El desaparecido trompetista, Dizzy Gillespie, declaró hace ahora unos 33 años en Cuba y durante una visita para tomar contacto con los músicos de la isla, que en el futuro "toda la música sería una fusión". Cuando escuché entonces aquella afirmación les puedo asegurar que me la creí a pié juntillas. Porque era algo que se estaba viendo venir y, sobre todo, en la música de jazz.
Esta cita (que guardo como un tesoro entre mi videoteca) me sirve para presentar la crónica de la primera jornada doble de la XIII edición de Jazz San Javier, celebrada el pasado viernes, día 9 de julio, con dos cuartetos que entiende este género de diferentes maneras y no por ello, una peor que otra; tan sólo diferentes. Nos referimos, en primer lugar, al que lidera el joven saxofonista, Marcus Strickland, y en segundo lugar, al contrabajista israelí, Avishai Cohen.
El saxofonista, Marcus Strickland, está considerado como uno de los mejores y más sólidos valores de las nuevas hornadas de músicos de jazz. A pesar de su juventud (cuenta con tan sólo 31 años), Strickland posee una dilatada trayectoria en el género de la que cabría resaltar que hasta hace poco tiempo formaba parte del grupo que acompaña a una leyenda viva del género: el baterista, Roy Haynes. Pero no es ese todo su equipaje. También ha estado nominado en dos ocasiones a los Grammy; quedó tercero, en el certamen Internacional de Nuevos Talentos del Saxofón "Thelonious Monk", en su edición de 2002, amén de haber sido nombrado "Estrella del saxo soprano", en la encuesta de 2008 realizado por la Crítica del Downbeat Magazine, entre otras distinciones. Aunque natural de Florida reside en Nueva York, desde donde parten sus creaciones musicales y su sello discográfico, con el que ha editado su más reciente disco titulado "Idiosincrasias".
Marcus planteó un concierto que para una parte del público asistente resultó algo frío y estereotipado. Para los que estamos más adentrados en las diversas corrientes que esta música nos ha ido ofreciendo con el paso de los años, les diré que resultó un excelente concierto de auténtico jazz ejecutado por un cuarteto que aunque joven todavía, se puede vislumbrar un futuro muy prometedor. Marcus Strickland deja fluir las maneras de aquellos maestros en cuyas fuentes ha bebido, como puedan ser John Coltrane, Sonny Rollins o el mismísimo Wayne Shorter. Escuchándole, no te puedes sustraer al recuerdo de esos y otros maestros del saxo pero al tiempo, no tienes por menos que reconocer que él mismo comienza a tener ya maneras de “maestro”. Tras presentar a su habitual cuarteto integrado por su hermano, E.J. Strickland, a la batería; el contrabajista, Ben Williams, y el pianista, David Bryant, Marcus interpretó su primera pieza: “Surreal”. Un tema con mucho “swing” y protagonismo del soprano como voz-guía, para que todos desarrollaran sus conocimientos musicales. A continuación, otra pieza rítmica en la que destacó el baterista E.J. Strickland, dejándonos una primera muestra de sus finas habilidades para con la percusión.
Con el saxo tenor, Marcus nos deleitó con una primera balada, “A Memory’s Morn”, que cierra su precioso disco dedicado a esa especialidad titulado “Of Song”. De nuevo, a destacar el claro dominio de E.J. con los platos de su batería, con los que fue introduciendo ricos matices. A ella le siguieron dos piezas con mucho “swing” como “Arnold found” o “Prince”, antes de regresar a otra balada, “Dann”, con nuevo protagonismo para el saxo soprano.
Y dos “obuses” rítmicos para llegar al final de un concierto grande. El primero, “Set free”, en el que cada uno de los músicos del cuarteto tuvo su momento de gloria. Y tras ello, “Prince of darkness” (composición de Wayne Shorter), en la que todos brillaron de manera definitiva con un E.J. Strickland introduciendo ricos matices con los platos, mientras su “finura interpretativa”, al menos a mí, me atrapaba sin remedio. ¡Esto es jazz. Sí señor! El público les alagó con un largo aplauso de 5 minutos, que los músicos agradecieron con su presencia y varias reverencias. Un concierto que muchos de nosotros no olvidaremos, por su alta calidad. Es cuestión de opiniones.
Un descanso de 15 minutos para dar tiempo a cambiar instrumentos y se nos anuncia el segundo concierto, a cargo del cuarteto que lidera el contrabajista, Avishai Cohen, que apareció en el escenario con su pianista, Shai Maestro, y el percursionista, Itamar Doari, con quienes atacó su primera pieza: “Leolam”. Ésta y todas las que compusieron su programa oficial para Jazz San Javier pertenecen a su reciente disco "Aurora"; un compendio de encuentros de las propias raíces de Cohen, junto con otras vivencias musicales y personales por todo el mundo en las que el contrabajista se ha curtido.
Cohen –que nació en 1970 y se inclinó, al principio, por el piano hasta que escuchó a Jaco Pastorius- atrapó de inmediato al auditorio del Parque Almansa. A renglón seguido, otra pieza, “Shenei Shoshanim”, que nos situaba en cualquier punto de Oriente Medio sin remedio, con la participación en la voz de Karen Maika, quien también aportaba matices percusivos al tema. Y continuidad, a modo de una especie de “suite”, con comienzos aflamencados tras gritar Cohen “España ganadora” -refiriéndose a la final del Mundial de Fútbol, que el auditorio al unísono agradeció y aplaudió-, esta segunda pieza fue una fusión descarada de estilos entre el flamenco, los ritmos caribeños y el jazz fruto, todo ello, de su ya dilatada trayectoria musical por Norteamérica y el haber tocado con músicos como Danilo Pérez, Bobby McFerrin o el mismísimo Chick Corea, con cuya banda Cohen participó en la tercera edición de este Jazz San Javier. El contrabajista israelí realizó una demostración de cómo sacar un magnífico partido a su instrumento, complementándose espléndidamente con el percusionista Doari y completando todo ello con las voces de Karen, la suya propia y los toques del piano que introducía Maestro. Avishai interpretaba en hebreo, inglés o ladino. Son los resultados de un cruce de culturas, en cuyas creaciones Cohen y sus compañeros de viaje musical cuentan historias como la de los beduinos del desierto, de la libertad, la juventud o el amor.
