miércoles, 18 de octubre de 2017

LUCRECIA, ¡CÓMO TE AMAMOS!

La cantante cubana afincada en España regresó a Jazz San Javier para cantar su amor por el continente americano. 

Lucrecia regresaba, por tercera vez, a Jazz San Javier.
Si hubiera que hacer un resumen breve de lo que han significado en la XX edición de Jazz San Javier sus conciertos en la calle, la definición sería la de éxito arrollador. Estas actuaciones fuera del marco habitual del festival marmenorense siempre fueron bien acogidas por los aficionados y público en general, que vive o pasa sus veranos en San Javier, Santiago de la Ribera o La Manga del Mar Menor. Y en muchas ocasiones, el público lo constituyen esas personas que, de manera habitual, no acuden todas las noches o muy pocas al auditorio del Parque Almansa. Pero dejan patente que estos conciertos de jazz en las calles o plazas de estas poblaciones ribereñas son del gusto de una inmensa mayoría de todas las edades. 

El percusionista alemán Nils Fischer.
En los que hemos visto en esta ocasión (Funkystep & The Sey Sisters, en plaza del ayuntamiento; Zoot Suiters, en explanada Barnuevo de La Ribera; o Sammy Miller & The Congregation, en el Puerto Deportivo de La Manga), el público ha abarrotado y disfrutado con ellos de manera sobresaliente. Y el último de la serie, no podía ser menos. Su protagonista ya había conquistado en sus dos anteriores visitas a Jazz San Javier al auditorio del Parque Almansa, que cada noche se da cita en ese marco singular para dejar escapar libremente sus sentidos y que éstos capten el máximo de buenas y placenteras sensaciones proporcionadas por la música. En esta su tercera visita, la cantante, pianista y compositora cubana afincada en España, Lucrecia, no defraudó a su público aunque éste, repito, no fuera el habitual de la sede oficial de Jazz San Javier. Faltó explanada Barnuevo para albergar al personal que acudió a ver y escuchar a Lucrecia. La cantante cubana estaba arropada por sus paisanos, el pianista Ramón Valle y Yelsi Heredia en el contrabajo, además del percusionista alemán Nils Fischer. En esta ocasión, nos presentaba su espectáculo “América, cómo te adoro” conformado por una selección de canciones hispanoamericanas –la mayoría de ellas cubanas- que atraparon de inmediato al gran público.

Yelsin Heredia es un maestro del contrabajo.
Una selección que comenzó por el viejo bolero del cubano Eusebio Martín titulado “¿Y tú qué has hecho?”, que situó de inmediato los siguientes 90 minutos que Lucrecia y sus compañeros nos iban a regalar. Una vez bien ubicados, la cantante cubana desplegó su paraguas multicolor inundando -valga la expresión cuando el concierto se desarrollaba a la misma orilla del Mar Menor- toda la explanada y calles adyacentes de su magisterio vocal, al que arropaba con la misma sapiencia sus compañeros de viaje. Así, el repertorio fue dejándonos sabores y ritmos de otros tiempos, por los que parece no transcurrir el tiempo. Piezas puestas al día como “El breve espacio en que no estás” y “Para vivir”, ambas de Pablo Milanés; “Requiem”, de Silvio Rodríguez o “Siboney”, de Ernesto Lecuona, que conformaron el primer cuarto de concierto de una Lucrecia que tenía a más de dos mil almas pendientes de sus cantos y explicaciones.

Ramón Valle es uno de los más destacados pianistas cubanos en estos momentos, afincado en Amsterdam.
Una pieza titulada “Cinco Hermanas”, compuesta e interpretada al piano por Ramón Valle, dejó otra muestra del alto nivel de los músicos que suelen acompañar a la cantante que ha sido considerada por muchos, como la sucesora de la recordada Celia Cruz. Tras cambiarse de vestido, Lucrecia regresó al escenario para continuar dejándonos esas joyas de antaño que ha revisado y que forman parte de este proyecto titulado “América, cómo te adoro”, que interpretó de inmediato. Luego, el listado seguía con “Latinoamérica”, un trocito de “Hércules” ante la insistencia del público más joven y que Lucrecia creó para la serie de TVE de Los Lunnis; “Qué te pedí”, un bolerazo de otra gran voz que ya nos dejó hace mucho llamada La Lupe; “Ceniza”, otro bolero de Wello Rivas dedicado a la no menos grandiosa Toña La Negra; “Mamá, las lágrimas se me salen”, para culminar con “Yemayá”, un canto dedicado a la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, con el que hizo subir al escenario al director de Jazz San Javier, Alberto Nieto, y hacerle participar de esa fiesta cubana que Lucrecia y sus compañeros de escenario habían desarrollado en esta su tercera visita al festival. 

