musical de muy alto nivel, en el que la fusión de rondeñas, soleás o garrotín con el jazz y toques de clásica resultaron un concierto único y grande, como los cantes. Después, una misteriosa cantante de Philadelphia y ciudadana del mundo, Melody Gardot, nos llevó por caminos sinuosos hasta alcanzar su plenitud y la aceptación del auditorio que la aclamó sin reservas.

Dorantes en su regreso a San Javier, con su nuevo proyecto "Paseo A Dos".
Les confesaré antes que nada, que cuando se presentó el programa del XIX Jazz San Javier y leí que regresaba el pianista español Dorantes me alegré mucho. La razón la tendríamos que buscar en su primera visita, allá por la edición XV correspondiente al año 2012. Aquella noche del 21 de Julio quedó en mi memoria, porque nunca antes de entonces había escuchado un piano tan libre, inquieto y versátil como el de David Peña Dorantes. Otros le han precedido como el Maestro Arturo Pavón –que sentó y dignificó el flamenco de los gitanos, a categoría superior y cuya obra ha sido estudiada por estas otras generaciones posteriores- o Felipe Campuzano, dentro de esa nueva generación de pianistas posteriores a Pavón, entre otros. Pero en ninguno de ellos observé ni detecté lo que con Dorantes, que ha sido discípulo de Pavón como muchos otros o, al menos, se han mirado en los estudios de Pavón para desarrollar su propio estilo. El resultado de su segunda visita fue escalofriante, novedoso y mágico. Para la segunda parte, Jazz San Javier nos tenía preparado, cómo no, el contraste. La voz de la compositora, cantante y pianista norteamericana Melody Gardot, cuyo staff llevaba dos días ubicado en el exterior del auditorio en el Parque Almansa. Gardot dejaría en esta su primera visita a San Javier un concierto que desde mi punto de vista fue de menos a más. Probablemente como ha sido su vida, desde aquel desgraciado accidente hace más de una década, en el que casi pierde la vida por unas extrañas circunstancias del destino que le llevaron a ser arrollada por un camión mientras paseaba en bicicleta. Pero antes de seguir con Melody Gardot, les cuento con detalle el concierto de Dorantes y García-Fons con Esperanza Fernández y Javier Ruibal Jr., en la batería.


El contrabajista francés de origen español, Renaud García-Fons, utilizando su gran técnica del arco que asombró a propios y extraños.
Como les indiqué unos renglones más arriba, la primera vez que vi y escuché en directo un concierto del pianista David Peña Dorantes quedé gratamente impresionado. Su escalofriante ductilidad para crear música deja una percepción de que esto es fácil de llevar a cabo que momentos después, te das cuenta de la escasa o poca aptitud que uno tendría para llevar a cabo lo que hace Dorantes con el piano. De sus manos surgen multitud de notas que recorren rápidamente las 88 teclas de su piano. Es, como indiqué, una mente libre en la que caben todas las tendencias que puedan casar con el flamenco y éste con aquellas. Por ello, su música no puede catalogarse, en algunos momentos, ni como jazz ni como flamenco. Y está llevando este instrumento a unas cotas hasta ahora inalcanzables, como el gran Paco de Lucía hizo con la guitarra.

David Peña Dorantes y Renaud García-Fons, en el comienzo de su concierto.
Dorantes es pasión e inteligencia; libertad y versatilidad. Las ideas para la música fluyen en él de una manera natural a borbotones, pero con orden y sosiego dándonos un resultado grandioso, con poderío y muy innovador. Y la primera prueba de lo que les afirmo nos llegó con “La promesa del alba”, unas rondeñas en las que el pianista y su compañero de viaje en este “Paseo a Dos”, Renaud García-Fons en el contrabajo, conjugan a la perfección dos instrumentos que hacen brillar, cada uno de ellos, con luz propia. Nunca, antes de esta noche, vi a ningún contrabajista manejarse con el arco de la manera que lo hace García-Fons. En esta primera pieza, nos dejó a todos boquiabiertos cuando le veíamos –y escuchábamos- evolucionar con esa aparente facilidad con la que deslizaba el arco sobre las gruesas cuerdas de su contrabajo de cinco cuerdas.