La música que hoy por hoy está experimentando Avishai Cohen está en otras fronteras antes exploradas por otros músicos que, tal vez sin tanta fortuna por las cláusulas que los sellos discográficos han venido imponiendo en las producciones, Cohen ha resuelto de manera satisfactoria –al menos de momento-, con la creación de su propio sello denominado Razdaz Recordz, en 2003, en el que durante siete años ha ido cultivando estas culturas que hoy dan su fruto.
Con “Aurora”, continuó “embobando” a un auditorio que permanecía atentísimo a las ejecuciones de esta formación en cuarteto que lidera el contrabajista israelí.
Karen Maika abandonó momentáneamente el escenario para que el trío inicial desarrollara una larga creación de Cohen –como todas las de este concierto- titulada “Alon Basela”, en la que el pianista, Shai Maestro, dejó constancia clara de su férrea formación clásica en la introducción de la partitura.
Cohen continuaba “jugando” con el contrabajo sacándole sonidos desde las cuerdas hasta la caja y haciendo “guiños”, una vez más, a temas de siempre del repertorio latino, como “Bongosero”. Las fusiones siempre han sido bienvenidas en San Javier y este concierto de “ricas fusiones musicales” del contrabajista judío no iba a ser menos. Hasta me atrevería a indicar que más novedosas que otras anteriores, aunque no desconocidas para el selecto aficionado que acude cada noche al Parque Almansa.
Así acabó su concierto tras algo más de hora y quince minutos.
Tal fue el entusiasmo y ganas que el auditorio le echó a las palmas y silbidos, que Avishai Cohen retornó al escenario para con solamente el acompañamiento de su contrabajo, regalarnos una original versión de la inmortal canción de Violeta Parra, "Alfonsina y el Mar". Cohen hizo salir al resto de la banda, para atacar otro tema del Caribe: “Vámonos p’al monte”. Fue definitivo para que todo el auditorio se arrancara por palmas y bailaran al son de la pieza. Tal vez si el contrabajista hubiera interpretado estas partituras antes, el concierto hubiera resultado de otra manera; no menos brillante, pero sí más festiva que hasta ese momento. El pianista recordaba, en su forma de tocar, a otro querido gran músico: Michel Camilo. La fiesta del fin de semana estaba servida y el Parque Almansa era el recinto en el que todos, al compás, acompañaban al combo con sus palmas y coros. Y dos bises más, para culminar un final delicioso de un concierto singular.
EL ANECDOTARIO
Hoy les voy a trasladar una queja de los fotógrafos porque, además, es muy graciosa. Desde que comenzó este año el Jazz San Javier, no sólo están los fotógrafos, sino también los cámaras de 7 Región de Murcia, que graban cada concierto para su posterior emisión. Pues bien. De todos ellos, los que se convierten cada noche en "protagonistas" de la mayoría de las fotos que hacen los gráficos para Prensa son ¡ ESOS CÁMARAS ! Especialmente, el que queda hacia la izquierda del escenario si nos colocamos frente al mismo. Me han comentado tres fotógrafos que el citado cámara "no debe saber, o lo ha olvidado", que existe un botón que acciona el zoom, para acercar o alejar cada plano según convenga al realizador. Este compañero de la televisión, por contra, hace él mismo de zoom, acercando o alejando su cuerpo cámara al hombro. ¡ Es divertidísimo el contemplarlo ! La verdad es que en el lugar que me ubico puedo verlo con mayor claridad pero, hasta que me lo contaron los fotógrafos, NO ME HABÍA FIJADO. Bueno. Espero que algun alma caritativa se lo indicará y, cómo no, reinará la armonía entre todos los que "curramos" durante el Jazz San Javier. No puede ni debe ser de otra manera.
En suma, que esta tercera jornada de Jazz San Javier 2010 nos posibilitó una noche de absoluto disfrute musical, con dos estilos bien diferenciados aunque sin perder de vista el jazz, como nexo de unión entre ambos. Una sesión para los “pata negra” del género en la que, además de la ortodoxia, también hubo ricas fusiones.
La autora de las fotografías es Marta Pinilla Aldaraví.
Magnífico programa doble, sí señor. De lo mejorcico del festival. Tienes razón: lo que hizo Strickland fue jazz de altísimo nivel. No obstante, creo que el técnico de sonido no estuvo a la altura de las circunstancias. En los temas altos, las figuras que hacía E. J. Strickland con el bombo engullían por completo las figuras del contrabajo, y el saxo se oía más desde el escenario, a pelo, que por las columnas. Al menos desde donde yo me encontraba.
ResponderEliminarEl concierto de Avishai Cohen Quintet sí que sonó impecable. Cuánta fuerza y cuánta originalidad. Itamar Doari me impactó en todos los sentidos. Como dijo el propio Avishai, este percusionista es de otro planeta.
Y muy bien traida la anécdota de los cámaras de TV. Yo también lo pensé. Parecían ellos los protagonistas, con tanta pose y tanta sobreactuación. Una falta de respeto para los músicos, para los fotógrafos y para el propio público. Hay que ser más humilde. El buen cámara tiene que ser siempre discreto, cuando no invisible. No es necesario invadir de esa manera el escenario para captar el corazón y el alma de un concierto.