domingo, 1 de agosto de 2010

PASIÓN POR EL JAZZ.

En la vida, se puede estar apasionado por diferentes cosas o causas. Por una mujer, por el deporte, por viajar o, como es el caso que nos ocupará en las próximas líneas, por la música y dentro de ella, el jazz. Ese fue el resultado de los conciertos que pudimos presenciar la noche del viernes, 30 de julio del año en curso, en la antesala de la clausura del XIII Festival de Jazz de San Javier, a cargo del Proyecto Colina-Serrano y la invitación de Carmen Rodríguez a que cantara, así como el que protagonizó después el arcodeonista francés, Richard Galliano y su Tangaria Quartet. Dos "delicatessen" del jazz actual.

La primera parte de esta penúltima jornada de Jazz San Javier nos proponía ver y escuchar en directo, el reciente disco que dos grandes músicos españoles han publicado a primeros de este año en el mercado, bajo el título de "Colina-Serrano Project". Se trata de una propuesta seria, bien adaptada y arreglada sobre las músicas que a ambos músicos les gusta pero, es donde se reserva la sorpresa, desde su concepción musical. Y han logrado uno de esos discos que son imprescindibles en toda buena discoteca de un no menos buen aficionado. Pero en lo que a su concierto en San Javier se refiere, su desarrollo resultó todo un exitazo que sin ningún género de dudas no ya es que levantara pasiones, sino que nos dejó unas sensaciones tan sumamente agradables que es difícil de describir con palabras.


Para iniciar la marcha con buen pié, nadie mejor que Stevie Wonder en una de sus creaciones más atrayentes: "Overjoyed". El público ya comenzó a removerse en sus butacas; a adoptar una posición más cómoda y atenta, ante lo que en este primer "aldabonazo" musical lanzado por este dúo de contrabajo y armónica -completado por las no menos expertas manos del pianista, Mariano Díaz, y el baterista, Guillermo McGill-, nos había "impactado" totalmente. ¿Qué era esto? ¡Qué maravilla! Bueno pues no era más que el principio. Porque a renglón seguido, Antonio Serrano nos anunciaba su tema "El blues de la alegría" que haciendo honor al mismo, nos puso a todo el auditorio "las pilas" para disfrutar sin límites de un espectáculo absoluto del jazz español.

Antonio Serrano -que como en ocasiones anteriores ejerce de maestro de ceremonias- continuaba presentando las adaptaciones que conforman este proyecto conjunto con el contrabajista, Javier Colina, como el "Estudio nº 6, de Chopin, o la composición en ritmo de "joropo" venezolano de Colina, que ha titulado "El comandante". En ésta última, a destacar la introducción de Colina demostrando por qué está considerado como uno de los mejores de su instrumento. O la armónica de Antonio Serrano, que se desdoblaba en dos instrumentos para matizar el ambiente hispanoamericano. Una delicia.

Y llegó el momento para recibir a Carmen Rodríguez, una de las componentes del dúo La Plata recuperada para este concierto en Jazz San Javier, que nos dejó "clavados" cuando la escuchamos en el clásico bolero "La mentira (Se te olvida)", para finalizar con "María", una pieza registrada hace años junto a Serrano. Una pena que Carmen Rodríguez no continuara su trayectoria musical en terrenos del jazz y con músicos de este calibre, porque probablemente hoy contaríamos con una excepcional voz.

El punto y seguido a esta actuación del binomio musical Colina-Serrano lo puso un clásico del año 1951 compuesto por otro binomio norteamericano, Rodgers y Hammerstein, titulado "I have dreamed" que ejecutaron con un intelecto musical a la vez que sencillo, para finalizar con una pieza del guitarrista gaditano, Paco de Lucía -Serrano forma parte de su grupo este año-, titulada "Zyriab".

Bueno, bueno. El público "se los comía" insistiendo en su vuelta al escenario para un bis. Y lo hicieron sin ningún esfuerzo ya que ellos quieren tanto a este público, como el auditorio a ellos. El bis no fue otro que "Sweet Georgia brown". ¿Han escuchado la versión que hacen? Pues se la recomiendo. A pesar de que podamos haber conocido más de 30 ó 70 versiones, les aseguro que ésta de Colina y Serrano la van a colocar entre las mejores. Un concierto para el recuerdo y unos músicos que han hecho grande el jazz en España. Sí señor.