Porque esa es otra. Renaud García-Fons interpreta con un contrabajo de cinco cuerdas cuando lo habitual es el de cuatro. Es un músico abierto, con una técnica sencillamente envidiable como así me lo hicieron saber algunos contrabajistas que asistieron al concierto. Esa técnica denota muchas horas y años de estudio, de prácticas hasta encontrar el sonido que hay en la mente del músico. Por lo tanto, la unión de dos singularidades así tenía que dar un resultado tan positivo y esclarecedor como el visto y escuchado en la noche del pasado sábado 23 de Julio, en el auditorio de Jazz San Javier.

Luego de la rondeña atacaron “Molto enrollado”, otro título de este su disco a dúo, en la que seguíamos apreciando por bulerías cómo dos exploradores de la música han llegado juntos a lugares donde otros aún no lo han hecho. El flamenco es la base, pero no la única tendencia que en estas creaciones se destilan en las que cada uno de ellos imprime sus conocimientos e investigaciones del instrumento. Dorantes rasga parte del arco de cuerdas con la derecha, mientras con la izquierda ejecuta los acordes que definen el camino de la pieza. Y García-Fons aborda su contrabajo, en algunos momentos, como si de un violín se tratara. Es una sencilla maravilla que continuó a lo largo de todo el concierto de regreso de Dorantes y sus compañeros de viaje, a la que ya considera como su casa levantina.

La cantaora Esperanza Fernández también regresaba con Dorantes, para interpretar varios cantes dentro del concierto.
Y llegó el momento de llamar a Esperanza Fernández, la cantaora gitana del barrio sevillano de Triana que lleva el flamenco en su cuerpo desde que vino al mundo. El caso de Esperanza Fernández Vargas (con esos apellidos no se puede negar que sea flamenca) va más allá de los cantes hondos, de la soleá. Se ha atrevido con muchos apartados de la música desde hacer un espectáculo con El Amor Brujo, de Manuel de Falla, hasta cantar con voces tan dispares como Noa o la desaparecida Myrian Makeba. Ha pisado escenarios de muchos lugares como Nueva York, Paris, Colonia (Alemania) o Brasil por citar unos pocos además de los españoles. Y se ha atrevido con música contemporánea, clásica, jazz… Es un portento de la voz femenina del flamenco que como sus compañeros en este concierto ha ido más allá de lo que era su marco natural. Una soleá  del disco Paseo a Dos titulada “El crisol de la noche”, en su parte de cante, fue su entrada en escena con la que la cantaora trianera dejó una primera tarjeta de visita que levantó al público de sus asientos para ovacionar al trío.


Javier Ruibal hijo, baterista y percusionista del Puerto de Santa María, que realizó tres piezas con una ejecución limpia y un alto conocimiento de su especialidad.
García-Fons llevó el peso de esta pieza en el resto de partes ya que su arco hacía las veces de la voz humana. La técnica empleada por el francés de procedencia española nos dejó a los presentes absolutamente inmovilizados y sumamente atentos a sus evoluciones, que en los 19 años de festival nunca antes habíamos presenciado algo igual. Sí recuerdo ahora el canto de las ballenas que imitó con el arco el contrabajista cubano Omar Rodríguez Calvo, miembro del Tingvall Trío, pero fueron unos pasajes en varias piezas. García-Fons utiliza el arco de manera habitual; se ha especializado en esta técnica, que pone en práctica con su contrabajo de cinco cuerdas haciendo del instrumento de acompañamiento un solista.


Llegados a este punto del concierto, Dorantes ejecutó una pieza de piano solo titulada “Ante el espejo”, de su disco Sin Muros editado en 2012 cuando su anterior visita a Jazz San Javier, en el que reiteró su amplísima visión musical además de su dominio y agilidad interpretativa con el piano. Luego llegaría el turno de Renaud García-Fons, con “Aqa Jan”, en la que hizo lo propio con el contrabajo y arco en otra demostración de cómo utilizar ese arco golpeando las cuerdas para sacar del contrabajo sonidos que nos situaban en otras latitudes más orientales, que finalizó golpeando las cuerdas y sacando, al tiempo, armónicos. Fue demasiado emocionante y enriquecedor para un público que está habituado a escuchar a virtuosos de manera habitual. Gran ovación del auditorio puesto en pié.
Esperanza Fernández regresó para interpretar una malagueña y un garrotín.

