La primera parte corría a cargo del cuarteto que lideran dos "monstruos" del género: Bobby Hutcherson, vibrafonista, y el pianista, Cedar Walton. Ambos han unido sus magisterios para desarrollar noches únicas e irrepetibles. Porque ninguna noche tocarán de la misma manera. Ningún concierto se parecerá al anterior. Y los que acudimos a Jazz San Javier tuvimos la inmensa fortuna de poder presenciar uno de ellos en directo. El cuarteto se completaba con el contrabajista, David Williams, y Eddie Marshall, a la batería. Abrieron su concierto con “Teddy” (una pieza de Hutcherson) para, a renglón seguido, dejar sonar una versión absolutamente elegante del conocido “Sunflower” que determinó una entrega sin condiciones por parte del auditorio.
Cuando una actuación se inicia con el buen pié con el que comenzó ésta, lo demás suele venir "rodado". Vamos, que los que estamos enfrente hacemos llegar a los músicos nuestras "buenas vibraciones", para que los intérpretes las sientan y se cree esa magia que se da en un magno recital. El cuarteto que lideran estas dos leyendas del jazz atacó “Wise One”, desplegando un halo de misterio, magia y fuerza al mismo tiempo como gesticuló el mismísimo Bobby Hutcherson con sus brazos, antes de iniciar su intervención en el tema. El público disfrutaba con estos músicos y su repertorio, que continuó con una partitura de Cedar Walton titulada “Bolivia”.
Las palabras que acaso podían dejar escapar de sus gargantas hacia el público, se transformaban en las notas de cada tema y así, las de una preciosa balada titulada “Too easily” trajeron unos minutos de sosiego y relajación que los aficionados agradecieron con un largo aplauso.
Ver tocar a estos cuatro músicos es todo un espectáculo. Hutcherson deja caer con suavidad sus mazas sobre las láminas del vibráfono , pero sin olvidar la contundencia cuando es preciso, y todo ello con un dominio absoluto del vibrato. Cedar Walton, por su parte, acaricia las teclas del Steinway & Sons que la organización de Jazz San Javier pone a disposición de los músicos. El contrabajista, David Williams, ejecuta igualmente con suavidad las cuerdas de su instrumento y el baterista, Eddie Marshall, basa los ritmos y tempos, fundamentalmente, en sus platos utilizando la caja y timbales como adornos en cada una de las piezas. En suma, que es una delicia verles, además de escucharles.
Otras partituras como “Little B’s Poem” o “Dear Lord” completaban una actuación que tan sólo contenía las pausas que rellenaban los aplausos de los presentes entre cada interpretación, cual si de una audición de un disco se tratara. Con “Wonderful” finalizaba el concierto de este cuarteto liderado por Hutcherson y Walton cuyo final aprovechó el vibrafonista, para presentar a sus integrantes antes de retirarse.
El público insistía con sus palmas y silbidos para que regresaran al escenario y lo hicieron. Se mostraban satisfechos por su concierto y agradecidos por la acogida del auditorio y, en consecuencia, regalaron un bis que el público supo premiar.
Pero si este concierto nos había dejado "extasiados", lo que se iba a producir minutos despuñés sobre las tablas del escenario en el Parque Almansa iba a ser "de locura". Porque poder ver en directo a Dianne Reeves es una experiencia que recomiendo a todos.
Los primeros en salir fueron los componentes de su cuarteto integrado por el pianista, Peter Martin; el guitarrista brasileño, Romero Lubambu; Reginal Veal, bajo eléctrico y contrabajo; y el baterista, Tereon Gully. La perfección de este cuarteto, así como la de Dianne Reeves es tal, que los músicos hicieron una pieza instrumental de diez minutos hasta que el sonido había quedado como querían. Y tras lograr ese objetivo, la Dama del Jazz de estos tiempos apareció en escena interpretando las primeras notas de “Twelfth of never”. Se la veía radiante y su imagen (tanto en el vestir como en el corte del cabello) nos recordaba a Sarah Vaughan.
Aquello no fue más que el principio porque desde ahí hasta el final, Dianne Reeves ofreció un extenso abanico de temas a través de los cuales demostró su amplio registro vocal. Partituras como “Tristeza” desató el frenesí del auditorio, que se entregaba a una de las mejores voces del jazz actual. Con ese ambiente, Dianne Reeves continuó con una pieza que interpretó en “scat”, “She doesn’t know”, emulando también una de las especialidades de la recordada Ella Fitzgerald. Tanto Vaughan como Fitzgerald han sido iconos a seguir por Dianne Reeves, que aprendió de ellas éstos y otros matices vocales de las dos grandes divas desaparecidas. Y en esa línea interpretativa, Reeves se movía con facilidad haciendo gala de esos amplios registros vocales a los que aludíamos, como en “I’m in love again”, “One for my baby” o “The windmills of your mind”.
Marta Pinilla Aldaraví continúa siendo la autora de las fotos.
El auditorio vibraba con pasión y se rendía ante tales muestras de magisterio musical. “Social call” fue otra demostración de ello, con un público que se convertía en colaborador necesario en esta impartición de talento. Como también lo hicieron en “Our love is here to stay”. La despedida fue original. Cada uno de los músicos, tras Reeves, fue dejando de tocar el tema “When you know”, desapareciendo del escenario uno a uno, mientras el auditorio coreaba y palmeaba el estribillo. Cuando todos se habían marchado, la insistencia fue tan al unísono que Dianne Reeves y su grupo regresaron al escenario, ante el clamor de todo un auditorio absolutamente integrado en la banda como el coro. Un bis que comenzó como había acabado el concierto (como si hubieramos insertado un "fader" en sus dos fases), con "When You Know", que fusionó con uno de los temas más exitosos de Michael Jackson, "Black or White", dedicado a su recuerdo, conformó el excelente concierto de Dianne Reeves que, en absoluto, decepcionó las expectativas. Todo lo contrario, las superó y con creces.
En suma, noche de verano y jazz a cargo de tres de sus “ases”: Bobby Hutcherson, Cedar Walton y Dianne Reeves. Los aficionados al género que cada jornada acudimos a la llamada de San Javier guardaremos el recuerdo de esta noche, como “oro en paño”.
En suma, noche de verano y jazz a cargo de tres de sus “ases”: Bobby Hutcherson, Cedar Walton y Dianne Reeves. Los aficionados al género que cada jornada acudimos a la llamada de San Javier guardaremos el recuerdo de esta noche, como “oro en paño”.
Marta Pinilla Aldaraví continúa siendo la autora de las fotos.
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