Lucrecia está considerada por muchos como la sucesora de Celia Cruz.

El público no cesaba de vitorearlos y aplaudir sin descanso, para que siguieran un poco más. Y Lucrecia, que se deja querer fácilmente por el respetable, regresó al escenario para comenzar en el piano “Véte de mí”, incorporándose tras la primera estrofa Ramón Valle, Yelsy Heredia y Nils Fischer que arrancaron nuevos aplausos de ese público entregado sin reservas a este cuarteto que lidera la cubana Lucrecia.

Ramón Valle incorporándose al piano en "Véte de mí".
Y el broche de oro lo puso “Dos gardenias”, el bolero que compuso hace muchísimos años Isolina Carrillo, profesora de canto de Lucrecia, y con el que quiso tener un nítido recuerdo para quien le puso en el mejor camino de la interpretación vocal.

"Dos gardenias" puso el broche a un concierto excepcional.
En suma, una fiesta por todo lo alto bañada por las aguas del Mar Menor a cuya orilla, en la explanada Barnuevo de Santiago de la Ribera, la cantante cubana Lucrecia y sus compañeros de viaje musical nos regalaron una selección de las mejores canciones y boleros del continente hispanoamericano. Niños, jóvenes, personas de mediana edad y nuestros mayores aplaudían y veneraban al cuarteto gritando muchos de ellos “Lucrecia, ¡Cómo te amamos!”. 

Las fotografías son de Goio Villanueva. Pinchando en el nombre puedes visitar su web.


El director de Jazz San Javier y el cuarteto, saludando. Tras ellos, se aprecia la cantidad de público que arropó a Lucrecia.

lunes, 25 de septiembre de 2017

LAS ALEGRES BASES DEL JAZZ TRADICIONAL APUNTALARON EL PUERTO DE LA MANGA.

Sammy Miller & The Congregation entretuvieron de manera divertida a un público que sucumbió inmediatamente a su jazz festivo y extraordinariamente interpretado.


Sammy Miller % The Congregation al completo.
El tercer –y más alejado de su sede habitual- concierto en la calle del XX Jazz San Javier viajó hasta el Puerto “Tomás Maestre” de La Manga del Mar Menor, cruzando éste en barco y atracando junto a su explanada en la que, como en ocasiones anteriores, se ubicaba el escenario desde el que los aficionados y veraneantes de esta zona marítima de la Costa Cálida murciana iban a recibir un baño del jazz más tradicional a cargo de una formación, The Congregation, que lidera el baterista y cantante Sammy Miller. Seis músicos que han basado su trayectoria en el rescate de la tradición de Nueva Orleans adobándola con un cierto aire callejero y circense (dicho en el más noble sentido del término), a la búsqueda de captar a todos aquellos que no están muy por la labor de apreciar las enormes posibilidades que este género musical posee desde sus cimientos.

Sammy Miller, líder y baterista del grupo.
La formación está integrada, además de por Sammy Miller en la batería y voz, por el pianista  armonicista David Linard; San Crittenden, al trombón; Alphonso Horne, trompeta; Ben Flocks, saxo tenor, y el contrabajista John Snow. Esta es la actual formación de este sexteto que demostraron ser unos auténticos “entertainmets” (entretenedores o animadores) ya que ni tan siquiera los peces que transcurren por las aguas del puerto quedaron impasibles ante tamaño espectáculo. En esta ocasión, se podría afirmar que a la explanada le faltó algo más de espacio ya que el público que se acercó a ver este concierto sobrepasó todas las sillas que se habían dispuesto para el efecto. ¿Quién las necesitaba, con esa marcha incesante de ritmos y apariciones espontáneas de alguno de estos músicos entre el público o en alguno de los barcos atracados?