Nuevamente en el escenario Esperanza Fernández –a la que por cierto, Dorantes le hizo uno de sus discos en 2013- para cantarnos una malagueña, “Palabra de Ensueños”, de regreso al disco Paseo a Dos, y un garrotín: “Mar y Rayo”, del mismo disco. El público no desfallecía; antes al contrario, a cada nueva interpretación más admiración. Por cierto, que en ésta última ya se incorporaba el baterista Javier Ruibal hijo haciendo una demostración de sus amplios conocimientos y delicadeza al tocar su pequeño laboratorio percusivo.
Un joven baterista y percusionista del Puerto de Santamaría, que ejecutó tres piezas con una limpieza y maestría poco común. “Sin muros ni candados”, bulerías en las que éstas dejan paso a un torrente improvisador que se va por terrenos del jazz y “Barrio Latino”, ambas de Dorantes, en las que como su propio título señala nos sitúa en el entorno de la música caribeña con esas incursiones en el jazz latino. Premio final a un concierto que dejaba a un público absolutamente entregado y asombrado, ante el enorme intelecto y eclosión creativa e interpretativa de estos cuatro músicos, que en esta ocasión han liderado el pianista David Peña Dorantes y el contrabajista galo de origen español, Renaud García-Fons. El público pedía más y ellos concedieron, con otra pieza del disco “Sur” de Dorantes titulada “Caravana de los Zincali”, que puso un broche de brillantes a un concierto muy especial.

De izquierda a derecha, David Peña Dorantes, Esperanza Fernández Vargas, Renaud García-Fons y Javier Ruibal, al término del concierto.

La segunda parte de este sábado 23 de Julio, nos iba a deparar un decorado absolutamente opuesto con una voz que en mi opinión, nos dejó un concierto que fue de menos a más. Desde hace unos años vengo manteniendo que algunos cantantes o músicos (son los menos, pero los hay) llegan a Jazz San Javier creando un ambiente un tanto enrarecido. Los responsables o, al menos, los que dan la cara para dejar claro que ellos son los que mandan o pueden exigir son los denominados “road manager”. Por lo general suelen ser o norteamericanos o ingleses. Su proceder crea un ambiente tenso entre organizadores, fotógrafos y periodistas ya que al gran público estas cosas no llegan. Y no lo hacen porque –y aquí está lo curioso del asunto- cuando el artista aparece en el escenario del Parque Almansa comprobamos, ahora en una ocasión más, que todo ese halo maléfico del que se había rodeado no era tal. Y la pregunta es inevitable: Si el artista es así de amable y abierto, ¿por qué el "road mánager" crea tan mala baba entre los que tenemos que atenderles? A fecha de hoy, aún no he sido capaz de descubrir tal misterio. Pero a lo que vamos que es lo auténticamente importante: El concierto de la norteamericana Melody Gardot.

Melody Gardot dibujando un corazón, como queriendo indicar que era todo amor.

Con una gorra, gafas de sol rigurosas, vestido de tela y encaje gris oscuro tipo sayón, medias de rejilla y botines de tacón de aguja apareció en el escenario entre las primeras notas de “Same to you” (título de su último disco) Melody Gardot, que se enfundó su guitarra roja y acompañó la pieza mientras cantaba. El auditorio la acogió con una gran ovación (ya digo, ignorantes del mal ambiente previo que había creado su road mánager durante dos días) que la artista agradeció un tanto fría. Continuó con otro tema de su anterior disco del 2015 titulado “Bad news” (“Malas noticias”) creando, con la iluminación del escenario, un tenebroso ambiente rojo que en nada facilitó la labor de los fotógrafos a los que su “road mánager” dejó nítido que sólo podían hacer su trabajo desde el pasillo medio del auditorio (distancia considerable para primeros o medios planos), en las tres primeras canciones y, encima, con una iluminación como esa. Más adelante observarán que no dispongo de ningún testimonio gráfico del contrabajista ni del teclista debido a esas imposiciones y deficiente iluminación durante esas tres primeras canciones.
El público estaba al margen de estos detalles y se iba creciendo en simpatía con el paso del concierto hacia Melody Gardot, quien también iba comprobando que aquel público no era, tal vez, como se lo habían descrito. La cantante, compositora y pianista de Philadelphia fue animándose también y comenzó a desplegar, más aparentemente tranquila, sus esencias interpretativas y creativas a través de los temas que había preparado para Jazz San Javier en esta su primera visita. Así que sonaron piezas como "Mira", con claros aires brasileños, "You Don't Know What, "Goodbye", tema que tocó al piano y que nos situaba en un club nocturno, o su breve homenaje instrumental al recordado contrabajista Charles Mingus: "March For Mingus".
  
