Los norteamericanos
supieron dosificar sus 20 canciones, para mantener al auditorio en un ritmo
pegadizo e irresistible que resultaba imposible mantener quietos los pies.
Un lleno del auditorio
Parque Almansa, nos dio un concierto que ha pasado a la historia de este
festival.
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Los norteamericanos The Mavericks en pleno concierto. |
El Festival
de Jazz de San Javier siempre guarda una noche para propiciar un concierto que
deja huella. El de esta XXI edición ha sido, sin duda y hasta el momento, el
que este jueves en la noche llevaron a cabo los norteamericanos de The
Mavericks. Una formación que como indicaba el director de esta cita, Alberto
Nieto, son los grandes revolucionarios de la música country, a la que han
sumado en una fusión increíble no sólo la música vaquera que todos conocemos,
sino ritmos latinos, rock puro y rockabilly que dan esa nueva dimensión de esta
música que posee miles de seguidores en todo el mundo pero, especialmente, en
los estados norteamericanos que tienen su seña de identidad en ese modo de
entender la vida en los ranchos, donde cerca existe un club al que todos los
viernes en la noche acuden los vaqueros del lugar para disfrutar con este
género. Un disfrute que The Mavericks trasladó, con un concierto de algo más de
dos horas (no había manera de que finalizaran, porque la comunión entre músicos
y público se produjo desde el primer tema, “Easy As It Seems”, para formar un
todo único en el que los espectadores no podían estar quietos en sus butacas
(se anunció que hasta que no faltaran 30 minutos para el final del concierto,
no se dejaría bajar al foso para bailar) y los piés se iban solos al ritmo de
las diferentes canciones que esta formación regaló a un auditorio repleto y
entregado.
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Raúl Malo lidera esta formación que ha conquistado al público de Jazz San Javier. |
Cinco años
ha tardado la dirección de Jazz San Javier en poder hacerse con la contratación
de The Mavericks. A juzgar por el lleno y las reacciones de los aficionados
mereció la pena esperar tanto tiempo. The Mavericks parecían los hijos pródigos a los que el padre está esperando. Su presentación podría ser la propia de un antiguo
salón vaquero, cuando sonaba la música de Offenbach con el Can Can, y aquellas
señoritas bailando con esa melodía. Ahí se creaba ya la apoteosis, que se
fundía inmediatamente con “Easy As It Seems”y el auditorio era un clamor
vitoreando y acogiendo con el calor humano que se hace en el Parque Almansa a
cada uno de los artistas que cada noche dejan su impronta musical.
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Raúl Malo, Ed Friedland, Michael Guerra, Max Abrahams y Julio Díaz. |
Los cuatro
primeros temas se enlazaron uno con otro, hasta que Raúl Malo saludó en inglés
y español para dar las gracias, le bienvenida y continuar con un concierto en
el que se iban a dejar la piel. Éxitos
de su ya dilatada trayectoria en la música como “Damned (If You Do)”, “Back In
Your Arms Again” o “What You Do To Me”hicieron las primeras mellas en el
público, que les vitoreaban y aplaudían a cada nueva pieza. The Mavericks se
iban creciendo con el paso de los minutos y en sus caras se podía leer la
inmensa alegría que muestran los músicos, cuando logran conectar tan pronto con
un público que se entrega sin condiciones.
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Eddie Pérez es el guitarra solista. |
Y en ese
ambiente, cambio de guitarras de Malo (deja la Stratocaster y se va con la
Telecaster, que saca otros sonidos; luego la acústica para las baladas y de
regreso a la Stratocaster), solos del acordeonista Michael Guerra, otro del trompetista
Julio Díaz y suena después un ritmo de bolero pero fusionado con balada vaquera
continuando con esa línea durante tres piezas, a modo de sosiego y descanso
para ellos y el público que no había parado ni un momento en sus butacas (les
puedo asegurar que era difícil para la Seguridad de la sala, el que el público
se mantuviera quieto en su lugar. Bueno o no tanto, porque este público es
increíble).
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El público abarrotando el foso del auditorio. |
Y suena un
rock que deriva a rockabilly, con un solo del saxofonista Max Abrams y marcando
bien la base rítmica Ed Friedland en el contrabajo y el baterista Paul Deakin,
mientras el teclista y organista, Jerry Dale McFadden, era el animador por
excelencia de la formación desde que saltaron al escenario. Delante, Eddie
Pérez y el cantante y guitarrista Raúl Malo marcaban las pautas a seguir de una
actuación que se dejó llevar un poco más de las dos horas de música, bailes,
alegría y buen rollo, en definitiva, en esta casa que es Jazz San Javier y en
la que siempre son bienvenidos los músicos que por ella aparecen cada noche.
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El teclista y animador de The Mavericks, Jerry Dale McFadden. |
Y entonces
aparecieron los temas más latinos como “La Mucara”; sí, esa canción cuyo
estribillo reza “Y es que, mamá, no puedo con ella”. La locura porque en ese
preciso instante saltaron unas siete mujeres a bailar al foso y tras ellas, el
alubión de personas que no podían (ni querían) aguantar más en sus butacas. El
foso se llenó de inmediato y todavía estábamos muy lejos de la última media
hora de concierto. Y para “arreglarlo”, se deja sonar una cancioncita cubana:
“Guantanamera”. El delirio general se adueñó del recinto. Sí, porque esta
popular copla cubana su fusionó, de manera natural, con “Twist and Shout” que
tanto popularizaron The Beatles. La primera parte (luego de lo que ocurriría
después, nos daría esta pista) de la actuación había finalizado. Pero todos
querían mucho más y, me temo, que los músicos también.
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Raúl Malo recibiendo los aplausos del público, antes de iniciar los bises del concierto. |
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Paul Deakin es la contundencia y el ritmo de The Mavericks. |
Así que
regresó Raúl Malo sólo al escenario, agarró su guitarra dejó sonar unas
primeras estrofas de su canción y, paulatinamente, apareció el resto del grupo.
Aquello no resultó un bis, sino una segunda parte de unos 50 minutos con mezcla
de temas conocidos como “Let the Sunshine In”, de la ópera rock “Air”, o “C’est
La Vie”, que tan popular se hizo en las voces de Chuck Berry o Emmylou Harris. Tras
ella, Malo volvió a presentar al grupo dando las gracias por el regalo de
compartir con ellos la música y alegría. En suma, una noche de huella la que
vivimos en Jazz San Javier con los norteamericanos de The Mavericks.
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