El trompetista Alphonso Horne.
Wynton Marsalis (con quien, por cierto, este sexteto ha tocado en el Lincoln Center de Nueva York) puso buena parte de su empeño en hacer sobrevivir las bases tradicionales del jazz que parecían perderse en el tiempo, a raíz de aparecer las nuevas corrientes del género en las últimas décadas del pasado siglo XX. Y cuando te tropiezas con una banda como la que lidera Sammy Miller, The Congregation, compruebas fehacientemente que ese objetivo se ha logrado. Es más, le añadiría que con creces. Porque este sexteto norteamericano ha sumado a su magnífica factura interpretativa con cada uno de sus instrumentos, los rasgos de cierta teatralidad o puesta en escena que termina por enganchar al espectador de manera irremediable.

David Linard mantiene el peso de los temas desde el piano.
Una vez situados en lo que verán cuando se encuentren con este grupo (ojalá que no tarden mucho), nos centraremos en lo que fue su concierto de La Manga dentro del XX Jazz San Javier. La aparición en escena de Sammy Miller cantando una vieja pieza que, entre muchos otros, interpretó el recordado Louis Armstrong titulada “That Lucky Old Son”, a la que se añadieron poco después el pianista David Linard y el contrabajista John Snow fue la tarjeta de presentación que ya dejaba un claro indicio de por dónde iba a transcurrir la noche. Después, ni cortos ni perezosos, bajaron del escenario y comenzaron a saludar al público estrechando sus manos y dándoles la bienvenida. Primer efecto de atracción logrado. Y a continuación, la música y el espectáculo total se expandió por todo el recinto dejando sonar piezas emblemáticas como “Sweet Low, Sweet Chariot”, “Just A Closer Walk With Thee”, “Ain't Misbehavin” o una de las que la formación ha compuesto, “O My Love”. Parecía que andábamos por las calles y clubs de Nueva Orleans. ¡Qué maravilla!

La formación al completo en pleno concierto.
Linard también es un experto armonicista.
Les indico ahora que en cada uno de estos temas, los músicos iban apareciendo en diferentes puntos del recinto como, por ejemplo, el trombonista Sam Crittenden avanzaba desde el fondo entre ambas filas de sillas hacia el escenario tocando. O el saxofonista Ben Flocks interpretaba desde el interior de un barco atracado junto al recinto. Y en otra pieza a lo largo del concierto, el trompetista Alphonse Horne se ubicó en la barandilla de obra que separa la terraza de un restaurante fronterizo con el recinto para desde allí iniciar su intervención hasta llegar al escenario. Efectos que, sin duda, atrapan la atención del más despistado aunque en este concierto nadie pasaba por ese estado; todo lo contrario, el público, tanto el del recinto como el que se encontraba en esa terraza cenando, disfrutaba cada minuto de esta maravillosa puesta en escena musical que ofrecían Sammy Miller & The Congregation.

John Snow al contrabajo.

Sam Crittenden es uno de los mayores animadores del grupo.
Una vez comprobado lo que daban sin recato alguno este sexteto, uno no deja de pensar en la oportunidad de haber ofrecido este concierto en el auditorio del Parque Almansa, sede oficial de Jazz San Javier. Se habría venido abajo, como se suele indicar, con tamaño espectáculo. No pude dejar de recordar otro concierto parecido, que nos ofreció en 2013 (XVI edición) otro de los últimos iconos de la ciudad norteamericana: Jon Batiste & Stay Human. Tal vez en otra edición, se pueda comprobar lo que afirmo ahora. Pero continuemos con este concierto ofrecido en la explanada del Puerto de La Manga del Mar Menor. Sammy Miller & The Congregation poseen ya importantes reconocimientos y bagaje artísticos que les sitúan como una de las formaciones de último cuño más importantes del género; sobre todo, en lo que a rescatar y poner al día esas bases de la tradición que supieron incrustar en esta actuación en Jazz San Javier.