La sección de viento con esa iluminación casi imposible para captar los testimonios gráficos.
Dicen, quienes la conocen más que el que suscribe, que trasciende el jazz y que su estilo y voz es una de las más admiradas en la actualidad. Por ejemplo -y para que se hagan una idea, en el programa de mano se inserta una cita del diario francés Le Monde que indica: "Gardot es jazz, sin serlo, aún siéndolo"-, ciertamente, si escuchamos con atención, sus esquemas están dentro de las bases jazzísticas, pero se escapa de ellas con demasiada frecuencia aunque luego siempre regresa a ellas. . Más ejemplos de esta afirmación, con la que estoy bastante de acuerdo, fueron "Morning Sun", en la que me recordaba a otras cantantes de estilo parecido como Madeleine Peyroux, la propia Joni Mitchel en sus temas lentos como éste o a Patricia Barber, por citar algunas.

Charles Staab es el baterista del grupo.
Mitchell Long, el guitarra y voces, al que he tenido que publicar en blanco y negro debido a la escasísima calidad que se captó en color por la débil iluminación y excesiva distancia impuesta por el mánager de la cantante.
Luego continuó con "Our Love Is Easy", siguiendo con este tipo de baladas que mostraban a una Melody Gardot más romántica, "Baby I'm A Fool", "See Line" y finalizar con "Preacherman", otro tema más en los terrenos del rock aunque sin perder de vista esas bases del jazz. Los aficionados allí presentes arroparon con su calor humano a esta cantante de aspecto frágil y misterioso, que habla español a la perfección y en el que se expresó deshaciéndose en agradecimientos por esta acogida y atenciones de que había sido objeto (tal vez, para atemperar el mal rollo que su "road mánager" había creado previamente, insisto, con la organización, fotógrafos y periodistas que cubrimos informativamente este festival). Y el público le pidió más regresando al escenario e interpretando otra pieza de su más reciente disco titulada "It Gonna Come", que el respetable agradeció enormemente, no sin antes anunciar ella que en breves minutos estaría firmando discos y autógrafos (fotos incluidas) con todos los que así se lo demandaran. Y lo hizo; eso y mucho más en los camerinos con el protocolo del festival. Ya digo, atenciones y amabilidad por un tubo. ¡Qué cosas!

La siguiente cita la tenemos anunciada en el puerto "Tomás Maestre" de La Manga del Mar Menor, con un cantante y saxofonista londinense, Ray Gelato, que visita por primera vez el festival y lo hace dentro del ciclo paralelo de conciertos fuera de la sede habitual. Previamente, se cruzará la laguna saluda en barco hasta el citado puerto, escucharemos y disfrutaremos del concierto en un marco incomparable y regresaremos a La Ribera en el mismo transporte. Se lo contaré, porque la experiencia de seis años atrás fue muy agradable y positiva.


Las fotos son obra (gracias por tu esfuerzo esa noche) de Goio Villanueva.


Melody Gardot durante su concierto en San Javier.

miércoles, 27 de julio de 2016

POP EN JAZZ CON UN TOQUE DE LA INDIA Y FUNK, MUCHO FUNK


El pianista catalán Jaume Vilaseca regresó a Jazz San Javier para recrearnos con temas de la música pop llevados al jazz. Su hija Mar y el toque de sitar de Ravi Chary completaron su concierto. Más tarde, la Banda Original de James Brown pusieron mucho funk en la noche, con un concierto espectáculo de primer orden.

El pianista catalán Jaume Vilaseca regresó a San Javier.

