martes, 12 de julio de 2011

¡QUÉ NOCHE DE JAZZ EN SAN JAVIER!


El Festival de Jazz de San Javier acogió este viernes, 8 de julio, una de sus noches de puro jazz con dos estilos diferenciados. La primera parte dedicada al jazz vocal, con la norteamericana Carla Cook acompañada del trío del pianista catalán, Albert Bover. La segunda parte de esta noche de puro jazz estuvo dedicada a la recapitulación que sobre las décadas de esta música y sus estilos llevó a cabo el trompetista Wynton Marsalis y la Lincoln Center Jazz Orchestra.
El trío de Albert Bover abrió un concierto que ya desde los primeros compases, se presumía que estábamos ante un escenario clásico de este género. Un primer tema instrumental a cargo del pianista catalán y sus compañeros de formación, como son Dee Jay Foster, en el contrabajo, y el baterista, Joan Terol. Tras esta introducción a través del tema de Thelonious Monk  “Monk’s dream”, el escenario del Parque Almansa acogió a la cantante norteamericana, Carla Cook, que atacó sin mediar palabra “Exaltly Like You”. Con el ambiente ya caldeado, Carla Cook y el trío de Albert Bover dejaron claro que venían a hacer pasar al auditorio un magnífico rato, con un concierto estructurado para ello como lo demostraron con “The more I see you”.


Carla Cook comenzó a cantar desde muy niña. Como muchos cantantes negros, el “godspell” fue su primera base en la iglesia metodista pero conforme fue creciendo y estudiando música, Carla Cook se fue apasionando por la música de jazz y más tarde, no sólo por el América Standars sino por el pop, la música clásica o la de Brasil, como dejó constancia en dos temas de Dorival Caymmi y Milton Nascimento titulados "Lile a lover" (O cantador) y "Salt song" (Cançao do sal).

Tras ello dio las gracias al público por su presencia y presentó “Estaté” (“Verano”), en una versión muy original de este éxito de 1960, que levantó los aplausos del auditorio. Tras una balada, de nuevo el swing con una pieza del Duque Ellington: “Tulip or Turnip”. Tal y como se desarrollaba el repertorio que Carla Cook había escogido para su primera visita a Jazz San Javier, se puede afirmar que los aficionados que denominamos “pata negra” disfrutaban no sólo del calor de la noche marmenorense, también del “climax” que la cantante de Detroit y el trío del pianista español Albert Bover estaban creando.


Con “Oh Gee”, Carla logró que el público siguiera el ritmo con sus pies desde sus butacas, mientras el trío de Bover ponía la música de fondo. Era increíble cómo, una vez más, la comunicación músicos-público se había logrado y así se hizo patente por parte del respetable con una larga ovación que venía a reconocer la calidad vocal de Carla Cook y la del trío que la acompañaba.

Tras este frenesí rítmico, Carla Cook regresó a la balada con el tema que diera título a su tercer disco: “Simply Natural”. Cook estudió música junto a su amiga Regina Carter (que ha visitado dos veces Jazz San Javier), a la que ha invitado en varias ocasiones para grabar sus discos o intervenir en alguno de sus conciertos. Dicen que Cook es una fiel continuadora de la escuela que creó la Gran Dama del Jazz, Ella Fitzgerald. Sobre todo en el “scat”, donde Carla Cook se mueve magníficamente y lo hace, porque tiene voz y facultades para ello (no se olvide que esta técnica es difícil y hay que tener un alto dominio). Con “Where or when” y “Simply Natural” finalizó su concierto aunque el auditorio pedía más. Y los músicos concedieron.  Así es que regresaron al escenario y Carla nos regaló un precioso tema titulado “Walk Bach blues”, que fue el broche con el que el público quedó más que encantado de poder disfrutar de todo un clásico concierto de jazz. Y añado que Carla Cook está llamada a ser una muy firme candidata a ocupar en un futuro próximo, un lugar muy destacado en el jazz vocal. Espero verlo, para contarlo.


La segunda parte de esta jornada para auténticos aficionados al jazz tuvo otros tintes diferentes a los que Carla Cook había dejado sobre el escenario. La Lincoln Center Jazz Orchestra, con Wynton Marsalis al frente, ofreció un concierto que hacía un recorrido musical muy diferente y que, directamente, nos introducía en el mundo de las big band; de las diferentes corrientes que esta música ha tenido y tiene con el paso de los años. El auditorio estaba repleto y todos sabíamos el por qué. Los conciertos de la Lincoln y Marsalis no son iguales. En cada visita, los aficionados hemos podido descubrir facetas y movimientos que no se habían dado en la anterior.