Ben Flocks se encarga del saxo tenor.
Flocks y Crittenden tocando en el borde mismo del escenario.
Una estampa que protagonizaron Sammy y su Congregation.
Otra lanzadera de piezas como “I Know Just How It Goes”, “Careless Love”, “Antonio”, un medley (mezcla) de temas interpretados en su día por Duke Ellington, o “Blues Don’t Bother I”, “Chorale” y “Gentle Lena Clare” ayudaron a que todos los presentes no sólo disfrutáramos de un espectáculo singular, sino que participásemos de él. Una no menos conocida “Li’l Liza Jane” puso el broche final a una actuación que ha quedado, al menos para los que tuvimos la suerte o el acierto de acudir a verla, en la memoria imborrable de todos. Naturalmente estamos en Jazz San Javier aunque en esa noche no fuera el marco habitual, por lo que el respetable demandaba una más. “What A Wonderful World” fue el regalo de este sexteto norteamericano, Sammy Miller & The Congregation, que actuaba por primera vez en nuestro país. Y poco después, el regreso en el mismo barco cruzando el deteriorado Mar Menor hasta alcanzar la costa de Santiago de la Ribera. ¿Se puede pedir más para una noche de verano y jazz?

Las fotos son obra de Goio Villanueva. Si pinchas en su nombre podrás ver su web y su obra.

Así se encontraba el recinto del festival, al final del concierto.

viernes, 11 de agosto de 2017

NOCHE PLETÓRICA EN JAZZ SAN JAVIER, CON FOURPLAY, EL DÚO WHITTINGTON-CAMPILLO Y EL “GROOVE” DE MAURI SANCHIS.


La noche se inició con una gran ausencia: El guitarrista Chuck Loeb, por grave enfermedad. Precisamente a su recuerdo dedicó el concierto su grupo Fourplay, que dejó al auditorio entusiasmado con su actuación. Después, el norteamericano Buddy Whittington junto al grupo que lidera el murciano Santiago Campillo –y al que sumaron el “groove” del alicantino Mauri Sanchis- dieron la vuelta a un público que se mostró entregado desde el primer momento. 


Nathan East es uno de los fundadores de Fourplay.
Antes de iniciarse esta XX edición de Jazz San Javier, la organización ya había anunciado que el guitarrista norteamericano Chuck Loeb no estaría en el festival con su grupo Fourplay, debido a una enfermedad. Muchos pensamos que sería algo pasajero y que en una ocasión futura volveríamos a contar con sus muchos conocimientos musicales, su simpatía y entrega en cada concierto que ha dejado sobre el auditorio del Parque Almansa, en un festival al que gustaba de venir. Pero antes de que Fourplay comenzara su concierto en este XX Jazz San Javier, conocíamos la triste realidad: Chuck Loeb estaba muy enfermo y se temía por su vida. Fue un jarro de agua fría sobre cualquier atisbo de esperanza de volver a ver al amigo, al músico que tantas páginas de gloria ha dado a esta música. Fourplay no buscó a un guitarrista para que ocupara su puesto en la gira, si no que lo hizo con un saxofonista, Kirk Whalum, amigo de Bob James y un buen referente del jazz fusión. Y el resultado no pudo ser más efectivo; al menos en lo que al concierto de Jazz San Javier se refiere. Después de contarles lo acaecido en la noche del 22 de Julio pasado, me detendré más ampliamente en Chuck Loeb.

En la segunda parte, con un auditorio ya predispuesto a llegar al máximo con lo que iba a acontecer en el escenario de Jazz San Javier, el blues que nos iba a proporcionar el norteamericano Buddy Whittington y el grupo que lidera el guitarrista murciano Santiago Campillo –quienes invitaron a su fiesta al organista alicantino Mauri Sanchis- convertiría el famoso foso y todo el recinto, en un hervidero humano de satisfacción plena que rindió pleitesía a estas inequívocas estrellas del firmamento musical.