Los contrastes volvieron a tener su protagonismo en la noche del viernes 22 de Julio, en el XIX Jazz San Javier. La primera parte contó con el concierto ofrecido por el pianista catalán Jaume Vilaseca  y su trío que junto a Ravi Chary, el músico de La India, regresaban para ofrecernos temas del disco “Jazznesis II” e incorporar otros éxitos del repertorio pop del pasado siglo XX, con la participación de la hija del pianista, Mar Vilaseca, que está considerada una de las más firmes y serias promesas del nuevo jazz vocal español. La segunda parte estaba reservada para un espectáculo a la americana, como sólo ellos saben hacerlo. La Banda Original de James Brown (reconocida así por la familia del propio cantante recordado por todos) nos trasladó toda la energía que el denominado Padrino del Soul (aunque en realidad lo que hizo Brown fue inventar un nuevo sonido al que llamó “funk”) nos legó desde los años 60 del pasado siglo XX. Un torbellino musical que arrolló a todo el que se le puso delante, con una banda que a pesar de los muchos años que tienen la mayoría de sus componentes todavía nos pueden dejar atónitos con su maestría y vitalidad en escena.

El contrabajista Dick Them.

Como les adelantaba, la primera parte de esta novena jornada celebrada en la sede habitual del Parque Almansa (quedan al margen los conciertos en las plazas públicas) estaba dedicada al pianista catalán Jaume Vilaseca y su trío, que regresaba a Jazz San Javier para interpretar piezas de su disco “Jazznesis II” y otros éxitos de la música pop del pasado siglo XX. Para ello invitó a su hija Mar, que está considerada una de las más serias promesas del jazz vocal español, con quien llevó a cabo algunas de esas adaptaciones. También en esta ocasión, como ya hizo en 2011, Vilaseca ha regresado con Ravi Chary, el músico de La India con el que ha realizado ya dos grabaciones en disco  y cuyo instrumento, el sitar, se incorpora a los arreglos y creaciones de Jaume Vilaseca imprimiéndole un toque exótico y enriquecedor que lo hace, dentro de lo que hoy podemos escuchar, un tanto singular.

Mar Vilaseca cantó con la fuerza de las grandes divas, aunque está comenzando sus pasos en el jazz como futura estrella.

La aparición en el escenario del auditorio fue en cuarteto conformado por el propio Jaume Vilaseca al piano, el bajista Dick Them, el baterista Ramón Díaz y la cantante Mar Vilaseca, atacando de inmediato dos piezas adaptadas del grupo inglés Génesis, “Any Way” y “Time Table”, que interpretó con cierta maestría a pesar de su juventud, Mar Vilaseca. Una voz que posee fuerza y dulzura a la vez con registros intensos y pianos dulces e íntimos, al estilo de las grandes divas del género. Y no es de extrañar ya que sus gustos musicales son muy abiertos, desde Bee Gees, Beatles, Génesis a Michael Jackson, Yes, Diana Ross… Una mezcla de estilos que le son válidos para ir perfilando su propia manera de cantar, a la que con la ayuda de su progenitor y de otros músicos de la Barcelona musical irá limando con el paso del tiempo hasta, supongo, lograr llegar a la cima que se ha propuesto.

El baterista Ramón Díaz, que tuvo su momento de gloria durante el concierto.
Después, Jaume Vilaseca dio las buenas noches y agradeció a San Javier la deferencia de haberles traído de nuevo aunque en esta ocasión, subrayó, para presentar un concierto diferente al de 2011. Con temas adaptados del grupo británico de pop Génesis, indicó, pero no únicamente de ellos como los que presentaba para continuar con Mar en el escenario: “Lately”, de Stevie Wonder, y “Just The Two Of Us”, éxito del recordado saxofonista Grover Washington Jr., que terminaron por convencer a una mayoría del auditorio no ya al trío del pianista, sino en relación a la interpretación de Mar Vilaseca.

El músico Ravi Chary y su sitar.
Llegados este momento del concierto, Jaume Vilaseca anunciaba a Ravi Chary, que ataviado con su clásico Dhoti apareció en escena saludando y una vez afinado su sitar atacaron una de las piezas de “Jazznesis”: “Follow You”. El sitar impregna estos arreglos y creaciones de Vilaseca de esos aires orientales que destilan misterio y magnetismo al tiempo. Siguieron con dos piezas del pianista: “Circles” y “Drumum & Bai”, en el que el baterista Ramón Díaz tuvo su momento de gloria con un solo efectista que el público supo premiar.

