La música de Joan Manuel Serrat siempre ha sido tranquila pero lo es más, cuando se convierte en un recital intimista como el ofrecido en Jazz San Javier por el dúo piano-voz, Francesc Burrull y Laura Simo, al que más tarde se unieron el contrabajista, Miguel Ángel Cordero, y al baterista Josep Piño.
Una primera parte del dúo con canciones como “Lucía”, “Me’n Vaig A Peu”, “Canço De Matinada”, “Del Pasado Efímero”, “Llanto y Coplas”, o estas otras de Machado y Hernández como “Retrato”, “El Niño Yuntero”, “Boca” y “Para la Libertad”. Una pieza instrumental para el trío y de nuevo, Laura Simo en el escenario para ofrecernos -ya en formación de cuarteto- una segunda parte más rica en cuanto a instrumentos, pero de una calidad igualmente superior.
Para ello, el repertorio se centró en canciones de la memoria colectiva de un Serrat más cercano a todos en temas como “Barquito de Papel”, “No hago otra cosa que pensar en ti”, “Aquellas Pequeñas Cosas”, “Tío Alberto” y la que se ha convertido con el paso de los años en una especie de himno: “Mediterráneo”. Con ella se cerraba el programa oficial preparado por estos grandes músicos catalanes para Jazz San Javier. Aunque la tónica general de cada jornada no se hizo esperar y, así, el auditorio pidió un poco más concediendo los músicos al público otro icono de la música de Serrat: “Cantares”. Y una más, tras otra cerrada ovación del auditorio puesto en pie: “Paraules D’Amor”, con la que, ahora sí, se despedían de Jazz San Javier 2009 dejando en el recuerdo uno de los conciertos más intimistas de las últimas ediciones, a un nivel de primera.
Como ya se conoce, San Javier es un festival que gusta de los contrastes y eso es lo que iba a ocurrir con el segundo concierto de esta antepenúltima jornada de la presente edición. Su responsable, la cantante, guitarrista y compositora Susan Tedeschi, que nos predisponía a una actuación entre rock sureño norteamericano, blues y baladas vaqueras.
Su casi aguardentosa voz se ha posicionado en un término entre más dulce y enérgico, que le configura como cantante perfecta para la fusión de corrientes que transluce en sus composiciones, a caballo entre lo que indicábamos al principio: rock, blues y baladas vaqueras, sin olvidarnos que también la influencia de su esposo y compañero, Slinger Derek Trucks, guitarrista de los Allman Brothers y líder de la Derek Trucks Band, se asoma en algunos momentos. Más de la mitad de las composiciones que interpretó en este su primer paso por el Jazz San Javier pertenecen a su nuevo disco, que alternó con viejos éxitos de sus anteriores trabajos. Y siempre arropada por una potente banda, integrada por Dave Yoke, en la guitarra; Ronald Holloway, en el saxo; Matt Slocum, en los teclados y Hammond B3; Ted Pecchio, en el bajo; y Tyler Greenwell, a la batería. A destacar los solos del saxofonista, así como los “riffs” de Susan, que daban como resultado el disfrute de un sonido auténticamente norteamericano.
El auditorio, que abarrotaba el foso del Parque Almansa, demandó a Susan que volviera al escenario. Y lo hizo, para regalarnos dos piezas más –la última de The Beatles– y dejar uno de los mejores conciertos de las últimas ediciones en este apartado del rock-blues.
Otra jornada, pues, de contrastes musicales a muy altos niveles ambos, y en los que la voz femenina ha sido la protagonista y la causante de que al público, al abandonar el recinto, se le viese con una tremenda cara de satisfacción. Menos mal que la temperatura ambiental bajó un poco y la noche se hizo más llevadera. Aú así, el abanico volvió a funcionar un día más. En esta ocasión, a dos ritmos distintos.
El auditorio, que abarrotaba el foso del Parque Almansa, demandó a Susan que volviera al escenario. Y lo hizo, para regalarnos dos piezas más –la última de The Beatles– y dejar uno de los mejores conciertos de las últimas ediciones en este apartado del rock-blues.
Otra jornada, pues, de contrastes musicales a muy altos niveles ambos, y en los que la voz femenina ha sido la protagonista y la causante de que al público, al abandonar el recinto, se le viese con una tremenda cara de satisfacción. Menos mal que la temperatura ambiental bajó un poco y la noche se hizo más llevadera. Aú así, el abanico volvió a funcionar un día más. En esta ocasión, a dos ritmos distintos.
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