El pianista y teclista Bob James es un soporte seguro del cuarteto.
Fourplay regresaba por segunda ocasión a Jazz San Javier, para intervenir en su XX edición y volver a regalar a su público (el del festival) otro concierto que dejase ese magnífico recuerdo que ya impuso en su primera visita. Por aquel entonces, su guitarrista fue Larry Carlton que junto a Lee Ritenour y Chuck Loeb conforma el trío que ha tenido la formación desde su creación. Tanto Ritenour (que estuvo una jornadas antes con Dave Grusin) y Larry Carlton ya dejaron la formación y era Chuck Loeb su guitarrista oficial. Pero antes de que echara a andar la presente edición, la organización del festival anunciaba que Loeb no estaría en San Javier por enfermedad (así de escueta fue la comunicación) ocupando su lugar el saxofonista y flautista Kirk Whalum. Pues con Bob James en los teclados; Natan Easts, en el bajo eléctrico de seis cuerdas, y el baterista Harvey Mason (estos tres últimos son la base que no ha cambiado en todos estos años de existencia del grupo) y el concurso para esta gira de Kirk Whalum, Fourplay apareció en el escenario de Jazz San Javier dispuestos a hacernos pasar un excelente concierto que se iniciaba con “Avalabop” arrancando los primeros aplausos y muestras de entusiasmo del público.


Tras ello, otra de las piezas míticas de las diferentes etapas de la formación: “Max-O-Man”, que situó de manera inequívoca la línea por la que iba a desarrollarse esta actuación, a la que siguió “Chant”; otro de los clásicos del grupo en el que Natan East utilizó su voz como un coro de acompañamiento. Tras esta primera entrega, Natan East se dirigió al respetable para informar del motivo del cambio y expresar el respeto y admiración de todo el grupo por Chuck Loeb, para el que hacían votos de que pudiera recuperarse y regresar con ellos y a la música. “Él, destacó East, que tantas composiciones gloriosas ha dado a la música y con las que muchos de nosotros hemos disfrutado y acompañado en tantos buenos momentos de nuestras vidas”. Así que qué mejor homenaje que dejar sonar “Precious Metal”, una pieza de Chuck Loeb que se incorporó en “Silver” el álbum de los 25 años de Fourplay publicado en 2015, en la que destacó con su saxo Kirk Whalum que intervino en esa grabación.

El baterista Harvey Mason es el metrónomo de Fourplay y uno de los que más ha tocado con Chuck Loeb en sus conciertos y grabaciones.

Los asistentes a esta jornada mostraban su disfrute musical, pero en el ambiente flotaba un sabor agridulce y es que Chuck Loeb siempre ha sido un músico muy bien acogido en este recinto del Parque Almansa, desde su primera visita allá por 2001 en la IV edición de Jazz San Javier en la misma noche que le precedió el cuarteto del desaparecido Toots Thielemans. Por ello, no era extraño que muchos de los habituales aficionados que año tras año acuden a esta cita con la música se mostraran un tanto preocupados por los anuncios de gravedad que llegaban desde el otro lado del gran charco sobre la salud del guitarrista. Pero como ya indica esa manida frase de que “el espectáculo debe continuar”, Fourplay hicieron de tripas corazón y pusieron éste último en el concierto que se desarrollaba sobre el escenario del XX Jazz San Javier con “Blues Force”, otra de las piezas clásicas de su repertorio que volvió a levantar al público de sus butacas aplaudiendo fervorosamente a estos cuatro MÚSICOS que tan buenos momentos nos estaban haciendo pasar aunque ni ellos ni nosotros olvidábamos a Chuck Loeb. ¡Bravo!, llegué a escuchar desde una parte de las gradas a un aficionado. No era para menos.

El saxofonista Kirk Whalum sustituyó a Loeb en el concierto que Fourplay dio en el XX Jazz San Javier. Whalum pidió oraciones por el guitarrista para que su recuperación fuera posible.
De nuevo, unos momentos para la tranquilidad rítmica que proporcionan los temas tipo baladas como la que cantó Natan East del álbum del grupo “Let’s Touch The Sky” titulada “I’ll Still Be Loving You”. Kirk Whalum hacía en ocasiones de Maestro de Ceremonias y pidió, en su intervención, que rezásemos mucho por Chuck Loeb ya que se encontraba seriamente enfermo. El aplauso fue unánime e inmediato. Se le quiere en estos pagos y todos deseábamos ese fortalecimiento y recuperación. Pero lo que indicaba antes, que el concierto debía proseguir y lo hizo con un tema del primer disco de Fourplay titulado “101 Eastbound” en el que de nuevo, el saxo de Whalum volvió a destacar de manera especial y Nathan East llevó a cabo un unísono con su bajo y voz. Y regreso a otra pieza sosegada del álbum Let’s Touch The Sky, para una combinación perfecta del cuarteto: “More Than A Dream”. Y un tema más del último disco del cuarteto: “Silverado”.