Jaume Vilaseca desplegó sus esencias interpretativas y creativas.

En la recta final de este concierto, Jaume Vilaseca presentó su visión de una pieza tradicional catalana titulada “El canto de los pájaros”, en la que Ravi Chary introdujo sus toques de sitar que la hacían más original aún, para luego atacar “Cañitas”, creación del pianista con aires flamencos donde Ravi Chary tuvo su protagonismo destacado (no le va mal al flamenco el sitar) y finalizar, regresando al escenario Mar Vilaseca, con una versión de un clásico de The Beatles: “Across The Universe”.

Mar Vilaseca cantando una pieza de The Beatles adaptada por su padre al jazz.

El auditorio, puesto en pié, aplaudió masivamente este concierto de Jaume Vilaseca y sus acompañantes que resultó intimista y exótico en ciertos momentos debido al sitar, con una aceptación, de nuevo, por parte de los aficionados que asistieron al mismo. Éstos insistían para que hubiera algún bis. Y no fue uno, sino dos. El primero, “Bésame mucho”, a dúo padre e hija. Esto es, piano y voz, donde Mar impresionó de nuevo con sus registros vocales. Y después, el trío con Ravi Chary en una pieza que ya interpretaron en su anterior visita: “El Hotel”. Definitivamente recomiendo asistir a un concierto de este trío, cuarteto o quinteto según el caso, porque disfrutarán con ellos.

Ravi Chary atento a las evoluciones de Vilaseca en el piano.

En la segunda parte de esta novena jornada, el decorado y estilo cambiaban como de la noche al día. Pero no estaban tan lejos el uno del otro. En esta XIX edición hemos tenido la suerte de poder escuchar y ver en directo a la Banda Original de James Brown, la que reconoce la propia familia del recordado cantante, que nos arrolló con su fuerza y magnetismo dejados por Brown durante cuatro décadas. La banda llegaba a San Javier conformada por Tyrone Jefferson, como director y trombón; Hollie Farris, trompeta y teclados; Joe Collier, trompeta; Jeff Watkins, saxo; Keith Jenkins, guitarra; Fred Thomas, bajo eléctrico; Tony Cook, batería; George Spike Nealy, percusión; Cynthia Moore, cantante; Martha High, cantante, y el presentador y Maestro de Ceremonias de los conciertos de Brown, Danny Ray.

El Maestro de Ceremonias del recordado James Brown, Danny Ray.

La vida de James Brown no fue un camino de rosas precisamente, pero dejó nítido cual era el sonido que siempre estuvo en su mente y alma al que se denominó funk. Le llamaron el Padrino del Soul porque su actividad comenzó en los años 60, cuando las estrellas de la Atlantic, Stax o la Montown comenzaban a grabar discos que llegaban fácilmente a las listas de éxitos y ventas. Sin embargo, Brown siempre quiso algo distinto, otro sonido que no estaba en las bases de aquellos otros artistas y que era mucho más incisivo y enervante. Incluso he leído que tuvo fuertes discusiones con su saxofonista Maceo Parker, al que dejó nítido cómo quería que tocara su instrumento para conseguir ese sonido. Por ello, no es de extrañar que todos estos músicos que llegaron a San Javier se cogieran de la mano en círculo e hicieran una especie de oración colectiva antes de salir al escenario. Tuve la fortuna de presenciar estas intimidades de la banda y, ciertamente, sentí un respeto en el ambiente. Casi me sentí atraído por esa ceremonia en la que creí entender pedían al gran Padrino que les iluminara esa noche, para poder dar testimonio fiel de su legado.

Tyrone Jefferson, director musical de la banda y trombone.

“Soul Power 74”, “Pass The Peads” y “Hot Pants Road” fueron los temas del comienzo de lo que resultaría un concierto grandioso en las noches del festival. Y entonces comenzó el desfile de ese potencial increíble. Piezas que nos hacían vibrar y movernos como en nuestros tiempos jóvenes y a los jóvenes como máquinas de bailar sin posibilidad de parar. “Make It Funky”, “Gonna Have A Funky Good Time” o “Ain't It Funky Now”, que dio paso a la gran Cynthia Moore, vestida con una prenda negra de encaje y tul. Grandiosa y mostrando poderío en el escenario.

La cantante Cynthia Moore, con la Luna de fondo y haciéndonos vibrar con su voz.