Una vez ya en el escenario del Parque Almansa, Marsalis hizo las presentaciones y anunció el primero de una serie de temas que conformarían un concierto único, divertido y muy ilustrativo, además de grandioso. “Inner urge” fue el principio de once piezas variadas en las que la Lincoln Center Jazz Orchestra repetiría su maestría interpretativa, su alegría y diversión. Un tema de Monk, “Light blue” fue  la continuación y preparación, para abordar  “For The Masses”, pieza dedicada a una obra del pintor Stuart Davis, en sus tres partes: “The Mellow Pad”, “Garage lights”, y “New York”, que describían musicalmente a la perfección esos ambientes, como Davis lo hizo con sus dibujos y pinturas.


El público que ya estaba absolutamente entregado, se vio más animado con “The mooche”, pieza de Duke Ellington, que hizo levantar a muchos de sus asientos. Y tras ello, el primer movimiento de la Suite “Vitoria”, compuesta en su momento por Wynton Marsalis a ese festival y la ciudad que le da nombre. A continuación, la sorpresa de la noche. Wynton anunció la presencia de Carla Cook, para que interpretara junto a la Lincoln otro clásico de Ellington: “In the mellow tone”. Por un momento (salvando las naturales distancias) cerré los ojos y parecía estar escuchando a Ella Fitzgerald con la orquesta de Duke. La gente estaba extasiada y sólo le faltaba poder saltar al escenario y saludar a cada uno de los integrantes de la Lincoln.
 
Pero aquello aún estaba lejos de acabar. Porque faltaban todavía piezas que pondrían los pelos como escarpias. Para seguir, una de Chick Corea: “Wigwam”. Después, “Bearden (the block)”, en la que Wynton Marsalis hizo como en los campos de algodón los trabajadores durante su faena, el guía que iba marcando cada canción de trabajo. Fue todo un espectáculo que no defraudaba a ninguno de los presentes. El programa oficial finalizaba con “Straight up & down”, un bop trepidante en el que se dio espacio al saxo alto, trompeta y trombón. Y, en efecto, el concierto de la Lincoln Center Jazz Orchestra en San Javier había finalizado, aunque eso no era todo.
Y no lo era, porque los aficionados y habituales de Jazz San Javier saben que Wynton Marsalis volvería a aparecer tras su insistencia, en formato de septeto, para regalar “Snake rag” e introducirnos en los clubes de Nueva Orleans. Y después, “Weary blues”, en la que Marsalis tuvo más protagonismo con su trompeta. Fue el delirio colectivo, para que les voy a decir más. Una vez en camerinos, se dio la anécdota de la noche; al menos, de la que fui testigo presencial y la cámara del fotógrafo de conciertos, Goio Villanueva. Marsalis –casi en la misma puerta y rodeado de otros componentes de la orquesta- felicitaba a la chica del saxofonista Ted Nash, por su cumpleaños. Y lo hacía como mejor sabe: tocando con su trompeta una versión libre de “Happy birthday”. ¡Lástima, no haber tenido a mano una grabadora!



La otra anécdota en camerinos fue la firma por parte de Marsalis, de un documento al efecto para apoyar que no se pierda el Festival de Jazz en la Calle, de Murcia capital. Marsalis le indicó a Cristóbal, representante de la Asociación ZARANGOJAZZ que coordina toda esta campaña, que sigan en esa lucha para que no se pierda ese festival. Por cierto, se recogieron 200 firmas de los aficionados que acudieron a San Javier, en las afueras del auditorio. Lo dije en una ocasión y me reafirmo en ello: Marsalis es grande en todos los sentidos y acepción de la palabra.
En resumen, noche para los grandes aficionados al jazz con dos conciertos diferentes pero complementarios tal y como se comprobaría durante los mismos. El jazz vocal, con Carla Cook y el trío del pianista catalán, Albert Bover. Después, la grandiosidad de una gran banda como es la Lincoln Center Jazz Orchestra, con Wynton Marsalis. Jazz en estado puro. Y que nos dure muchos años.

Las fotos del festival son obra de MARTA PINILLA ALDARAVÍA.
Las de la recogida de firmas en la Mesa de ZARANGOJAZZ y las de Wynton Marsalis en camerinos con el representante de ZARANGOJAZZ son obra de GOIO VILLANUEVA.

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