Tras ello –y un nuevo reconocimiento del auditorio-, se quedaron solos Bob James y Kirk Whalum, quien comenzó a tocar en su saxo las notas del “Concierto de Aranjuez” al que su sumó Bob James tras unos compases. Dos amigos interpretando tan bella partitura pero llevada a sus terrenos; maravilloso y de pronto, como si los hubiera tocado un hada con su varita, surge la melodía de “Body & Soul” en unas notas bien definidas y envolventes que salen de la embocadura del saxo tenor de Kirk Whalum. El teclado de Bob James acompaña y rellena los espacios que no lo están y el resultado es una versión singular, única, que ambos regalan a un público entregado y al que, finalmente, no pueden resistirse Nathan East y Randy Mason. ¡Qué delicia y encanto! Y todo ello, antes del último tema que cerraba el concierto, “Bali Run”, que terminaría por acaparar a cualquiera que hubiera quedado un tanto indeciso con este concierto del cuarteto norteamericano Fourplay.

Aplausos, vivas, bravos y silbidos de reconocimiento y admiración por estos, repito, MÚSICOS y las interpretaciones y creaciones que regalan a quienes gustan de verlos y escucharlos. El público, puesto en pié como de costumbre, demandaba otra pieza más y el cuarteto apareció de nuevo en el escenario. Nathan East mostraba una amplia sonrisa, mientras sus compañeros aplaudían a este auditorio y agradecían esta entrega. Cada uno se colocó en su lugar y comenzaron a sonar las notas de “Westchester Ladies”. Ese auditorio explotó definitivamente en aplausos al finalizar el tema, agradeciendo a este Fourplay su concierto en Jazz San Javier a pesar de los momentos difíciles que han vivido durante esta gira europea.

El cuarteto Fourplay durante su concierto en Jazz San Javier.

La segunda parte de esta jornada de sábado iba a contrastar con lo que se acaba de ver y escuchar. El blues se iba a adueñar del recinto del Parque Almansa una vez más, a través de un grupo que lidera el guitarrista murciano Santiago Campillo, quien se había unido al también guitarrista norteamericano Buddy Whittington y al organista alicantino Mauri Sanchis que ha regresado a los escenarios después de varios años de ausencia. Un concierto diseñado por el propio Jazz San Javier que resultó todo un éxito en la presente edición. Nada más ser anunciados por Alberto Nieto, Whittington y Campillo atacaron “Hideaway” para que no existiera duda alguna de que el concierto del que íbamos a disfrutar como enanos sería de blues y nada más que blues. Tal vez, alguno pensó que al ser Santiago Campillo componente fundador del también grupo murciano M-Clan cabía la posibilidad de poder escuchar alguno de los éxitos del grupo mientras el guitarrista estuvo con ellos, pero no era esa la idea. Aquel era un concierto diseñado para escuchar y disfrutar de blues. Y vaya si lo disfrutamos.

Buddy Whittington, el guitarrista tejano que tocó en los Bluesbreakers de John Mayall durante 15 años. Todo un referente del blues blanco.