Y desgarra su voz por “Get Up Offa That Thing” y baila agarrada al saxofonista de Nueva Orleans Jeff Watkins, para continuar con “Papa's got a brand new bag” y provocar el estallido de los que participaban del espectáculo. Algunos se pellizcaban para comprobar que no estaban soñando. Entonces, el bajista Fred Thomas se hace con el control y comienza a “provocar” a los suyos y suenan las notas de “It's A Man's Man's Man's World”. El auditorio es un clamor. Corean esta mítica balada, se mueven de un lado para otro; es la locura colectiva de la que se ha adueñado el mismísimo James Brown desde el lugar en el que esté.

La banda de James Brown durante una parte del concierto.

No hay momento para el sosiego. Sin pausa alguna suena “Papa Don’t Take No Mess” y se anuncia a Martha High con pantalones de pitillo, blusón y una enorme cresta rubia en su cuero cabelludo. Impresionante esta mujer que debe contar con unos 70 años o más, no lo sé ni me importa. Pero es otro torbellino, la corista que acompañó a Brown casi desde el principio; confidente de muchas de las cosas que acontecieron en la vida del Padrino Brown. Y fiel testigo de su música, como lo demostró cantando “Hardest Working Woman” y luego otra mítica pieza de James Brown: “I Feel Good”. ¡Cómo sonaba ese cuarteto de viento! ¡Qué fuerza y empuje! No podemos parar; no queremos parar. El delirio, ya les digo.

Martha High, corista desde el 65 de Brown y confidente de algunas de las cosas que le ocurrieron al cantante.
El bajista original Fred Thomas dirigiendo a sus compañeros.
Y de nuevo el bajista Fred Thomas se acerca al micro y comienza “Cold Sweat”, a la que siguen “I Got The Feeling”, “Give It Up Turn It Loose”, “Try Me”, “Payback” y “Please, Please, Please”… En el foso del auditorio no cabía nadie más. Todos apretados y sudando. No importaba porque el espíritu de James Brown nos había llevado a sus terrenos, a sus ritmos frenéticos. Y entonces el cuarteto de vientos dio los ocho toques clave y comenzó “Sex Machine”. Fue un final a la altura de lo que todos esperábamos, como si el propio Padrino lo hubiera programado así. Se despidieron todos juntos, de la mano y encarando el ancho del escenario mientras el Maestro de Ceremonias volvía con la famosa capa verde que dejaba sobre un micrófono vintage que estuvo al frente durante todo el concierto. Como si el Maestro hubiera estado ahí todo el rato y no nos hubiéramos dado cuenta de ello. ¿O sí? El personal quería más, se insistía. Así que regresaron al escenario y dejaron sonar “Gimme Some More”. El sumun, no cabe más. Esto es demasiado para una sola noche.

El baterista Tony Cook.
Jeff Watkins directamente desde New Orleans.
Hollie Farris se ocupa de una de las trompetas y de los teclados.
Joe Collier es el otro trompeta de lal banda.
En definitiva, una noche de contrastes musicales que nos trajeron intimismo, un toque oriental junto a una joven promesa del jazz vocal español con el pianista Jaume Vilaseca y su trío al que acompañó la voz de Mar Vilaseca y el sitar de Ravi Chary. Después, el espíritu de James Brown bajó entre nosotros para adueñarse de todos los que nos encontrábamos en el auditorio del Parque Almansa, a ritmo de funk. Todavía resuenan en mis oídos las notas del concierto que nos dejaron los miembros de la Banda Original que acompañó al cantante durante cuatro décadas. Definitivo. La próxima jornada nos llevaría por caminos de fusión flamenco, jazz y todo aquello que entra en la imaginación del pianista Dorantes, que regresa con un proyecto junto al contrabajista francés de origen español Renaud García Fons. Dicen que domina la técnica del arco como pocos. Y junto a ellos, la cantaora Esperanza Fernández y el baterista Javi Ruibal Junior. En la segunda parte, cambio de estilo con la cantante y compositora Melody Gardot. Se presenta muy interesante. Ya les cuento después.

Las fotos, como todas las de estos reportajes, son obra de Goio Villanueva.

Keith Jenkins es el guitarrista.
El percusionista George Spike Nealy.