Bien. Pues con ese ambiente tan de "regusto musical" que nos dejaron Javier Colina y Antonio Serrano, nos preparamos para acoger el que minutos después nos iba a ofrecer el acordeonista francés, Richard Galliano y su Tangaria Quuartet. Otro de los músicos que en San Javier son muy bien acogidos ya que se ha convertido en una especie de "hermano mayor" de los habituales a esas noches de verano y música, tras varias visitas en el tiempo a este festival. El actual Tangaria (que nació en 2005, cuando la octava edición de Jazz San Javier) está conformado por el violinista, Nicolas Dautricourt; Jean Phillippe Viret, al contrabajo (menuda papeleta le había dejado Javier Colina); y el percursionista venezolano y único mienbro original de Tangaria, Rafael Mejías.

Galliano siempre ha resultado un punto y aparte en Jazz San Javier debido a que no son muchos los acordeonistas que han despuntado en esta música. Pero la mezcla que Richard Galliano practica, entre los toques porteños del bandoneorista argentino Astor Piazzolla y la "mussette" parisina, siempre nos "envuelve" en una placentera nube de sensaciones agradables y viajeras que dan como resultado una pasión, a veces tranquila y otras más frenética. Su concierto de esta visita lo inició con el "Tango para Claude", que nos indicaba cuál sería el hilo conductor de su repertorio preparado para su regreso a Jazz San Javier. Un repertorio que continuó con "Laurita", "Fou rire", "Chat pître" o "Tangaria".

Durante todos esto años he tenido la oportunidad de hablar con músicos que tocan el acordeón. Sin ir más lejos, mi yerno toca el acordeón. Todos coinciden en que el de botonera es el más difícil. Desconozco si es por haberse enfrentado a ese reto o porque su sonido tiene que ver mucho con el bandoneón (fue alumno de Piazzolla y no lo puede negar), el caso es que Richard Galliano optó por ese modelo y, ciertamente, es un maestro en su ejecución además de un auténtico artista componiendo y adaptando piezas conocidas a su personal estilo.
Lo demostró durante toda su actuación, que continuaba con "Sertao" -un bahiao brasileño en el que Rafael Mejía se movió como "pez en el agua", con un dominio absoluto de su pequeño "laboratorio" percusivo-, además de otras partituras como la interpetación que realizó en solitario fusionando su "Aria" (grabada en su más reciente disco dedicado a Bach) con el "Libertango", de Piazzolla. Magistral.
Por si ello no era suficiente, Galliano dejó por unos minutos su acordeón "Victoria" y tomó la "accordina" (es ese instrumento que os mostramos en la foto anterior a estas líneas realizada, como todas las que ilustran estas crónicas, por Marta Pinilla Aldaraví), con la que nos deleitó sobremanera haciéndonos imaginarle a dúo con Antonio Serrano. Por cierto, ese es un aspecto que echamos de menos en las jornadas de Jazz San Javier. En ediciones anteriores, se intentaba que dos músicos que coincidían el mismo día tocasen alguna pieza juntos. Les aseguro que los resultados que se dieron hasta hace unos dos años atrás fueron espetaculares y muy gratificantes. Pero a lo que íbamos. La "accordina" de Galliano nos dejó unas entrañables sensaciones de esquisitez musical, que dificilmente se olvidarán de nuestra memoria.

El programa oficial llegó a su término con "Indifference", tras lo que todo un auditorio puesto en pié y aplaudiendo sin descanso pedía su vuelta al escenario. Richard Galliano y su Tangaria Quartet regresaron para deleitarnos, una vez más, con el inmortal "Las Hojas muertas", que provocó un mayor entusiasmo en el público insistiendo para que se diera otro bis. No se pudieron resistir Galliano y sus músicos y, en consecuencia, sonó para todos y como un gran agradecimiento por sus enormes muestras de respeto y cariño el "New York tango", con el que finalizaba, de manera definitiva, la nueva visita que Richard Galliano hacía a Jazz San Javier.
En suma, una noche "apasionante" de música, sensaciones y buenas, muy buenas sensaciones que nos llevaron al descanso horizontal con absoluto sosiego. Para quitarse el sombrero.

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