El guitarrista tejano Buddy Whittington estuvo durante 15 años como guitarrista de los Bluesbreakers de John Mayall (de 1993 a 2008) y aunque ya tenía su propio estilo, esa escuela del británico por la que han pasado grandes músicos siempre te deja enseñanzas y Buddy no fue ajeno a ellas. Precisamente en una de sus escasas visitas a la Región de Murcia, en Cartagena, fue donde el murciano Santiago Campillo vio tocar a Whittington y se quedó entusiasmado con sus maneras de interpretar el blues y de tocar la guitarra. Buddy es un músico que puede llegar a engañar por su aspecto físico (y no sería la primera vez que algo así ocurre) pero cuando coge su guitarra y extrae de ella esos sonidos y fraseos, les puedo asegurar que te puedes quedar embobado escuchándolo durante horas. Como demostraría en este concierto del Jazz San Javier, cuya segunda pieza del mismo, “Black Cat Bone”, sirvió para que hiciera su aparición en escena el organista alicantino Mauri Sanchis (el mejor español en Hammond B3) e impregnar al grupo de su “groove” intenso; ese toque especial al que Mauri nos ha tenido acostumbrados durante sus anteriores años de actividad musical, de la que ha estado apartado por un tiempo. El Hammond B3 arropó a Whittington, Campillo y su grupo como un padre abraza a sus hijos, elevándolos hasta lo más alto del firmamento musical y logrando que el auditorio comenzara a hervir. Qué entusiasmo mostró el público para con estos músicos, que les hacían divertirse y moverse al son de las piezas que sonaban.

El guitarrista murciano Santiago Campillo es un referente del blues, rock y pop español. Jazz San Javier unió a ambos músicos y añadió al alicantino Mauri Sanchis, para conformar este concierto.

Una vez todos juntos, el concierto fue subiendo enteros; como los valores de la Bolsa, Buddy Whittington, Santiago Campillo y su banda y Mauri Sanchis comenzaron a desplegar su tarro de las esencias musicales y la locura se hizo patente. Sonaron temas como “If You Love Me Like You Say”, “Big Legged Woman”, “Minor Blues”, “Same Old Blues” y “Southbound” que nos llevaron a través de un viaje programado de muy buenas vibraciones musicales, en las que la voz de Buddy Whittington nos enganchaba sin remedio (¿y quién lo deseaba?), mientras su guitarra y la de Santiago Campillo fraseaban alternativamente arropadas por el Hammond de Mauri Sanchis que interrumpía algunos de esos discursos de cuerda, para dejar patente que sus sonidos creaban la parte del clímax que faltaba con el apoyo de una potente sección rítmica a cargo del bajista Dani Mora y la batería de Mini Drums.

El gran organista, especialista en el Hammond B3, alicantino Mauri Sanchis, que ha regresado a los escenarios tras unos años de ausencia. Esperemos que pronto se vuelva a contar con sus proyectos en Jazz San Javier.

Si eres un adicto al blues, ya debes conocer que un buen concierto que se precie no puede, ni debe, contar con menos de hora y 45 minutos de duración. Ello nos lleva a pensar en unos 18 ó 20 temas, según la recreación que de ellos hagamos. En éste que protagonizaban Buddy Whittington, Santiago Campillo y su banda y Mauri Sanchis tan sólo había dejado sonar siete, lo que nos dejaba grandes esperanzas aún para continuar disfrutando de otras buenas andanadas de piezas con las que quedar “embrujados”. Y como en todo buen concierto que se precie, también hay momentos para un respiro, como el que ambos guitarristas se dieron en “Negro Como Un Blues” (pieza compuesta por Joaquín Sabina y Claudio Gabis) y “El Tren de las 16” (éste compuesto por Norberto Pappo Napolitano). Momento mágico del concierto, antes de continuar “ametrallándonos”, en el buen sentido literario y musical, con nuevas piezas del más genuino blues.

El baterista del grupo de Santiago Campillo, Mini Drums quien, según Campillo, ha dado más fortaleza rítmica al grupo.
La primera de esta nueva tanda era un viejo éxito de Little Milton titulado “Grits Ain't Groceries!”, en el que Mauri Sanchis dejó patente a través del Hammond su base soul, tuvo su sólo en el que demostró su excelente sentido del ritmo, como también tuvieron su momento de gloria Dani Mora y Mini Drums. El público les premió con una gran ovación y silbidos de agradecimiento por ese momento. Y continuaron con “Help Me Through The Day”, “You Got Me Runnin’” o “Desconfío de la Vida” (otro blues lento de Pappo), al que Santiago Campillo impregnó con su sello. Después llegaría “Sola”, del disco de Campillo “Carretera Sin Final”, para finalizar con dos temas más: “I Love You More and More Everyday” (blues con tintes country) y “Crosscut Saw”, con la que daban por finalizada su actuación en Jazz San Javier.


El bajista caraqueño Dani Mora, durante sus evoluciones en Jazz San Javier.

El auditorio temblaba por los cuatro costados ante la abrumadora ovación de un público que se mostraba enervado de ritmo, disfrute y música. No se había llegado a las dos horas, pero faltaba poco para ello y el personal parecía no tener ninguna prisa por volver a casa. Era sábado y la noche aún disponía de horas para vivirla y disfrutarla. Pedían más, mucho más. Santiago Campillo que conoce muy bien a este público regresó al escenario con sus compañeros de viaje y se dispusieron a dar un poco más de su brevaje musical. “Jacksboro Highway”, un blues a ritmo medio para calmar un poco el ambiente y respirar. Pero no era suficiente. Ese auditorio necesitaba algo más para marcharse a casa con un estado de ánimo sublime. Pues nada, que hay que proporcionar ese cénit al personal y entonces sonó “You Upset Me Baby”. Pero no crean que, como reza el título, el público o los músicos estaban disgustados; todo lo contrario. Era la pieza perfecta para, ahora sí, finalizar esta producción de Jazz San Javier que, sin duda, ha vuelto a resultar un pleno acierto.

Dos artilleros de las seis cuerdas, que hicieron saltar por los aires el auditorio del Parque Almansa.

En suma, noche de contrastes pletórica con una primera parte sensacional y un tanto agridulce por la ausencia del guitarrista Chuck Loeb, muy querido por los aficionados de este festival, al que su grupo Fourplay dedicó el concierto. Después, la apuesta de Jazz San Javier por el blues con una formación unida para tal fin, conformada por el guitarrista norteamericano Buddy Whittington, el murciano Santiago Campillo y su banda y el organista alicantino Mauri Sanchis que ha regresado a los escenarios después de unos años alejado de ellos.

B. Whittington, S. Campillo, M. Sanchis y la banda de Campillo.
El guitarrista Chuck Loeb durante su última visita a Jazz San Javier.

Cuando termino de escribir esta crónica, nos llegaba la noticia del fallecimiento de Chuck Loeb, que sufría una grave enfermedad desde hace unos pocos años que no ha podido, finalmente, superar. Los recuerdos de sus conciertos en Jazz San Javier se agolpan como lo hicieron esta noche en la que debía haber estado con Fourplay. Su primera visita allá por el año 2001 en la IV edición, en la que vino acompañado por su esposa, la madrileña Carmen Cuesta, y un grupo de músicos que hicieron las delicias de un auditorio que ya había disfrutado con el concierto previo de Toots Thielemans, ya dejó su impronta que caló en todos los aficionados de manera inmediata. Posteriormente, Chuck Loeb regresó en la X edición de 2007 con Reunión, Michael Franks, Till Bröner y Eric Marienthal como artistas destacados, en 2008 en la edición XI con una edición especial del grupo Metro que homenajeaba al desaparecido saxofonista Michael Brecker, y la última visita realizada en 2014, en la edición XVII, en la que estuvo con algunos de sus amigos como Eric Marienthal o Wolfgang Haffner  (en la foto previa a estas líneas, de fondo) además de su esposa Carmen Cuesta.

El matrimonio Carmen Cuesta-Chuck Loeb, en el concierto de 2014 en Jazz San Javier.

Ese es el último recuerdo que Chuck Loeb ha dejado entre esta gran familia que conformamos Jazz San Javier y que en estos días anda apenada por tan gran pérdida musicala y humana. Nuestro más sentido pésame a la familia –Carmen, su esposa, y Lizzy y Christina, sus hijas- y el inequívoco homenaje que Chuck Loeb recibe de todos nosotros. Estamos seguros que en la edición número XXI, la organización la dedicará a él y, hacemos votos para ello, programará un concierto para recordar sus composiciones y personalidad singular que dejó en vida. Un concierto en el que, seguro, estarán algunos de sus muchos amigos músicos que tantas veces tocaron con él en los escenarios del mundo. 
Chuck, te queremos y no te olvidaremos. Descansa en Paz.

 Las fotografías de esta crónica son obra de Goio Villanueva. Si pinchas sobre su nombre puedes visitar su web y blogs.

Este recuerdo quedará para siempre entre todos los que disfrutamos con tu música, Chuck.